El Debate
En la Casa de Representantes
Reproducimos aquí los discursos más notables, en pro y en contra del Bill Olmstead, suprimiendo los detalles de rutina y formulismo:
DISCURSO DEL HON. JOHN A. MARTIN, DE COLORADO, EN LA CASA DE REPRESENTANTES,
Señor Presidente:
Si alguna vez fuera posible para un miembro de esta Cámara llegado á ella recientemente, el sentirse satisfecho en una ocasión como la presente, yo ciertamente lo estoy, debiendo ocupar vuestra atención en un momento en que la Cámara se encuentra en un estado tal de indulgencia y bondad, que á nadie podría perjudicar, excepto á mí mismo. Así también puedo notar á fafor mío, que la concurrencia es tan grande como debía serlo, puesto que vamos á dedicarnos á enmendar y prepararle un gobierno á un pueblo extraño. El Gobierno de Puerto Rico, tal y como existe en la actualidad, fué organizado por el Congreso hará ocho ó nueve años : creo que en 1900. Ahora creo que se ha descompuesto y se trata, por medio de una enmienda al Acta orgánica que consi era ahora la Cámara, de aplicar á ese Gobierno una especie de motor Keeley, ó máquina de moción constante, por medio de la cual, como el arroyuelo de Tennyson, se.deslizará suavemente á perpetuidad. (Aplausos y risas).
Cuando se leyó en esta Cámara el mensaje especial del Presidente dedicado á las actuales condiciones de esa isla y recomendando el presente remedio, yo le puse la más cuidadosa atención, porque en unión de todo los demás miembros de la Cámara, allá por el mes de Abril recibí un folleto de la Comisión de la Cámara de Delegados de Puerto Rico con una relación de las dificultades legislativas ocurridas en la Isla. Estos dos documentos, señor Presidente, forman, á mi juicio las bases para fundar el estudio de la política colonial de los Estados Unidos en general, y en su aplicación á Puerto Rico en particular.
Antes de considerar la cuestión presentada por el mensaje y por el alegato, deseo consignar la forma en que está constituída la Legislatura en Puerto Rico, á la cual se ha referido grandemente el caballero por Tennessee ( Mr. Garret ), porque es mi creencia que en la constitución y organización de ese cuerpo se encuentran las semillas de la discordia y disolución, que dan fruto hoy, en las actuales condiciones de la isla. La legislatura puertorriqneña, bajo el acta orgánica, conocida con el nombre de “ Acta Foraker ”, como se ha dicho, consiste de un cuerpo ejecutivo, nombrado por el Presidente, y una Cámara de Delegados electa por el pueblo. Hay 11 miembros en este Consejo Ejecutivo, nombrado por el Presidente, de los cuales 5 deben ser nativos de la isla, y deseo llamar vuestra atención al hecho de que 5 únicamente son nativos. Los otros 6, la mayoría, son americanos ; y en este sentido dicho cuerpo aparece como inferior al citado hace un momento por el caballero de Ohio ( Mr. Douglas ), puesto que el Consejo existente durante el régimen español consistía de 15 miembros, de los cuales solamente siete debían ser nombrados por la Corona, ó por el gobernador general en representación de la Corona.
Mr. Garret : Me permite el caballero? Yo no comprendí la manifestación del caballero por Ohio á la cual acaba de referirse el caballero. Eso era con anterioridad á la constitución de 1897, á la cual él se refería?
Mr. Martín : Sí.
Mr. Garret: Después de la constitución española de 1897, el Consejo Ejecutivo, ó casa alta, como quiera que se llamara, consistía de 36 miembros, 18 de los cuales eran elegidos y 17 nombrados.
Mr. Martín: La esencia de la manifestación del caballero, tal como la recuerdo, es la siguiente : que bajo el gobierno español la minoría de dicho cuerpo solamente era la nombrada por la Corona, ó por el gobernador general en representación de la Corona, mientras que bajo la soberanía americana la mayoría del Consejo Ejecutivo se compone de extranjeros ó americanos. Pero no es esto todo, señor Presidente, esos seis americanos desempeñan todos los departamentos administrativos de la Isla, con excepción del puesto de Gobernador, de modo que en realidad constituyen el gobierno. En otras palabras, lo son TODO en la Isla de Puerto Rico. Y podría yo preguntar, señor Presidente, qué precedente encontramos en la historia del gobierno popular, ó gobierno representativo que nos dé una estructura gubernamental semejante á la que nosotros hemos erigido en la Isla de Puerto Rico? En qué página de la historia de las instituciones libres podemos encontrar el modelo de semejante gobierno? No solamente la confusión de los poderes ejecutivo y legislativo es repugnante á todas las teorías que representan los gobiernos libres, y contraria en absoluto al sistema americano de gobierno, sino que el hecho de conferir esa dualidad de funciones en manos de extranjeros, no podía menos que resultar en confusión y desbarajuste ; siendo dicho sistema trazado con ese fin, no me sorprende en lo más mínimo el sinnúmero de molestias que viene ocasionando. Esto no ha sido más que el resultado lógico é inevitable de tantos desaciertos, y el hecho de que ha tardado tanto tiempo en salir á la superficie, confirma de un modo bien claro las cualidades enaltecedoras del pueblo de Puerto Rico, tan benigno y pacífico de carátcter, tal como lo describe el gobernador Winthrop y otros americanos que han residido en aquel país.
Ahora aparece que la división entre la Cámara de Delegados y el Consejo es tan profunda y tan marcada, que ambos cuerpos se han visto obligados á cerrar sus sesiones, sin pasar la ley de presupuestos para los gastos del año fiscal que comienza el día 1° de Julio próximo. Propónese, pues, con la enmienda en discusión al acta orgánica de la Isla, prolongar por un plazo indefinido las asignaciones existentes en el presupuesto actual.
La causa que defiende la Cámara de Delegados se expresa, con perfecta claridad on su alegato, y el Comisionado por Puerto Rico nos la ha explicado en esta Cámara con gran maestría. Para demostrar que la causa del Consejo Ejecutivo, solamente del Consejo Ejecutivo, señores, está, defendida por el mensaje del Presidente, deseo llamar la atención á los últimos párrafos de dicho mensaje, que me voy á permitir leer, para que pueda reproducirse en el Diario de Sesiones. Dice el Presidente en su mensaje:
“No existe la más leve prueba de que haya habido de parte del gobernador ó de algún miembro del Consejo Ejecutivo la menor intención de usurpar facultades ó de retirar su aprobación á aquellas medidas legislativas que redundasen en beneficio de la Isla, ó de falta de simpatías á las mejores aspiraciones del pueblo de Puerto Rico.”
Continúa diciendo el Presidente en su mensaje, que esta resolución de la Cámara de Delegados de Puerto Rico á negarse á pasar el proyecto de ley de presupuestos, en represalias á la determinación del Consejo Ejecutivo, quien rehusó pasar ciertas leyes descentrelizadoras de la Cámara de Delegados, demuestra …… (y estoy leyendo del mensaje.)
“Demuestra la propensión de los representantes del pueblo en la Cámara de Delegados á subvertir el gobierno con el fin de asegurar la aprobación de ciertas medidas legislativas.”
En mi concepto, ningún lenguaje ha podido ser más duro ó condenatario para ese pueblo, que este lenguaje del mensaje presidencial, y ninguna exposición de su causa, hecha por el Consejo Ejecutivo, podría llegar á extremos tan viciosos como aquellos que lógicamente pudiéramos esperar de un documento que encierre ese lenguaje.
Pero hay más aún : El Presidente llega á sugerir, y en verdad que la idea está expresada en un lenguaje por demás florido, que ese pueblo es un ingrato, después de haber recibido favores de los Estados Unidos ; que son incapaces para el gobierno propio ; que hemos sido demasiado generosos para con ellos ; y más adelante insinúa que además de la necesidad de esta enmienda, pudiera llegar á ser preciso revisar la ley orgánica de Puerto Rico, en el sentido de restringir las facultades que hoy posee, ó por lo menos se supone que hoy posea, la legislatura de Puerto Rico.
El Comisionado de Puerto Rico nos ha dicho que los periódicos de este país, al comentar los desagradables sucesos de Puerto Rico, han insultado á sus habitantes, llenándoles de improperios, y yo mismo creo que el lenguaje usado en el mensaje presidencial y las ideas generales que encierra, justifican en cierto modo las versiones exageradas que dan á la publicidad los grandes diarios de Washington, demostrando lo qué la prensa del país piensa acerca de la actitud de la administración, según se refleja en este mensaje. Voy á leer varios rubros periodísticos con que los diarios de Washington encabezan sus artículos ; son así:
“Taft debería cortar la libertad del voto en Puerto Rico. Azota á la Asamblea Legislativa por sus culpas.”
He notado en esta sesión del Congreso, que ha sido ahora cosa muy corriente el citar los credos de los partidos políticos, y en presencia de la actitud que ha tomado la administración hacia el pueblo de la Isla de Puerto Rico y sus representantes quiero citar yo también aquí una plataforma política y después preguntar cómo las promesas que hace un partido en su plataforma se avienen con las medidas coercitivas que la acción de este Congreso quiere imponer sobre el pueblo de esa Isla. Voy á leer de la plataforma del partido republicano nacional, que suscribió en el año 1908, bajo el título de “Colonias”, lo que sigue:
“Creemos que, los habitantes de Puerto Rico deberán ser, inmediata y colectivamente ciudadanos de los Estados Unidos, y todas aquellas personas propiamente aptas para gozar de esto derecho, según lo determinan las leyes vigentes, deben tener el privilegio de naturalización.”
Mr. Douglas. Siendo uno de los muchos que están en favor de cierta medida de ciudadanía para el pueblo puertorriqueño, que acogió con entusiasmo esa idea y la ha sostenido por muchos años, yo desearía que el caballero manifieste, si puede, en qué respecto la enmienda propuesta por el caballero por Pennsylvania, ( Mr. Olmsted ), ó el mensaje del Presidente, total ó parcialmente, está en conflicto ó difiere de esa medida? El Presidente, bajo ningún concepto, ni en punto alguno de su mensaje, hace referencia á la cuestión de ciudadanía para los puertorriqueños, sino que urge una medida que remedie la crisis existente en el país por un acto de la Cámara de Delegados de Puerto Rico.
Mr. Martin. ( de Colorado ). No traté de probar ahora cómo esta enmienda afecta esa cuestión, pero espero tener algo que decir acerca de eso más tarde, si me alcanza tiempo suficiente para hacer llegar mis declaraciones hasta ese punto. Pero, volviéndo á este mensaje presidencial, la única intención que de él se desprende es la de colocarse en situación diametralmente opuesta á la ciudadanía, llegando hasta el extremo de aconsejar una restricción de las libertades escasísimas de que ahora gozan los puertorriqueños, y privándoles, por consiguiente, de la ficción de gobierno popular que hemos establecido en esas Islas. Este es mi punto de vista en la cuestión.
Esa alocución “ciudadanía colectiva” puede decirse que es un poco ambigua. Yo creo que la ciudadanía americana significa accesibilidad hacia una plena formación de estado en cualquier punto del globo, y si ésto no es verdad, entonces quiero sostener aquí lo que hubo de prometerse en otra plataforma política, la plataforma del partido democrático nacional, de la cual voy á leer, en el apartado que se titula “ Alaska y Puerto Rico ”, lo que sigue:
“ Demandamos para el pueblo de Alaska y Puerto Rico el pleno goce de los derechos y privilegios de una forma de gobierno territorial y que los funcionarios nombrados para administrar el gobierno de todos nuestros territorios, incluyendo el “ Distrito, de Colombia ” deben antes probar con rigurosa exactitud oficial, que son y han sido bona fide residentes de dichos países,”
Pláceme mucho obtener que estas manifestaciones se inserten en el Diario de Sesiones del Congreso, cuando estamos debatiendo esta enmienda, para que el pueblo de Puerto Rico conozca las promesas que en este asunto han hecho los dos magnos partidos políticos, que ejercen la suprema postestad de guiar la opinión : el uno quiere darles lo que llama “ciudadania colectiva”; el otro les ofrece una forma completa de gobierno torritorial.
Mr. Scott. La creación de en Territorio implica la creación final de una forma gubernativa de Estado, ¿ Cree el caballero que Puerto Rico, ahora ó en cualquier tiempo en su porvenir, debe ser un Estado de la Unión ?
Mr. Martín. ( De Colorado ). Quisiera preguntar, á mi vez al caballero, antes de contestar esa pregunta, cómo interpreta él ese término ambiguo de “ ciudadanía colectiva? ”
Mr. Scott. Entiendo que ese términe, tal como se usa en la plataforma republicana, significa conferir al pueblo de Puerto Rico todos los derechos civiles de que gozan los ciudadanos de los Estados en cualquier parte de nuestros dominios.
Mr. Hardy. Recuerdo que en los días del Imperio Romano, cuando se concedía la ciudadanía al pueblo de una nación conquistada, sus habitantes tenían el derecho de intervenir en todos los asuntos del Gobierno, como cualquier ciudadano de Roma, y el término de “ciudadanía colectiva ”, en su más amplia acepción, significaba el derecho de hombre libre.
Mr. Martin, (de Colorado). Doy las gracias al caballero por la definición, y voy á replicar á la pregunta del caballero de Kansas respecto á si yo favorezco la idea de erigir á Puerto Rico en un Territorio, ahora mismo, diciéndole de la manera más enfática que sí; y si á Puerto Rico, después de haberse organizado como un territorio, se le niega su condición de Estado, tanto tiempo como se le ha venido negando á los países de la región surdeste de esta nación, deberá estar capacitado al fin de ese plazo, para su admisión como un Estado. (Risas y aplausos.)
No voy á separarme del asunto puesto á debate, señor presidente, pero no había aún encontrado un manual de bolsillo tan curioso y útil como éste, en el que veo se publican todas las plataformas demócratas y republicanas, desde 1856 hasta la fecha. Ocúrreseme abrirlo por la primera plataforma, y lo primero que veo, en el primer artículo de la primera plataforma adoptada por el partido republicano, es el siguiente lenguaje, en que la convención prometía solemnemente dedicarse á la misión.
“De restaurar la acción del Gobierno Federal á los principios de Washington y Jefferson.”
Pero no de Hamilton, el hombre que es hoy proclamado por algunos como el artífice de gobiernos modelos en todos los tiempos, quien quería casi la misma forma de Gobierno para este país que el que hemos dado á los puertorriqueños. Y deseo preguntar, señor presidente, donde, en las enseñanzas de Tomás Jefferson, se puede encontrar autoridad alguna que sancione la forma de un Gobierno tan burocrático como el que hemos dado á los habitantes de la Isla de Puerto Rico? Por tanto, yo creo poder decir que en la discusión de esta enmienda, estoy tomando la posición de restaurar la acción de este gobierno á los principios de Tomás Jefferson, en cuanto á esa Isla atañe.
Existe un hecho bastante singular en este mensaje del Presidente acerca de Puerto Rico, que produjo en mi imaginación un contraste sorprendente, al compararse con el otro mensaje presidencial que se dirigió al Congreso en la apertura de estas sesiones. Se ha convocado al Congreso para legislar sobre un asunto de vital importancia á los intereses de 90.000,000 de ciudadanos del pueblo americano, y el mensaje que de este magno asunto trata, ha sido comentado por todo el mundo como un documento de brevedad sin precedentes. En solo 300 palabras nos ha manifestado que debemos actuar y legislar en la revisión de la tarifa de aduanas. Nada ha indicado el mensaje acerca del modo cómo había de efectuarse y la norma que había de seguirse en la revisión del arancel. Como ya he dicho, 90.000 000 de ciudadanos del pueblo americano y sus representantes en el Congreso aguardaban, y aguardaban en vano, una primera palabra que indicase la dirección que nuestras actividades habían de seguir.
Entonces recibimos un mensaje, concerniente á 1.000,000 de habitantes de una Isla del Océano Atlántico, en que se relataban sus disputas; un documento que llenaba tres columnas de un periódico de regular tamaño, esmeradamente impresas, y en las que ni siquiera se dejaba de ocultar la intención. En síntesis, era ese mensaje bastante significativo, y el Presidente mostró en él que poseía ambas cosas: las palabras y la fuerza de convicción, las cuales le permitían expresarse con perfecto conocimiento del asunto, llegando hasta determinar en donde existía la culpabilidad, quien era el culpable y lo que debía hacerse para remediar la situación de Puerto Rico.
En un mensaje de 300 palabras se abandonó al Congreso en los mares tormentosos de una legislación arancelaria, sin marineros ni compás, donde aún estamos bogando ; mientras que más de 3,000 palabras muy fuertes y decisivas, se han necesitado para señalar el camino que debía seguir la pequeña nave puertorriqueña hacia la bahía de un gobierno de carpet baggers. ( Grandes risas y aplausos.)
Y esto no es todo, señor presidente, lo que respecta á esta situación ; ni tampoco á mi juicio es esto lo peor de ella Sé que existen en la actualidad cuatro proyectos de ley, pendientes de resolución ante el Congreso, dos de ellos se refleren á nuestros asuntos domésticos y los otros dos á nuestras posesiones coloniales. Yo declaro formalmente que existe una gran pérdida de tiempo por parte del Congreso, cuando descuida los vastos intereses del pueblo americano, para hacer Gobierno ó enmendar Gobiernos de gentes que poco ó nada conocemos ; acerca de quien poco ó nada nos preocupa y con quien tenemos poco ó nada de común en sangre y tradición. Estos asuntos ocupan todo el tiempo de estas sesiones del Congreso, pues las mismas discusiones que se han suscitado hoy en esta Cámara indican claramente la poca aptitud que nos asiste para considerar los verdaderos méritos de la controversia ahora ante el Congreso.
Señor presidente, se ha dicho por ese gran apóstol de las libertades humanas (Abraham Lincoln), cuyo manto inmaculado han cubierto tantas manchas de su partido, que ningún hombre en la tierra es suficiente bueno para gobernar á otro sin el consentimiento de éste, y se atribuye á Jefferson el hecho de haberse negado á escribir la constitución de otro pueblo por no considerarse bastante apto para tan magna empresa. Más aún, si en realidad fuese posible que existiese un miembro de este Congreso lo suficientemente sabio para gobernar y legislar en Puerto Rico, es mi opinión que las medidas por las cuales se hallan en conflicto los cuerpos legislativos demuestran claramente que no es así, y la más ligera reflexión le haría llegar al convencimiento de que nunca podría alcanzar ese grado de suma sapiencia. Sin embargo, no es mi intención. por ahora, moralizar sobre cuestiones coloniales. Solo deseo llamar la atención de la Cámara hacia todas las faces de esta situación, que llegan hasta mi concieneia como razones poderosas por las cuales este Congreso debe ir muy despacio al actuar sobre las recomendaciones del Presidente, á menos que la acción que se tome no vaya aparejada de otra, que signifique para el pueblo de Puerto Rico una esperanza, una promesa de que esta situación solo se habrá de remediar en provecho de los naturales de la Isla, y nunca en beneficio de un Gobierno de carpet–baggers.
Mr. Olmsted. ¿ Cree el caballero que hace uso de la palabra que existe en realidad un gobierno de carpet–baggers, donde la totalidad de los miembros de una rama legislativa son elegidos por el pueblo y las cinco undécimas partes de la otra Cámara alta son también elegidos por sufragio ?
Mr. Martín. ( Colorado ). Ya al comienzo de mi argumentación he explicado claramente esa pregunta ; pero voy á decir al caballero por Pennsylvania, que el Consejo Ejecutivo de Puerto Rico se halla constituído de tal modo, que una mayoría americana es la que siempre gobierna, pues combinando su capacidad legislativa con todas las funciones administrativas que posee, virtualmente puede decirse que ejerce el supremo control en la isla.
Mr. Olmsted. Pero ellos no pueden pasar ninguna ley sin el consentimiento de la Cámara Baja, formada totalmente por naturales del país.
Mr. Martín. ( De Colorado ). Efetivamente ; ellos no pueden hacer eso. Pero ellos pueden mantener los asuntos de la isla en statu que y así evitar que el pueblo, por medio de sus representantes, introduzca cualquier medida legislativa que desee.
Mr. Hardy. ¿No parece también, por las gestiones que se están haciendo sobre este asunto, que cuando esos seis Caballeros, no pueden pasar sus leyes, creen que les asiste un derecho bastante acomodaticio recurriendo al Congreso, para que se las pase por ellos?
Mr. Martín. ( de Colorado ). Yo creo que el Consejo Ejecutivo de Puerto Rico, según informes que he podido obtener, está ahora en sesión permanente en Washington, y ha estado aquí desde que clausuró sus trabajos en Puerto Rico.
Mr. Scott. En respuesta á esa manifestación debo manifestar que no han estado aquí durante este invierno más que tres miembros del Consejo Ejecutivo, y hoy no se encuentra sino un miembro.
Mr. Olmsted, Y han venido á Washington, también, tres miembros de la Cámara baja.
Mr. Scott, Y tres miembros de la Cámara estuvieron también aquí, pero ya han marchado á Puerto Rico. Yo me levanto para preguntar al caballero que tiene el uso de la palabra, si él no cree que el argumento respecto á ese gobierno de carpet–baggers, no cae al suelo ante el hecho de que según las actas de ambos cuerpos Legislativos nunca ha habido división de parte del Consejo Ejecutivo en ninguna importante legislación sobre la base de continentales y nativos ? En otras palabras : nunca, en ninguno de los proyectos de ley ahora en controversia, se ha visto dividir el voto del Consejo Ejecutivo, de modo que los americanos estuviesen de un lado y los puertorriqueños del otro.
Mr. Douglas. ¿ Me permite el caballero por Colorado una interrupción, antes de continuar su discurso ?
Mr. Martin ( de Colorado ). Señor presidente, primeramente deseo contestar al caballero por Kansas ( Mr. Scott ). Y quiero declarar ésto : El podrá considerar mi desconfianza demasiado suspicaz, pero quiero suplicar de su generosidad me conceda el derecho de reservarme una duda algo pesimista, acerca de la clase de puertorriqueños que han tenido la fortuna de ser nombrados por el Presidente de los Estados Unidos para el Consejo Ejecutivo. Yo desearía poseer alguna evidencia que satisficiera por completo mi conciencia, respecto al patriotismo y devoción á los verdaderos intereses del país en que han nacido, de esos caballeros, mayor que el hecho de, llevar sangre latina en sus venas.
Mr. Douglas. Yo puedo asegurar al caballero, que del conocimiento personal que he tenido con todos ellos, representan el tipo más alto de los ciudadanos de Puerto Rico. Así mismo, deseo llamar la atención del caballero á estas palabras del mensaje presidencial y rogarle me diga en qué respcto está conforme con ellas:
“El gran cuerpo de ley sustantiva, vigente ahora en la Isla, como el código civil, político y penal ; las leyes de rentas, municipales, electorales, de franquicias, escolares, de policía, de obras públicas y otras por el estilo, han sido formuladas por el mismo pueblo de la Isla, y ninguna ley puede ponerse en los libros estatutorios, á menos que no haya recibido la sanción de la Cámara de Representantes de la Legislatura. Ni siquiera en un solo caso ha intervenido el Congreso para anular ó coartar acto alguno de la Asamblea Legislativa. Por primera vez en la historia de Puerto Rico está su pueblo viviendo bajo leyes hechas por su propia Legislatura.”
Si esto es una verdad, no se conlleva con las acusaciones formuladas hace un momento en esta Cámara, de que el gobierno de Puerto Rico es un gobierno de carpet–baggers.
Mr. Martin ( de Colorado ). Señor presidente, en contestación al caballero que acaba de hablar, he de decir que no tengo duda alguna de que en los primeros días de: este experimento de un gobierno tan extrañamente constituido, y antes de que la desconfianza tuviese tiempo de aparecer ó que líneas políticas divergentes tuviesen lugar á manifestarse, se había realizado una gran labor de cooperación entre el gobierno y el pueblo.; pero eso, á mi juicio, fué debido principalmente á la novedad de la situación, y antes de que llegase á definirse la verdadera actitud de la Administración, respecto á la autonomía ó al self-government en Puerto Rico con toda la sorprendente claridad que acaba de manifestarse. La novedad de un gobierno tan extravagante parece haber caído ya en desuso en ambas partes, y no importa lo malo que se haya querido realizar, cuando las circunstancias y condiciones gubernativas eran nuevas, pues ahora se viene á ver, con una, evidencia incontrastable á todo argumento que aquí pudiera aducirse, que bajo esa forma de gobierno legislativo, toda iniciativa de mejoramiento y de progreso ha muerto.
Me he referido. señor presidente, en verdad, á ese gobierno, calificándolo con el apelativo de gobierno carpet-baggers ; sé que ese es un calificativo bastante duro, pero es un término que tiene su justificación, y quiero agregar, además, que desconfío mucho de la fuente de información que ha recibido el presidente y puesto ante el Congreso, pretendiéndo describir las condiciones subsistentes allí; pero es bien evidente, para todos y cada uno de los miembros de esta Cámara, que la Administración descansa total y únicamente en los informes que le proporciona el Consejo Ejecutivo, y prescinde de la Cámara de Delegados, en la exposición de hechos que ha presentado ante el Congreso.
Esos hombres que constituyen allí el Consejo Ejecutivo, han sido nombrados por la Administración ; son empleados, ejerciendo funciones ejecutivas de la Administración ; á ella deben su subsistencia material ; y yo quiero declarar ahora aquí que es en realidad sensible, por lo menos para el pueblo de Puerto Rico, que la presentación de estas cuestiones en un mensaje presidencial, se base solamente en los supuestos hechos, ó en argumentos que puedan venir de un orígen tan interesado como ese.
Mr. Scott. ¿ Puede el caballero que habla decirme si existe alguna diferencia esencial en la relación de los hechos expuestos por los miembros del Consejo Ejecutivo y los presentados por la comisión de la Cámara de Delegados ?
Mr. Martín. ( de Colorado ). Voy á tratar de demostrar, dentro de poco, que hay realmente una gran diferencia fundamental entre los alegatos que expresan los términos principales entre ambas Cámaras. Como iba diciendo, el Presidente ha recibido esos informes de parte íntimamente interesada, de hombres que carecen de capacidad para sentarse como jurados en este juicio, y, sin embargo, sobre su propio veredicto, se nos exije que formemos enseguida una opinión decidida de una parte contra la otra. Todavía si fuesen testigos estos señores, y compareciesen como tales, el juez de esta causa instruiría al jurado, que somos nosotros, de una manera estrictamente imparcial, poniendo especial énfasis en el valor de los argumentos de esos señores, por el prejuicio que pudiera traer, por el interés que irremisiblemente han de tener y por el fallo en que ha de culminar esta cuestión.
Señor presidente, hemos tenido una experiencia muy dolorosa en este país con lo que llamamos “gobierno de carpet baggers ”, esto es, un gobierno formado por hombres de otras regiones ó de otro país, sobre cuya elección el pueblo gobernado no ha tenido facultad alguna ; un gobierno impuesto no por la voluntad del gobernado, sino por una autoridad superior sobre él ; y estoy seguro de que ningún hombre de sano criterio en este país desearía volver de nuevo á tales andadas. Y los descendientes de tal calaña de individuos; que defendían teorías tan radicalmente burocráticas, han caido en tan gran desprestigio con el mismo caballero que suscribió este mensaje dirigido al Congreso, que ahora él se propone reorganizar su partido en esa sección de su país, apelando al medio de no tomar en consideración á ninguna clase de gente que no pueda demostrar en los destinos de su patria otro interés que el mero interés de los empleos y de su ambición personalísima. Y es en mi sentir realmente chocante y elocuente, que él pueda ver tan poca virtualidad en la gestión de su partido en el Sur de este país, y vea tanta, aunque de diferente género en Puerto Rico, que le guíe hasta el extremo de exponer una relación del estado actual de cosas allí, altamente honrosa para el Consejo Ejecutivo y totalmente depresiva para los representantes de ese pueblo, quienes, según él dice, por sus procedimientos, han demostrado perfecta voluntad á subvertir al gobierno.
La diversidad de elementos que forman la Cámara de Delegados ha sido ya descrita aquí por el Comisionado Residente por Puerto Rico ( señor Larrínaga ). El ha demostrado á esta Cámara que de los 35 miembros que la integran, más de una tercera parte son abogados ; que el resto se compone de ingenieros civiles, hacendados, un par de leaders obreros y que puede afirmarse sin exageracióa qua más del 80 por ciento se han educado en universidades.
Esa es la clase de hombres que forman ese cuerpo político, de los cuales se dice que han hecho lo que sustancialmente equivale á una rebelión en la Isla de Puerto Rico. Como se vé, esta gente posee un interés en esa Isla, mucho mayor que el representado por un sueldo ; esa gente no ha sido llevada á esos puestos de confianza, como compensación á los servicios políticos prestados en algún centro republicano de nuestro país, durante la pasada campaña electoral, ( Aplausos y risas del lado demócrata ) esperando volver á sacar la cabeza por allí con lo poco que puedan haber ahorrado, cuando el comedero se les haya concluido. Esos delegados puertorriqueños, señores, no han obtenido sus actuales puestos……
Mr. Douglas. ¿ Cedería el caballero por un momento? ¿ Conoce el caballero personalmente á los hombra de quienes está hablando?
Mr. Martin, ( de Colorado ). No, señor ; no los conozco personalmente ; conozco. Sí, solamente, el sistema que representan y eso es todo lo que tengo que conocer. ( Aplausos del lado demócrata ).
Mr. Douglas. El caballero no estaba hablando del sistema. Estaba hablando de los hombres.
Mr. Martin, (de Colorado). Yo afirmo, señor presidente, que la Cámara de Delegados de Puerto Rico no está en los puestos públicos, como compensación por ayudar al elefante (emblema del partido republicano en los Estados Unidos); ellos están desempeñando esos puestos públicos, porque pertenecen á Puerto Rico y Puerto Rico les pertenece, y cuando ellos mueran, sus huesos y su sangre se mezclarán de nuevo con el polvo que les dió vida y que los ha sostenido en toda su existencia. Ellos desatienden sus haciendas, sus bufetes, no para venir á ganar una miserable dieta de $5.00 diarios, sino que pasan dos meses cada año, fuera de sus intereses para legislar por su país. Ahora bien ; ¿qué dicen esos hombres acerca de la génesis de la cuestión? Ellos niegan terminantemente que la Cámara de Delegados haya cerrado sus debates oficialmente y muestran, con argumentos lógicos, que la responsabilidad de este acto violento, con su crísis resultante, cae de lleno sobre el Consejo Ejecutivo, pero con la particularidad de que lo que expresan es un asunto que consta en las actas oficiales de la Asamblea Legislativa, de modo tal, que si mintiesen, muy fácil sería el comprobarlo. Deseo llamar la atención á las manifestaciones que se hacen en la página 3 de este alegato :
“ El martes, 15 de marzo, á las dos de la tarde, todavía la Cámara de Delegados esperaba pacientemente, cada uno de sus miembros ocupaba su puesto respectivo. De pronto el Consejo Ejecutivo decidió clausurar y cerró la sesión legislativa.”
Y esto se ha hecho, dejando á la Cámara de Delegados, como dice el alegato, en sesión oficial y con cada uno de sus miembros presentes. Ahora, yo deseo que se me diga si esto parece que el Consejo Ejecutivo tratara de buena fe llegar á un acuerdo con la Cámara de Delegados ; ó si no parece que los miembros del Consejo Ejecutivo decidieron poner fin á toda clase de procedimientos conciliatorios, sabiendo que podrían correr para Washington, vaciar sus ruegos en el oido del Presidente y hacer que él les consiguiera lo que ellos deseaban del Congreso ?
Mr. Scott. Señor presidente, el caballero sabe, por supuesto, que las manifestaciones que acaba de citar de ese alegato han sido muy fuertemente combatidas por los representantes del Consejo Ejecutivo.
Mr. Martín. ( de Colorado. ) Es mi parecer que si los representantes del Consejo Ejecutivo se viesen duramente hostigados, hasta hacerles llegar á sus últimas trincheras en la argumentación, ellos no negarían la exacta versión de los hechos y procurarían sincerarse, diciendo que había llegado á ser tan evidente el fracaso de las negociaciones, que toda gestión de armonía resultaba estéril y que la Cámara de Delegados había adoptado tal actitud, que lo mejor de todo era clausurar.
Mr. Douglas. Con el permiso del caballero que hace uso de la palabra, deseo manifestar que en conversación particular con dos Caballeros, acerca del asunto en cuestión, me han asegurado que ésto que aquí voy á manifestar es lo ocurrido : que el Speaker de la Cámara de Delegados, como á la una de la mañana, envió recado al Consejo Ejecutivo, preguntándole si estaban listos para clausurar y si lo estaban, que enviasen el aviso oficial á la Cámara de Delegados y ambos cuerpos cerrarían sus sesiones ; ésto se hizo y parece que es lo que ha sido blanco de censura en los conceptos que expresa ese alegato.
Mr. Larrínaga. Con el permiso del caballero por Colorado, esa versión que acabo de oir, es asunto que corre aquí de boca en boca. El caballero por Colorado dice mucha verdad, pues el Speaker de la Cámara de Delegados ha desautorizado y negado tal versión demostrando que eso es una falsedad.
Mr. Scott. Con el permiso del caballero por Colorado, desearía preguntar al caballero por Puerto Rico, si no es verdad que antes que se sugiriese el menor indicio de clausura, el Consejo Ejecutivo había tomado en consideración ya todos los proyectos de ley en calendario y no tenía nada que resolver en espera de los trabajos de la Cámara de Delegados ?
Mr. Larrínaga. Pero ellos habían negado su aprobación á todos los proyectos de la Cámara y querían solamente pasar los suyos, incluyendo el proyecto de ley del presupuesto.
Mr. Clark. ( de Missouri ). Con el permiso del caballero por Colorado, desearía hacer al caballero por Kansas una pregunta, y ésta es ; si no recuerda alguna vez que esta Cámara de Representantes haya tomado repetidamente recesos cortos, porque no teniamos nada que hacer, esperando la decisión del Senado, que concluyera de transar sus asuntos?
Mr. Scott. De acuerdo con el caballero, muchas veces tal ha sido el caso, pero é1 podría difícilmente afirmar que nunca ha sucedido que esta Cámara no tuviese nada que hacer, por que el Senado se negara á transar sus asuntos.
Mr. Clark. ( de Missouri ). No, pero esta Cámara de Representantes, como bien sabe el caballero que ha hablado, ha estado sin hacer nada en una sesión, porque alguien, no el Senado, consumía el tiempo, jugando á la disidencia en cualquier ocasión que se presentaba.
Mr. Scott. Indudablemente que eso es verdad ; pero no lo es cuando se trata del estado de cosas en Puerto Rico.
Mr. Clark. ( de Missouri ). Lo que en realidad yo no puedo entender, así me empalen, sobre este imbroglio, es por qué razón se pretende que nosotros anatematizemos á los puertorriqueños por hacer lo mismo exactamente que estamos haciendo en todas nuestras legislaturas, en el Congreso, en donde quiera que lo creemos conveniente.
Mr. Gaines. Si el Caballero me permite, desearía saber si el caballero por Kansas claramente quiere significar, que el Senado ó Consejo Ejecutivo había terminado sus asuntos, ó si desea implicar que ambos cuerpos deliberantes habían ya ventilado sus diferiencias, cuando la clausura tuvo lugar?
Mr. Scott. Contestaré sucintamente, porque deseo cuando llegue mi turno debatir este asunto con más extensión, diciéndole al caballero que mi intención no estriba más que en crear la impresión en esta Cámara de que solo el Consejo Ejecutivo había concluido sus trabajos, pero estaban pendientes aún muchos asuntos en el calendario de la Cámara de Delegados.
Mr. Martin. Yo creo que es verdad que el Consejo había terminado todos sus asuntos, porque todo lo que quería era el presupuesto. Ellos no tenían otro asunto de más importancia, que yo sepa, á excepción de ese. Es tan difícil asegurar ahora aquí quién cerró primero la asamblea, que se necesitaría, un verdadero tribunal de información para averiguarlo, pero creo que es bastante discernible apreciar, cuál de de los dos cuerpos legislativos es el más responsable y el más digno de censura, por las dificultades que ha originado esa determinación.
En la acumulación de acusaciones contra la Cámara de Delegados, que hacen el Presidente y el Consejo Ejecutivo mancomunadamente para demostrar su culpabilidad, dicen que la Cámara de Delegados, por medio de sus representantes en Washington, presentaba un ultimatum, el que había de aceptarse en todas sus partes, antes de entrar en cualqnier clase de negociaciones ó de considerar el proyecto de ley de presupuestos con el Consejo Ejecutivo, y á medida que he ido escuchando todos los argumentos aquí aducidos por ambas partes, me parece que todas las reformas que la Cámara demanda se han llegado á concretar en una sola, objeto primordial de la controversia, pues un análisis más detenido de sus demandas revela el hecho de que ese ultimatum era muy limitado en sus alcances.
En cuestión de reducir los sueldos de los empleados de la Corte Federal ya se había abandonado. Y ahora voy á leer el mismo lenguaje de ese mal llamado ultimatum, para demostrar que, con una sola excepción, todas las reformas solicitadas por la Cámara de Delegados se habían abandonado enteramente, subordinándose á una principal. Leo en este párrafo del mensaje presidencial, en el que dá á conocer ese llamado ultimatum de los representantes del pueblo.
“Sin embargo, si en la proclama convocando para una sesión extraordinaria, se mencionan las reformas judiciales y municipales, y el Consejo Ejecutivo acepta la supresión de los actuales jueces de paz, y que vacantes que ocurran de alcaldes y jueces se cubran por los municipios de dichas localidades, según los prescriban los proyectos de ley municipales, pasados por la Cámara de Delegados en su última sesión, entonces los comisionados creen que el proyecto de ley de presupuestos, tal como ha sido presentado por el Consejo Ejecutivo, pasará, en la Cámara de Delegados sin dilación alguna.”
Por tanto, según esta manifestación, aparece que ya por entonces habían abandonado toda idea acerca de las demás reformas, excepto la que se refería á la supresión de los jueces de paz y su sustitución por jueces municipales, y á la de cubrir las vacantes que ocurriesen en los puestos de alcalde por los ayuntamientos, precisamente como se llenan en este país.
Es verdad que ellos pedían que se mencionasen las otras reformas y ésto era muy natural. Ellos requerían que se insertaran en la proclama, con el fin de sostenerlas siempre, pero después que solicitaban esa publicación, declaraban que las reformas municipales debían ipso facto concedérseles.
Y yo quiero ahora preguntar ; cual fué la objeción á esta reforma, una objeción que ha llegado hasta merecer la aprobación del Presidente, que se ha visto involucrada con gran énfasis y particular notoriedad en su mensaje al Congreso ? Voy á leer esa parte del mensaje :
“Se ha objetado al cambio por razón de que la elección de jueces municipales había ya obstaculizado la eficencia é imparcialidad de la administración de justicia, habiendo convertido á los jueces, que eran sólo de una afiliación política, en meros instrumentos, puestos en manos de la Junta Central de los Unionistas ó partido dominante.”
Y eso á mi entender, releva un hecho bien significativo. Quiere decir que si nosotros dejamos á los puertorriqueños que elijan libremente á sus jueces, éstos todos representarían una fe política. La significación de esas declaraciones da á entender que el pueblo de Puerto Rico se halla tan unido contra la política de este gobierno y contra su adminstración en esa Isla, que si se le concediese á los puertorriqueños las mismas libertades de que nosotros gozamos, políticamente hablando, elegirían todos los funcionarios en oposición á la política de este gobierno. Eso, nada más que eso, á mi juicio, es el alcance que tienen esas declaraciones. Y esa es la censura más amarga, la recriminación más elocuente que puede hacerse, de la actitud que hemos asumido hacia esos pueblos, y de la forma de gobierno que les hemos otorgado, por cualquier mediano opositor de este sistema colonial. La propia confesión de sus partidarios más encárnizados, de que: si concediésemos á ese pueblo la oportunidad, ellos actuarían, como un sólo hombre, mostrando que se hallan unánimemente opuestos á nuestra política en su isla, esa misma confesión, repito, los acaba de aniquilar por completo.
No he querido, ni quiero analizar los méritos que encierran esas medidas legislativas para Puerto Rico. Los he oido discutir en esta Cámara, y practicamente, todos parecen caer dentro de los estrechos límites del acta orgánica. Pero la cuestión esencial no estriba en que esas medidas sean legales, sino el que sean buenas y deseables para nosotros, según nuestro egoista modo de entender. Y, suponiendo que no hubiesen sido legales, entonces, de la poca experiencia que he podido personalmente adquirir en mi propio país acerca de estos asuntos, he de declarar que con toda confianza yo hubiera confiado á los tribunales de Puerto Rico, nombrados por el Presidente de los Estados Unidos, el cuidado de interpretar esa legislación. Y es cosa que no deja de sorprenderme en grado sumo, vuelvo á repetir, que los puertorriqueños no se apartaran un ápice de los antiguos y bien sentados precedentes, al tratar de alcanzar esas reformas.
Una vez fuí yo también miembro de una legislatura y sus dos Cámaras se habían declarado en crisis; la que consideraba la ley de presupuestos sostenía sus asignaciones, negándose á alterar en cualquier forma el proyecto de ley, y el Gobernador tuvo que convocar de nuevo, en sesión extraordinaria á la legislatura para que pudiese aprobarse dicha ley hasta que al fin lo consiguió. Es verdad que también hubo una sesión extraordinaria en Puerto Rico, pero creo que no existió en ella la menor buena fe. Yo no puedo creer que se haya hecho algún esfuerzo de importancia en esa sesión especial de dos días para llevar los dos cuerpos legislativos á un arreglo definitivo de sus diferencias. No conozco personalmente al Gobernador de Puerto Rico ; probablemente será un perfecto caballero en toda la extensión de la palabra, pero yo sé lo que el pueblo americano le hubiese hecho la próxima vez en los comicios, si hubiese sido gobernador de un Estado americano y dejando que tal situación se aproximara, la hubiese resuelto en una forma tan poco sabia, como lo ha hecho en esta ocasión.
A veces me sorprende, señores, cuando me detengo á reflexionar lo que habría ocurrido en este asunto, si no hubieran coincidido estas cuestiones con la apertura de estas sesiones especiales del Congreso.
Nadie puede cuerdamente suponer que estemos en sesión por todo el año, y ahora he de declarar ante esta Cámara, que en estos momentos me asalta la aprehensión de que si no estuviéremos en sesión extraordinaria, ni el Gobierno habría permitido que tal estado de cosas subsistiese, ni el pueblo de Puerto Rico se hubiese visto obligado á soportarlo. ( Aplausos. )
Porque, señores, el Gobierno sería entonces allí una entidad bastante endeble, si para solucionar conflictos ha de depender exclusivamente de ocasiones anormales, como éstas, en que el Congreso está deliberando.
Y ya he dicho que esos insulares no hacían sino seguir el precedente mejor sustentado, desde que los parlamentos de las naciones libres han suplantado á los reyes de las monarquías, un precedente que indica con absoluta claridad que no sólo están suficientemente preparados para el self government, sino que se han asimilado hasta sus diversos sofismas y procedimientos. Podríamos, en síntesis, afirmar que se les ha inculcado el verdadero concepto americano de ese magno juego; y si yo no conociera del pueblo de Puerto Rico, más que ese solo dato, ó sea el de esgrimir su ley de presupuestos, como una fusta, contra el Consejo Ejecutivo, diría que es un pueblo altamente civilizado. ( Risas y aplausos. ) Ese es el golpe de mayor efecto á que nosotros recurrimos cuando presentamos la batalla final ; pero, desgraciadamente, con el Congreso en sesión en Washington, no ha podido alcanzarse el éxito esperado.
Y ahora bien, señores de la Cámara, porque las costumbres de ese pueblo no son nuestras costumbres ; Porque, no manejan sus asuntos del modo especialísimo que nosotros quisiéramos que lo hiciesen, por eso solamente, vamos á considerar esto como un fracaso, corno un pueblo de ingratos, merecedores de los más duros calificativos, recomendando que se les restrinja ó se les quite la poca ficción de gobierno propio que poseen?
La verdad es que toda la causa de los desaciertos cometidos en nuestras posesiones insulares…. nosotros las llamamos posesiones “insulares”, demostrando de nuevo el error del poeta, cuando afirmaba que el nombre no hacía a la cosa, que “una flor llamada de cualquier modo, sería siempre una rosa, con su perfume igual.” Nosotros tenemos nuestras comisiones “insulares” y nuestras posesiones “insulares.” En Inglaterra á éso se les llama posesiones “coloniales” y eso es lo que son en realidad. He aquí, pues, esa posesión colonial que no parece estar tan satisfecha de la forma de su gobierno, como lo están la mayor parte de las posesiones de Inglaterra. Nuestra idea es que sus habitantes, no han progresado lo suficientemente para alcanzar ese alto grado de civilización, que plenamente nos justifique su aptitud para confiarle todas las libertades del self-government. Yo digo que la verdadera causa de esos desaciertos, consiste en el gran error cometido, al apoderarse de la política colonial Europea, que parece estar actuando ahora, tanto en Puerto Rico como en las Islas Filipinas, á despecho del desafecto unánime de ambos pueblos y que tiende en nuestra propia patria á desmoralizar nuestra ideas de gobierno, nuestros principios y nuestras tradicciones legendarias.
Y ahora se me ocurre preguntar ; ¿dónde está la compensación que hemos recibido, que estamos recibiendo ó que recibiremos de esa completa claudicación de nuestro espíritu democráta ? En lo que respecta á Puerto Rico, parece que hemos conferido á sus habitantes las mayores bendiciones, según nuestro entender ; que hemos adelantado mucho su antigua situación, y no tengo la menor duda que hayamos realizado algo en sentido material. Si señores, es verdad que hemos constituído muchas escuelas, pero eso lo hemos hecho con dinero de los contribuyentes ; hemos construidos infinidad de carreteras, pero la hemos construido contando con el bolsillo de los contribuyentes.…
Mr. Fostor. ( de Vermont ). ¿ Esperaba, su señoría, que las hubiésemos construido de nuestro propio pecunio ?
Mr. Martin. ( de Colorado ). No ; ni las hubiera yo construido de mi bolsillo particular ; pero tampoco hubiera manifestado un orgullo tan exagerado por haberlas hecho del bolsillo del contribuyente puertorriqueño. ( Grandes risas. )
Mr. Scott. ¿No es verdad que esas carreteras se han edificado con nuestro dinero, que cada Estado de la Unión contribuye al sostenimiento del Tesoro Federal, por medio de sus derechos de aduanas y sus contribuciones de rentas internas ?
Mr. Martin. ( de Colorado ). En esa forma, sí ; porque ademas, de los beneficios que el Presidente en su mensaje señala, estamos perdiendo al año $15.000,000, en concepto de derechos de aduanas, por razón de cabotaje con Puerto Rico. Y como la valoración de la propiedad en la Isla asciende hoy solo á $100.000.000, parece resultar que en siete años los Estados Unidos perderán, únicamente en derechos tarifarios, la totalidad del valor de la tierra en Puerto Rico, como recompensa á las bondades que hemos derramado sobre sus habitantes, imponiéndoles una forma de gobierno que detestan y enseñándoles el modo de administrar dicho gobierno.
Así es que bajo cualquier prisma que se mire la cuestión, señor presidente, resulta un gran beneficio para el pueblo de Puerto Rico y una pérdida irreparable para el pueblo de los Estados Unidos. Y yo no creo que haya aquí nadie capaz de sostener, que á nuestra patria se le ha de resarcir en definitiva, ni creo que haya otra recompensa que le satisfacción bien vana de haber elevado á esos pueblos, según nuestro criterio, de la condición pacífica y tranquila en que estaban á un grado de lucidez inaccesible, que les permita con el tiempo dirigir sus propios destinos.
La cuestión de Puerto Rico presenta los mismos rasgos que la de Filipinas, solo que esta última se centuplica en magnitud. Se ha dicho que esas islas están costando á la nación en la actualidad más de $ 700.000,000 que no han de volver á nuestros bolsillos en más de cien añas, y ahora se me ocurre preguntar, ¿ en dónde está la recompensa que vamos á obtener; si prolongamos esta situación?
Todo el mundo sabe que las Islas Filipinas constituye, por decirlo así, la parte vulnerable del armazón del gobierno nacional ; son, hablando en sentido figurado, el verdadero talón de Aquiles, de la anatomía del Tio Sam.
Todo el mundo sabe que en menos de 15 días puede darse allí un golpe que consumiría centenares de dollars y centenares de hombres, por cada dallar y por cada hombre que el golpe costase. ¿De dónde, pues, sino de eso, proviene esta agitación por una gran armada, por una escuadra en el Pacifico tan poderosa como la del Atlántico? ¿Cuál es la génesis, la justificación de tal demasía? No voy á decir que debo ignorarlo ó negarlo.
Todo eso viene de nuestro dominio sobre esas Islas, de eso, y nada más que de eso, porque yo quiero declarar en este recinto, con toda la formalidad posible en estos actos, que no hay suficientes habitantes en Asia, que se atreven á poner su planta en nuestra costa del Pacífico.
Pero no por eso se nos podrá negar que existe la ocasión de dar un golpe, que vendría á herir de un modo bien sensible el orgullo y las arcas de este país, en la misma forma que se ha herido el orgullo y las arcas de Rusia en esas latitudes. A ese pueblo filipino le acabamos de dar el cabotaje, imponiéndole una tarifa que lo aisla del resto del mundo. Ellos no quieren el libre cambio. Ellos solamente desean la independencia, el self -government.
Pero no voy á entrar en estos asuntos ahora.
Se dice que el pueblo de Puerto Rico es más culpable que el pueblo filipino, porque el primero vino voluntariamente hacia nosotros. Quiere decir, que ellos vinieron á nuestros brazos y ahora se les llama culpables porque solicitan sus antiguos trastes y quieren jugar por sí mismo con ellos.
Es verdad que vinieron voluntariamente hacia nosotros. En la explosión de entusiasmo que siguió á la guerra hispano-americana, ellos en realidad corrieron á nuestra protección, pero muchos piensan hoy que saltaron de la sartén para caer en el fuego. Ya se ha gastado toda la novedad. Están ahora dentro de la realidad, delante de un coloso, que nos les puede brindar ni siquiera la simpatía que les podrían ofrecer sus antiguos amos, las simpatías y los lazos de raza, idioma, religión, temperamento, costumbres sociales y todo lo que significa tradición de un pueblo. Pero entended bien claro, señores de la Cámara, que yo no coincido con la opinión de que España fuese mejor para con ellos ó que hubiese sido más buena.
No señores, yo no creo absolutamente en esa manifestación.
Pero eso forma una idea inescrutable en la imaginación puertorriqueña y es precisamente eso lo que tenemos que atender. Nosotros tenemos que contender con las ideas de la mente puertorriqueña y no con los hechos que veamos ; sin importarnos un ápice su elocuente rigidez y frialdad ; y la cuestión á resolver es esta : ¿ en qué forma vamos nosotros á solucionar este problema? Vamos nosotros á resolver problema tan arduo, empezando por restringir sus facultades de self-government, ó vamos á tomar la línea de conducta más racional, más lógica, desentralizando esos poderes, originando una verdadera legislatura, dejando á los funcionarios administrativos de la isla que ejerzan sus facultades ejecutivas y á la legislatura sus verdaderas funciones legislativas ? Es mi firme convicción que dejando el poder del veto al Gobernador y con las cortes supremas y federal, nombradas por el Presidente de los Estados Unidos, se llegaría á formar un gobierno perfectamente estable en Puerto Rico. Y quiero repetir : ensayemos el experimento americano de gobierno primeramente ; y si fracasa, entonces habrá tiempo suficiente para considerar los diversos sistemas europeos.
Esta enmienda aparentemente es una cosa inofensiva. Y espero que no se me tache de demasiado ideal al confesar que la creo bastante necesaria en estos instantes, pero mi objeción se basa, señor presidente, en que esta enmienda forma parte absolutamente decisiva en un asunto de trascendencia política más alta y por eso me opongo á ella y votaré contra ella.
Porque, señores, esto es en realidad todo lo que pide el Consejo Ejecutivo ; esto es lo que han venido á buscar á Washington esos caballeros. Como se ha mencionado en anteriores manifestaciones, los señores del Consejo Ejecutivo no habían aún terminado sus asuntos de calendario, porque todo lo que querían era pasar su ley de presupuestos, que estaba entonces en la Cámara de Delegados.
Evidentemente su intención no era otra que “la vieja bandera y el presupuesto,” y cuando se les dé lo que demandan en esta enmienda, ¿qué sucederá entonces? ¿Cuál será el resultado de esta determinación?
¿No le tendrá que caer inevitablemente en la cuenta de que se aprueba y encomia la actual actitud del Consejo Ejecutivo, responsable único de esta situación? ¿No regresarán esos caballeros á aquel país y dirán al pueble de Puerto Rico : “Ya ves lo que ha sucedido con tus agitadores. Hemos ido á Washington, obtuvimos lo que deseábamos, y es necesario que entiendas que siempre que queramos lo obtendremos.” Por eso quise declarar en este sitio que el pasar esta enmienda sin ninguna promesa ó esperanza de auxilio, así, tan indefinida é ilimitada en sus designios, no sólo significaría dar demasiadas alas al Consejo Ejecutivo, sino que vendría á ser como una bofetada en la cara del pueblo de Puerto Rico. Si existe alguna justicia en la causa de ese pueblo, si hay algún derecho ó equidad en ella, si ellos son sólo parcialmente responsables de esta situación, esta acción del Congreso vendrá á desvanecer sus esperanzas, desmenuzándolas bajo el tacón formidable de un gran Gobierno, á quien han concurrido en demanda de auxilio, simpatía y justicia, y lo que han encontrado es un alejamiento más hondo cada día.
Deseo llamar la atención de la Cámara en relación con e to, para decir que el propio Secretario del Interior, á quien se refirió este asunto, hubo de recomendar esa medida solo como último término de las negociaciones.
Voy á leer las propias palabras del actual Secretario del Interior, quien parece haber sugerido un remedio, para que los sueldos que se trataban de disminuir sean fijados por el Congreso, y quizás de este modo se obviarían todas las dificultades. Dice el Secretario del Interior :
“Se ha ofrecido otra solución en la forma de adoptar una enmienda, como se ha hecho para estos casos en Filipinas y en el Hawaii, y que consiste en hacer efectivo el anterior presupuesto, cuando la legislatura deja de pasar la ley de apropiaciones. Nuestra razón para preferir la primera solución expuesta, á esta otra, es que esta última representa una mayor desviación de la ley actual que la primera.”
Ya se ve, como en la opinión del Secretario del Interior eso es una gran desviación, á la que no ha debido recurrirse más que en último término. Y aún así, en mi entender, caben infinidad de modificaciones, razonables y prácticas, que han podido sugerir con más imparcialidad, en cuanto al Consejo Ejecutivo, aquellos que poseen hoy una autoridad más alta que el Secretario del Interior.
Es este un asunto, señores de la Cámara, al cual debemos prestar una atención mucho más escrupulosa que á cualquier legislación que afectara á nosotros mismos. Porque si esta Cámara pasa un proyecto de ley, al que yo me opongo, ( y quiero añadir aquí que lo pasará dentro de poco probablemente ) esa ley afectará tanto á vosotros como á mí, y todos tendremos que vivir igualmente bajo esa ley ; pero en la proposición á discutir estamos enmendando el gobierno de otro pueblo, distinto del nuestro, y poniendo su administración en las manos de los mismos hombres, y bajo un sistema que ha perdido ya toda la confianza del pueblo á quien se aplica.
Frente á una situación tan anormal como ésta, y si tal enmienda tiene que pasar, yo limitaría sus efectos, por lo menos, hasta el año próximo, insertándole una cláusula condicional, en la que por virtud de una resolución conjunta se tomasen medidas tendentes á hacer renacer la confianza en ese pueblo, nombrando, por ejemplo, una comisión ó delegación del Comité de Asuntos Insulares actualmente en existencia, con la misión de ir á Puerto Rico, abrir una información seria, sin tomar solamente las declaraciones de los miembros del Consejo Ejecutivo, sino hacer una investigación detenida, con toda la necesaria autoridad, é informar después sus conclusiones en la próxima sesión ordinaria del Congreso. Si no estoy mal informado, me parece que el Presidente le hizo una proposición idéntica á los Delegados de la Cámara de Puerto Rico, cuando le manifestó que si regresaban á su país y aprobaban la ley de presupuestos, él nombraría un comisionado especial que fuese á la Isla para investigar la situación y rendir informes, demostrando de este modo que á él mismo debió haberle asaltado alguna duda acerca de quién era el responsable y donde se hallaba la verdad.
Declaro, pues, que para conjurar este conflicto, limitaría los efectos de esta enmienda nada más que hasta el próximo año fiscal, agregando tales condiciones como las que ya he manifestado en la discusión de esta proposición, añadiendo que la enmienda no debe pasar en este Congreso, sin la condición ya expresada ó vice–versa, y al asumir esta posición quiero negar rotundamente la acusación de que haya estado dispuesto á subvetir el gobierno de Puerto Rico ó á violar mis deberes, como Representante del Congreso americano. ( Aplausos del lado demócrata ).
DISCURSO PRONUNCIADO POR MR. WILLIAM P. BORLAND, DE MISSOURI.
Señor Presidente : Este proyecto de ley (H. R. 9541) formulado para enmendar la llamada “Ley Foraker” que crea un gobierno para la Isla de Puerto Rico, no debe pasar y seguramente no pasará, si los miembros do esta Cámara de Representantes procuran estudiar este asunto con toda la consideración que su gravedad demanda. Este bill no representa una artimaña, más ó menos hábil, para conjurar una emergencia accidental, sino que es, analizándolo detenidamente, un verdadero paso de retroceso en la dirección de nuestros asuntos coloniales.
También sé que ayer se dijo en este recinto precisamente por un caballero que tiene informes recientes de esta cuestión, que los designios de esta ley no iban á decidir los méritos de la controversia entre los partidos políticos contendientes en la, Isla, y yo espero poder demostrar á ese caballero y á esta Cámara, que esta medida no solo decidirá los méritos de la actual contienda entre los partidos políticos puertorriqueños, sino que vendrá á poner en manos de un solo partido el dominio absoluto de todos los asuntos políticos de Puerto Rico.
Del mensaje presidencial y del informe que lo acompaña, aparece que la Asamblea Legislativa do Puerto Rico terminó sus sesiones ordinarias, sin haber pasado la ley de presupuestos ; que inmediatamente el gobernador convocó en sesión extraordinaria á la legislatura, la cual clausuró sus trabajos tres días después, sin haber podido pasar la mencionada ley de presupuestos. Es un motivo do graves discusiones, aún deduciendo los hechos del propio informo que trae el mensaje del Presidente, determinar sobre quién recae la responsabilldad de la segunda clausura de la Asamblea Legislativa de Puerto Rico.
La causa inmediata del cierre de los trabajos legislativos ha tenido su origen en una crisis entre los dos cuerpos deliberantes de la legislatura, por cierta clase de legislación de carácter general. Esta legislación consistía en una ley para la creación de un banco agrícola, una ley para el establecimiento de una Escuela de Artes y Oficios, una ley para la implantación de un gobierno de condados en Puerto Rico, una ley para aumentar el número de jueces electivos, y una ley que exigía que la tasación de la propiedad estuviese en manos de los contribuyentes locales del distrito en que había de imponerse el tributo.
Ahora bien ; no es mi ánimo examinar detenidamente los méritos de cada uno de estos proyectos de ley. La real dificultad surge aquí, no precisamente del carácter de las medidas propuestas, sino de toda la estructura, de la aplicación general que se le ha dado á este gobierno en Puerto Rico. Esta crísis ha podido ocurrir lo mismo sobre cualquier otra medida legislativa, distinta de las que aparecen como objeto de controversia. De los debates anteriores, ya habréis podido saber que la Asamblea Legislativa de Puerto Rico consiste de dos cuerpos : la Cámara alta ó Consejo Ejecutivo, que está formada por seis jefes ejecutivos de la administración insular, y son : el Secretario de Puerto Rico, el Attorney General, el Comisionado del Interior, el Comisionado de Instrucción, el Tesorero y el Auditor, agregándose á estos, cinco naturales, de Puerto Rico, nombrados por el Presidente de los Estados Unidos, Por lo tanto, ya véis con absoluta claridad, que todos los miembros de la Cámara alta son nombrados por el Presidente, que una mayoría de esta Cámara no está formada por ciudadanos de Puerto Rico, y que sus principales funciones son ejecutivas.
La Cámara baja está compuesta de treinta y cinco representantes, elegidos por el sufragio universal, en los siete distritos electorales, en que se halla dividida la Isla. Ahora bien, se asegura que los treinta y cuatro representantes que actualmente forman la Cámara baja ( uno de ellos ha fallecido ), pertenecen á un solo partido político, y de aquí se infiere, probablemente con alguna exactitud, que estas medidas legislativas son inspiradas por un solo partido.
Se nos dice, también, en el mensaje presidencial, que existe una duda bastante considerable acerca de las facultades que tiene esa Asamblea Legislativa para pasar el proyecto de ley de presupuestos ; pero que es ya algo tarde para cambiar la interpretación que se le ha venido dando en anteriores épocas.
Un examen detenido de la ley Foraker, señor presidente, muestra que no existe tal disparidad de criterio en esta euestión. Las facultades genéricas de legislación general residen en la Asamblea Legislativa de Puerto Rico, porque en la Sección 12 de su acta orgánica dice :
Que todos os gastos en que incurra el Gobierno de Puerto Rico, por concepto de sueldos á empleados, ó que la dirección de oficinas ó Departamentos ocasiona ; como también todos los gastos ú obligaciones contraidas para el adelanto ó desarrollo interno de la Isla, excluyendo defensas, cuarteles, bahías, faros, sistema de boyas, y aquellas otras construcciones hechas por el Gobierno de los Estados Unidos, serán pagados por el Tesorero do Puerto Rico, de los fondos para su custodia.”
Y en la Sección 27 de la misma acta orgánica, se lee: “Que todos los poderes legislativos por la presento concedidos, so conferirán á la Asamblea Legislativa, que consistirá do dos Cámaras, etc., etc.
Sin entrar en más consideraciones se vé que no existe la menor duda de que la Asamblea Legislativa tenga ó no facultad de asignar dinero del tesoro de la Isla para todas sus necesidades. El dinero que se halla en el tesoro pertenece legítimamente al pueblo de Puerto Rico ; allí se ha colocado con el fin de pagar los gastos que ocasione el gobierno de Puerto Rico, y la facultad de legislar y de disponer de esos fondos se ha delegado á la Asamblea Legislativa de Puerto Rico.
Mr. Olmsted. ¿Permitiría el caballero que le hiciese una pregunta?
Mr. Borland. Con mucho gusto.
Mr. Olmsted. ¿Cuándo una ley del Congreso fija los sueldos que deben pagarse por el Tesorero de Puerto Rico, se necesita esa legislación da parte de la legislatura insular?
Mr. Borland. Sin duda alguna.
Mr. Olmsted. Y qué acerca de la Sección 36, á la que no se ha referido el caballero?
Mr. Borland. Ya esperaba referirme á ella.
Mr. Olmsted. En esa Sección se especifica, que los sueldos de Gobernador y otros destinos públicos se pagarán por el tesorero. ¿No cree, su señoría que si esto constituyese una nueva cuestión en la ley, podría muy bien de ella deducirse que no se necesitaría ningún acto legislativo de la Cámara insular?
Mr. Borland. Contestaré á eso que acaba de declarar su señoría con toda extensión y con la mayor claridad posible.
Yo afirmo, en respuesta á la pregunta del caballero por Pennsylvania, que toda concepción general de peder legislativo á un pueblo, trae consigo el derecho general de hacer asignaciones del dinero que poseo en su soberanía, teniendo perfecta jurisdicción sobre el tesoro de sus dominios, y, por tanto, deberá existir una excepción específica en el acta orgánica, que determino dónde está esa interpretación general de la ley á que alude su señoría. Al mismo tiempo, quiero llamar la atención del caballero que ha hecho uso de la palabra, hacia este otro lado: La sección 26 de la Ley Foraker, que provee para cinco miembros del Consejo Ejecutivo, que no sean jefes do departamentos ejecutivos, dice lo siguiente :
“Y ellos recibirán, como compensación por sus servicios, tales sueldos anuales como se fijen por la Asamblea Legislativa.”
Mr. Olmsted. Eso si requiere legislación.
Mr. Borland. Sin duda alguna, Y en la Sección 37 agrega :
Que lo que so dispone en la sección anterior ( en la 36 á la que me referí dentro de poco ) no se aplicará á los sueldos municipales. Esos sueldos como la compensación que reciban sus delegados ayudantes y otros funcionarios, como también cualesquiera otros gastos en que incurran las municipalidades, serán pagados do las rentas, municipales, en la forma que lo determinare el Consejo Ejecutivo.
Ahora bien ; la única excepción general de facultades legislativas está manifiesta en la Sección 36, que determina que todos los sueldos de ciertos funcionarios nombrados por el Presidente son fijos, pero la misma Sección 36 también expresa que :
“Los Sueldos de todos los funcionarios de Puerto Rico, que no hayan sido nombrados por el Presidente, incluyendo delegados, ayudantes y otros empleados, serán pagados de los fondos de Puerto Rico, en la forma que de tiempo en tiempo lo determine el Consejo Ejecutivo. ”
Es en la fraseología que emplea esta ley, donde se alega que existe ambigüedad acerca de quien tiene el poder de hacer asignaciones ; si reside únicamenle en el Consejo Ejecutivo, ó si solo lo tiene la Asamblea Legislativa de Puerto Rico.
Si una concesión general de facultades se ha conferido á la Asamblea Legislativa, reafirmándose este acto en dos ocasiones en la misma ley, cualquier excepción legal que se tome, en interpretación de los derechos mencionados, deberá concretarse exclusivamente á la esfera de acción que señala la propia excepción de la ley.
Al paso que el lenguaje empleado en esta sección crearía un conflicto con otras secciones de la ley, si no existiese más nada en el Acta Orgánica, que lo limitase é interpretase con claridad ; encontramos, sin embargo, en la Sección 18, relativa al Consejo Ejecutivo, que este cuerpo tendrá el poder de emplear todos los delegados necesarios y otros funcionarios para el mejor cumplimiento de sus funciones, como tales funcionarios y como tal Consejo Ejecutivo.
Así es que puedo decir al caballero por Pennsylvania ( Mr. Olmsted ), que no existe duda de ningún género, por lo menos, en mi entender, puesto que la interpretación de esa cláusula se base en que, teniendo por la Sección 36 el derecho de pagar ciertos delegados, esos delegados que se significan son lo que únicamente pueden ser nombrados por el Consejo Ejecutivo, y nunca aquellos, cuyos sueldos se deriban de las rentas generales de la Isla. Por lo tanto, de hecho no existe la menor ambiguedad en este asunto.
Podemos, pues, asumir, como cierto á todas luces, que el poder legislativo, de hacer asignaciones reside en la Asamblea Legislativa, y como el informe que acompañaba el mensaje presidencial no especificaba con exactitud la naturaleza de cada una de las asignaciones del bill de presupuestos, debemos afirmar de un modo concluyente, que la ley de presupuestos cae de lleno dentro de las facultades otorgadas á la Asamblea Legislativa.
Mr. Livingston ¿ Podría el caballero en el uso de la palabra discutir este asunto, hasta sugerir un remedio efectivo? Porque es mi entender que el mejor remedio sería que el Gobierno de los Estados Unides tomase á su cargo las rentas de ese pueblo, para después hacer las diversas asignaciones en el pre supuesto. ¿ No sería eso una consecuencia legítima de lo ocurrido ?
Mr. Borland. Doy las gracias al caballero por la sugestión que acaba de hacer. Trataré de llevar el asunto á ese terreno dentro de poco.
Ahora bien ; se dice también en el mensaje del Presidente que ha sido la corriente costumbre de la Asamblea Legislativa de Puerto Rico retener la ley de presupuestos, hasta el último momento, en la Cámara de Delegados, para obligar al Consejo Ejecutivo á actuar sobre varias medidas legislativas ; que esa ha sido una costumbre inv terada desde la creación de la Asamblea Legislativa. En resumen, como bien claro lo expresa la misma Acta Foraker, que en su Sección 30 dice :
“Que esta Cámara de Delegados tendrá y ejercerá todas las funciones, respecto á la manera de dirigir sus asuntos, en la misma forma que lo llevan á cabo todos los parlamentos legislativos.”
Por tanto, no veo nada nuevo en esa manifestación de que ese cuerpo político haya retenido esas apropiaciaciones, ó haya estado reteniendo año tras año, su ley de presupuestos con el fin de obligar al Consejo Ejecutivo á actuar en asuntos de interés general para la Isla.
Mr. Scott. ¿Cree su señoría que no sea reprensible el asumir tal clase de conducta?
Mr. Borland. No señor ; bajo ningún concepto creo que eso es reprensible.
Mr. Scott. ¿Cree, entónces, el caballero, que es muy propio de un cuerpo legislativo ó de miembros de un cuerpo legislativo amenazar con la supresión de asignaciones en la ley de presupuestos para el sostenimiento de la máquina administrativa, si no se pasa la legislación que ese cuerpo insiste en alcanzar?
Mr. Borland. El caballero que habla tendría que volver la cara á una serie muy larga de ya bien sentados precedentes, si se aferra en sostener esa opinión tan especial.
Mr. Scott. Yo creo que al aducir tal argumento, si el caballero so refiere á precedentes sustentados en este país, ya en las legislaturas de los Estados, ya en el Congreso de los Estados Unidos, su señoría no encontraría actos legislativos que lo asesorasen. Pueden haber ocurrido casos aislados, en que el proyecto du ley de presupuestos se haya retenido, con el fin de conseguir ciertas medidas legislativas, pero por mi propia experiencia, y yo creo que el caballero tendría alguna dificultad en citar aquí casos en contrario, cuando tal crisis ha ocurrido, ha sido motivada por alguna asignación especial, incluida en la ley de presupuestos y nunca por desavenencias relativas á otra legislación
Mr. Borland. Señor presidente, voy á decirle al caballero que habla, que no solo, según mi modo de entender, eso es ya un precedente, una costumbre establecida en todos los cuerpos legislativos, sino que tampoco constituye una amenaza, como acaba de decirse. Y quiero agregar que hoy más que nunca ha llegado á ser una costumbre inveterada en Puerto Rico, según lo expone el mensaje presidencial, por la constitución particularísima de la Cámara alta de su legislatura Donde quiera que ambas Cámaras legislativas son elegidas por el mismo cuerpo electoral, aún á veces ocurren encre ellas sus crísis pero, entonces, no hay más que un tribunal á quien recurrir para saber donde está la razón, y ese tribunal es el pueblo que las ha elegido. Pero esta no es la misma situación en que se halla colocada la Cámara de Delegados do Puerto Rico.
Mr. Scott. Indudablemente que habría un gran peso en las manifestaciones que está haciendo el caballero y en las que han hecho los que la han precedido en el uso de la palabra, acerca de la constitución de la Cámara alta de la legislatura de Puerto Rico, si las actas de sus sesiones hubiesen mostrado alguna vez una división en materias de raza ; pero esas actas indican que nunca ha habido tal división. Ya las he examinado escrupulosamente y solo en una medida de importancia hubo esa división entre los miembros continentales y los insulares del Consejo Ejecutivo. En todos los demás casos no se registra una sola disparidad.
Mr. Borland. Muy bien ; quiero admitir que el caballero tenga razón en lo que dice. Yo recuerdo todavía sus palabras de ayer, en las que manifestaba que esto no era más que una simple cuestión entre dos partidos políticos, y también he tenido el placer de leer esta mañana on The Kansas City Times, del pasado miércoles, mayo 25, un interview del caballero por Kansas en el que su señoría manifiesta que el partido político que hoy domina la Cámara de Delegados, está dirigido por un hombre de apellido Rivera y llega hasta indicar que el leader de la otra organización política, conocida con el nombre de “Partido Republicano”, es un negro llamado Barbola. Así es que ahora tiene lugar una lucha entre este negro, Dr. Barbola, quien no ha obtenido una mayoría del pueblo de Puerto Rico, y el leader del otro partido político.
Mr. Scott. Señor presidente, yo no he leído el interview á que alude el caballero; pero solamente me levanto, para corregir el nombre de uno de los señores mencionados : ésto se llama el Dr. Barbosa……
Mr. Borland. Acepto la corrección que ha hecho el caballero por Kansas.
Mr. Scott Y pudiera agregar que dicho señor ha sido por muchos años miembro del Consejo Ejecutivo, nombrado por el Presidente de los Estado Unidos y se le reconoce como uno de los más capaces y distinguidos ciudadanos del pueblo de Puerto Rico.
Mr. Borland. Estoy muy contento al oir esa información de labios de su señoría. Señor presidente, parece, pues, que el leader de este partido republicano, qne ha fracasado en los comicios, es un miembro de la Cámara alta, uno de los naturales de Puerto Rico nombrados por el Presidente. Y ya sea por este motivo ó por el otro, lo cierto es que ha perdido el control de la opinión política de la Isla. Como ya he dicho, su partido no tuvo ningún éxito en la elecciones generales y el otro partido, según creo entender, no guiado por un negro, resultó victorioso en los comicios y eligió unánimemente la Cámara de Delegados de la legislatura puertorriqueña.
Ahora bien: no creo que sea de nuestra incumbencia entrar en los detalles de esta lucha política, entre Rivera y Barbosa, ni creo que sea propio el tratar de averiguar si son ó no sabias estas medidas legislativas aquí propuestas, Nosotros tendremos indudablemente nuestro punto de vista especial acerca de la bondad ó imperfección do esas medidas; nosotros podemos tener nuestra opinión acerca de la sabiduría ó de la torpeza con que ha llevado el procedimiento al tratar de obligar al Consejo Ejecutivo á que las aprobase ; nosotros podemos creer ó negar que esas reformas fuesen de tal importancia para el pueblo de Puerto Rico que haya plenamente justificado la táctica, adoptada por la Cámara de Delegados para conseguirlas ; pero el hecho queda en pie, con un realismo sorprendente, diciéndonos que éstas eran reformas solicitadas por un partido politico, y que desde la creación de la Asamblea Legislativa, los miembros de la Cámara de Delegados no han tenido otro medio de llamar la atención del Consejo Ejecutivo hacia una legislación beneficiosa y general, sino demorando la aprobación de su ley de presupuestos hasta el último momento de la clausura de las sesiones. Y ahora aparece, con mayor claridad, por los argumentos en ambas partes de la controversia, que si se tratara de una crisis entre los dos cuerpos colegisladores de un verdadero sistema do gobierno republicano, ni se hubiera ido, ni hubiera podido llegarse más allá de los límites de una transacción entre ambas partes.
En resúmen, yo he notado que el mensaje presidencial manifiesta que cuando los comisionados de la Cámara de Delega dos vinieron aquí, á presentar su causa ante el Ejecutivo, no insistieron en todas las reformas que antes pedían, sino que finalmente limitaron sus demandas á dos medidas, ó sea á las que ellos llamaban “las reformas judiciales”, que consistían en la elección de jueces municipales, en vez de ser nombrados por el gobernador y en la elección de alcaldes por los ayuntamientos de los municipios, en lugar de ser nombrados por el Ejecutivo do la Isla.
Y ahora yo deduzco que todo el abuso, todo el escarnio, todas las manifestaciones extra-oficiales que aquí se hicieron ayer tarde contra esos puertorriqueños, no tendrían otro comentario más elocuente acerca de su capacidad para el self-government, que la limitación de sus demandas á lo que consideraron de vital importancia en sus reformas.
Porque, vamos á ver: ¿si á estos hombres les hubiese animado un espíritu de anarquía y deslealtad, vendrían aquí con una solución para llegar á un compromiso ; con una proposición, repito, que pasaría como buena por cualquier legislatura de la tierra ; una proposición para arribar á un compromiso, idéntica á las que esta Cámara de Representantes tiene á veces que revolver con su rama legislativa cordinada y que ha resuelto en casi toda importante reforma legislativa?
Y yo vuelvo á repetirlo, señores representantes : no existe una sola prueba en el actual estado da cosas en Puerto Rico, que demuestre que esos insulares han perdido por un solo instante la noción exacta del gobierno propio.
Ahora bien ; en respuesta á la pregunta del caballero por Georgia, ó mejor dicho, en respuesta á su bondadosa sugestión, voy á echar una ligera ojeada al remedio propuesto en este bill. Este proyecto de ley expresa, que si al terminar cualquier sesión legislativa no se han hecho las asignaciones necesarias para el sostenimiento del gobierno, se considerará como apropiada una cantidad igual á las sumas asignadas en el presupuesto del año anterior. Y hasta que “la legislatura” ( probablemente querrá significar la Asamblea Legislativa ) no resuelva nada en este respecto, el Tesorero de Puerto Rico, mediante la autorización del Gobernador, puede ordenar los pagos necesarios para las erogaciones ya mencionadas. En otras palabras, aquí se nos dice que este bill es una simple artimaña, para solucionar la emergencia actual, cuando en realidad su intención no es otra que la de quitar á la Asamblea Legislativa de Puerto Rico la facultad de legislar en materia de presupuestos. Y si ésto no constituye un retroceso, entonces sería difícil entender donde….
Mr. Olmsted. Con el permiso del caballero, esto no quita á la legislatura, por completo, el poder de legislar. Esta medida simplemente cubre el período de tiempo que transcurre hasta que ellos legislen. Ellos pueden legislar sobre este asunto mañana ó cualquier otro dia que lo estimen conveniente ; ésto en nada le obstaculizará ; y cuando hayan legislado, esta ley, por los propios términos en que está con cedida, cesará en sus efectos.
Mr. Borland. Yo oreo convencer aún al caballero por Pennsylvania sobre este punto de la cuestión. Si, como dice el Presidente, y nosotros debemos presumir que lo que dice es cierto, que ha sido la costumbre habitual en todas las sesiones retener el presupuesto para conseguir la aprobación del Consejo Ejecutivo á las reformas de carácter general, entonces, de este solo hecho se desprende que la legislación de carácter general para la Isla nunca se ha originado, como proposición inicial, en el Consejo Ejecutivo.
Mr. Douglas. Justamente ahí ¿podría imerrumpir por un momento al caballero que habla? Estoy seguro de que su señoría está confundiendo las manifestaciones del Presidente con la situación actual, perdonando el modo de expresión, cuando dice que fué la costumbre de la Cámara de Delegados de Puerto Rico retardar el Bill de presupuestos, para con seguir medidas legislativas de carácter general. No existe nada de verdad en este caso.
Aquí solamente se trata de que ella retuvo la legislación general y se negó en todas las sesiones á pasar la ley de presupuestos hasta después de media noche de la última sesión legislativa, para así obligar al Consejo Ejecutivo á que aprobase ciertos y determinados proyectos de ley que se deseaba pasar. Pero nunca ocurrió que el Consejo Ejecutivo se negara á pasar una legislación de carácter general, actuando con un ápice menos de prudencia, que la que pudo mantener siempre ese otro cuerpo legislativo al otro extremo del Capitolio ( el Senado ).
Mr. Larrínaga. ¿Podría permitirme el caballero por Missouri un momento en relación….?
Mr. Borland. Con el mayor gusto.
Mr. Larrínaga. La Cámara alta ha estado resistiéndose por 9 años á pasar as medidas legislativas que la Cámara baja demandaba, y amenazando á la Cámara de Delegados con que esto de ahora ocurriría que los consejeros vendrían á Washington y lograrían que el Congreso le quitase el derecho de intervenir en la aprobación del presupuesto.
Mr. Borland. Yo deseo llamar la atención….
Mr. Clark. ( De Missouri ). Señor presidente, desearía hacer al caballero por Missouri dos ó tres preguntas….
Mr. Borland. Yo cedo la palabra con mucho gusto.
Mr. Clark. ( De Missouri ). Nada más que para ver si podemos llegar al fondo de la cuestión. ¿Las proposiciones que la Cámara de Delegados ofrece están en forma de apartados particulares on la ley de presupuestos; esto es, se expresan las cantidades y los conceptos de las erogaciones?
Mr. Borland. No lo creo. No; según entiendo, están en forma do proyectos de leyes distintos.
Mr. Clark. (De Missouri). La Cámara hace sus presupuestos condicionales á las reformas legislativas que desea pasar.
Mr. Borland. Esa es la idea.
Mr. Clark. ( De Missouri ). Ahora bien; ¿No ha sido esa la práctica en todas las comunidades anglosajonas, desde el comienzo de los tiempos?
Mr. Olmsted. Suponga su señoría que haya sido así. ¿Vamos á permitir que Puerto Rico se quede sin dinero y los Estados Unidos en la mayor afrenta, porque á las Cámaras les venga en gana no transar? Por eso queremos establecer, con esa enmienda, una solución que resuelva la dificultad, hasta que ambos cuerpos se hallen preparados para actuar.
Mr. Clark, ( de Missouri. ) Yo deseo preguntar al caballero por Pennsylvania en qué forma se nos quiere exigir que anatematicemos á esas gentes y les castiguemos por haber hecho lo mismo exactamente que nosotros hemos hecho, que han hecho nuestros antecesores, desde los tiempos inmemoriales en que empezó el sistema parlamentario en Inglaterra
Mr. Olmsted. Yo no creo que nuestros antecesores hicieran alguna vez semejante cosa, pero aún si la hicieron, este bill no se propone castigar á nadie. No existe en él una sola cláusula punitiva. Esta enmienda solo tiende á evitar que un cuerpo legislativo ó ambos juntos en Puerto Rico, se empeñen en castigar al Gobierno do los Estados Unidos, al desobedecer una ley del Congreso, que dispone que ciertas sumas de dinero deberán hacerse efectivas. Su conducta actual deja el Tesorero de Puerto Rico sin un céntimo. Los documentos que tengan que librarse, como garantía de préstamos, tendrán que pagarse en la misma forma que se hizo en Virginia Occidental on un caso parecido, como bien sabe su señoría. El gobierno de los Estados Unidos, que ha asumido á su cargo la administración de los asuntos de la Isla, se verá despreciado y ridiculizado por todo el mundo, al saberse que no se cumplen los mandatos de nuestro Congreso, el cual exige que todas sus leyes sean fielmente cumplidas.
Mr. Clark. ( De Missouri ). ¿Cuál es la diferencia, en principio, entre formular estas leyes en proyectos independientes de la ley general de presupuestos ó incorporarlas al proyecto del presupuesto?
Mr. Olmsted. No creo que ésto sea asunto que tenga que ver en la discusión do esta enmienda. Este proyecto de ley no tiende á solucionar esa cuestión. Ellos pueden arreglar sus le yes de asignaciones, involucrándolas en el presupuesto general ó formulándolas separadamente, según lo crean necesario. Pero, entretanto, los gastos corrientes del gobierno que ineludiblemente han de pagarse, para el sostenimiento del crédito del Gobierno de Puerto Rico y, más aún, para el sostenimiento del crédito del Gobierno de los Estados Unidos, deberán hacerse efectivos por las cláusulas que dispone esta enmienda.
Mr. Clark. ( de Missouri ). ¿No cree, ahora su señoría, que despojar á esa Cámara de Delegados de dichas funciones, equivaldría á imponerle una medida punitiva?
Mr. Olmsted. Esta enmienda no le quita ninguna clase de funciones.
Mr. Clark. ( de Missouri ). Esa enmienda expresa con bastante claridad que la Cámara de Delegados legislará en Puerto Rico en la forma que desee el Consejo Ejecutivo; ó de lo contrario, alguien intervendrá y asumirá las funciones legislativas.
Mr. Olmsted. Ambos cuerpos legislativos están tratando simultáneamente de conseguir un cambio en la Ley Foraker y supongo que este cambio tendrá que venir á la consideración del Congreso, tarde ó temprano, en una de sus sesiones ordinarias. Esta enmienda no trata de solucionar esos asuntos hoy; solo trata del pago de los gastos precisos del gobierno, hasta que sean en alguna forma considerados por la legislatura ó, mejor dicho, hasta que la Asamblea Legislativa de Puerto Rico pase su ley de presupuestos.
Mr. Borland. Yo deseo manifestar ahora al caballero por Pennsylvania, que siento mucho no poder participar de su opinión especialísima, acerca de que este Bill es transitorio en su naturaleza. Se ve en su propia esencia que á la terminación de cualquier sesión legislativa, la ley de presupuestos puede continuar automáticamente adelante en sus efectos.
Mr. Olmsted. Hasta que resuelva la legislatura.
Mr. Borland. Sí : hasta que resuelva la legislatura ? Y negándose á resolver el Consejo Ejecutivo, para que continuase automáticamente el presupuesto anterior, esta ley sería una arma nueva con que quiere su señoría investir á esa institución burocrática. Con esta enmienda no se busca otra cosa que regalar á la Cámara alta la potestad de perpetuar automáticamente la ley de apropiaciones, pero yo probaré al caballero por Pennsylvania que ni siquiera eso podrá conseguir.
Ahora quiero indicar al caballero por Ohio ( Mr. Douglas ) que si se sirve abrir el mensaje presidencial, verá en la página segunda lo que dice el Presidente :
“Desde la creación de la Asamblea Legislativa….”
No de la actual legislatura.
“La Cámara de Delegados ha retenido de un modo uniforme la ley de presupuestos hasta el último minuto de la clausura de la sesión ordinaria y ha creido conveniente usar la facultad de concurrencia que tiene en dicha ley como medio de obligar al Consejo Ejecutivo á la aprobación de otras medidas legislativas, que la Cámara de Delegados quería convertir en leyes.”
Por tanto, como ya he dicho, no hay nada nuevo en este sistema de procedimientos, ni tampoco se aplica exclusivamente á la actual Cámara de Delegados, recientemente electa por el pueblo. Pero estas manifestaciones del Presidente arrancan sin duda del hecho, por cierto bien sensible, de que solo por ese método se podría conseguir atraer la atención del Consejo Ejecutivo hacia aquellas medidas de carácter general.
Mr. Olmsted. ¿Podría preguntar, señor presidente, qué hubiera hecho el caballero que habla, llegado á este trance: algo ó nada?
Mr. Borland. Llegaré á tratar ese punto dentro de un instante.
Mr. Olmsted. A mi me gustaría saber cuál hubiera sido su remedio.
Mr. Borland. No me hubiera levantado aquí, á tomar el tiempo de esta Cámara en la discusión de este asunto, si no hubiera podido aportar un remedio que ponga término á tal situación.
Mr. Cooper, ( de Wisconsin. ) ¿Me permite el caballero hacer una pregunta al caballero par Pennsylvania ? ¿ Este proviso de la enmienda es idéntico en su fraseología á la disposición que tiene también la ley de Filipinas ?
Mr. Olmsted. Lo mismo, palabra por palabra.
Mr. Cooper. ¿Y á la ley del Hawaii? Ahora bien ; supongamos que esta enmienda determine que en la eventualidad de la clausura de una sesión, de cualquier sesión, sin haberse aprobado el presupuesto las anteriores apropiaciones se considerarán como vueltas á poner en vigor. Supongamos también que cualquier sesión ordinaria de la legislatura se dé por terminada sin la aprobación de la ley de presupuestos ; entonces, esta ley del Congreso quedará vigente y las anteriores asignaciones volverán á ponerse en vigor. Es una ley del Congreso que hay que acatar. Pero, vamos á suponer que el gobernador convoca á sesión extraordinaria á la legislatura, á fin de pasar el Bill de presupuestos. ¿No habría razón de sostener que una ley de la legislatura puertorriqueña no puede derogar otra ley del Congreso? Porque esta ley del Congreso tendrá que ponerse en vigor inmediatamente después de la clausura de esta sesión legislativa.
Mr. Tanwey. Continuará solo en vigor, tanto tiempo como la legislatura de Puerto Rico no pueda ó se niegue á pasar las apropiaciones necesarias para mantener la vida del gobierno.
Mr. Cooper. Así pues, surgirá inevitablemente un conflicto. Pues la enmienda dice: “ En caso de que termine la sesión, las anteriores apropiaciones serán consideradas como vigentes ”. Y esto se lleva á cabo, por medio de una ley del Congreso.
Mr. Olmsted. Sí : pero la del Congreso, dando por sentado que este proyecto se convierta en ley, considerará solamente las apropiaciones hasta que la legislatura actúe en tal sentido. Desde el momento exacto en que la Asamblea Legislativa pase su ley de presupuestos, esta ley del Congreso quedará ipso facto de rogada y la de las Cámara de Puerto Rico comenzará á ponersse en vigor.
Mr. Livinsgton. Pero supongamos que la legislatura nunca preste al gobernador la cooperación que necesita, entonces, ¿qué caso práctico habría que resolver?
Mr. Borland. En ese punto descansa precisamente toda la cuestión.
Mr. Olmsted. Entonces, ¿se presume que nunca hemos de pasar este bill? Existiría, por tanto, un eterno caso.
Mr. Borland. Voy á manifestar al caballero por Pennsylvania que es ahí donde vamos á parar si esta enmienda obtiene la aprobación del Congreso y llega á producir los efectos que se le suponen, esto es, que las apropiaciones del presupuesto continúen indefinida y automáticamente ; porque de este modo, al Consejo Ejecutivo, compuesto en su mayoría de los jefes administrativos de los varios departamentos de gobierno, tendría la facultad de gastar ese dinero y nunca consentiría en pasar una ley de presupuestos para el gobierno de la Isla.
Mr. Olmsted. Pero es la misma cantidad de dinero, acordada por ambas cámaras legislativas en sesiones anteriores, la que vendría á estar en vigor.
Mr. Cullop. Admitiendo que la legislatura, como aquí se le llama, hace asignaciones que lleguen á una cantidad mayor ó menor de la del presupuesto que regía anteriormente, ¿cuál sería el efecto de esa ley?
Mr. Borland. Si la Asamblea Legislativa …..
Mr. Cullop. ¿Y si esas asignaciones se hacen por conceptos diversos?
Mr. Borland. Si la Cámara de Delegados, única representación genuina del pueblo de Puerto Rico, tratase da suprimir ó disminuir cualquier partida en el presupuesto de un departamento ejecutivo, contra la opinión del Consejo Ejecutivo, bajo esta ley del Congreso, la partida continuaría inalterable. Los puertorriqueños no tendrán la más mínima facultad sobre ella y carecerán por consiguiente, de influencia alguna para obligar á la otra Cámara á reconsiderar esa partida.
Señores de la Cámara, estamos tratando de erigir en Puerto Rico ahora una burocracia irresponsable, desenfrenada, que sólo tendría superior en este gobierno metropolítico, distante y tardío en resolver. Esa es la única intención de este proyecto de ley.
Con esta medida se quiere facilitar á estos comisionados ejecutivos de la Isla de Puerto Rico un medio infalible de resistencia, en forma tal, que puedan á cualquier hora pasar por alto, sin ninguna clase de consideraciones, los deseos del pueblo de Puerto Rico, respecto á cualquier medida de caracter legislativo, político ó financiero.
Supongamos, pues, que este Bill baya pasado en el Congreso : si existiesen en algún Departamento gastos extraordinarios, que la opinión insular estima necesario disminuir ó abolir por supérfluos, ¿qué ocurriría cuando esa opinión fuese contraria á la sustentada por el Consejo Ejecutivo?
Y creo llegada la hora de declarar en esta Cámara, como cosa muy pertinente á esta cuestión, — ( y ruego al Comisionado por Puerto Rico se sirva corregirme, si no estoy en lo cierto ) — que como el Consejo Ejecutivo se compone, en su mayoría, de los mismos señores que son jefes de departamento, cuando se trata de limitar ó de disminuir una partida que afecta al servicio de un departamento especial, prevalece entonces un espíritu de mancomunidad entre los miembros ejecutivos del Consejo y la totalidad de esos jefes de departamentos vota á favor de todo lo que desea el comisionado del departamento á que se refiere la partida en cuestión.
Mr. Douglas. ¿En qué autoridad descansa su señoría, para hacer esas manifestaciones?
Mr. Borland. Mi autoridad se halla precisamente en esta Cámara.
Mr. Douglas. Si el caballero está asesorado por el Comisionado de Puerto Rico, y el Comisionado de Puerto Rico le dá autorización para hacer tales declaraciones yo diré que la historia de Puerto Rico refuta en un todo esa aserción.
Mr. Borland. Su señoría comprenderá que esto es tan natural como la luz que nos alumbra.
Mr. Livingston. ¿No es verdad que esta ley de presupuestos ha nacido del Consejo Ejecutivo y no de la Cámara de Delegados?
Mr. Borland. Así me parece entenderlo.
Mr. Livingston. Todo esto es enteramente distinto á nuestro sistema de gobierno legislativo, donde los presupuestos tienen su origen en la Cámara de Representantes. Quiere decir, que esos señores comisionados, como miembros del Consejo Ejecutivo, primero inician y preparan sus proyectos de presupuesto, lo remiten á la Cámara de Delegados y después, SI LA CÁMARA DE DELEGADOS TRATA DE USAR SUS DERECHOS, DISMINUYENDO ALGUNAS DE LAS ASIGNACIONES QUE HAN HECHO LOS PROPIOS JEFES ADMINISTRATIVOS, Y EN LAS QUE SE CONSIGNA LA SUMA DE DINERO QUE ELLOS MISMOS HAN DE GASTAR, SE ANULA TODA GESTIÓN EN LA CÁMARA DE DELEGADOS?
Mr. Borland. Esa parece que es la intención de esa enmienda.
Mr. Livingston. ¿No traería la aprobación de este Bill, en la práctica, otra facultad más al Consejo Ejecutivo, aumentando así las omnímodas libertades que ya tiene y dándole la oportunidad de anular toda clase de atributos legales de que puede disponer la Cámara de Delegados? Indudablemente que esto les va á servir á esos caballeros como una amenaza bastante acomodaticia y de resultados insuperables, para conseguir de la Cámara de Delegados cualquier medida legislativa que deseen.
Mr. Borland. Voy á manifestar al caballero por Indiana ( Mr. Cullop ) que no me sorprendería nada si una investigación imparcial de este asunto revelase que éste ha sido únicamente el verdadero motivo de la presentación de esta enmienda. Y quiero además decir que ha pasado por muchas manos, antes de haberse presentado para su consideración en esta Cámara de Representantes. Esta enmienda no ha tenido su origen en este recinto, ni ha sido sugerida por nuestra bondad ; esta enmienda se ha originado en otra parte y ha tenido su nacimiento, después de una gran lucha política en Puerto Rico, en que las doctrinas políticas de un partido han salido triunfantes en la conciencia de todos los habitantes naturales de la Isla de Puerto Rico.
Mr. Douglas. ¿Cedería la palabra el caballero?
Mr. Borland. Sí señor.
Mr. Douglas. ¿Dónde cree su señoría que tuvo su origen esa medida?
Mr. Borland. En el informe que tengo delante, parece que ha tenido su origen en la Comisión del Consejo.
Mr. Douglas. El caballero está equivocado. El informe de la comisión ha sugerido otro remedio bien distinto.
Mr. Borland. Sí ; pero, sin embargo, sugirió este en la alternativa.
Mr. Douglas. Los comisionados no lo expusieron en esa forma, ni siquiera de un modo sustancial, puesto que el remedio que gestionaban y querían que se adoptase era uno esencialmente distinto.
Mr. Borland. No importa. Yo puedo demostrar que era igualmente violento en su esencia.
Mr. Fitzgerald. ¿Sabe el caballero por Ohio (Mr. Douglas) quién redactó este proyecto de ley?
Mr. Douglas. Es mi entender que el caballero por Pennsylvania ( Mr. Olmsted ) lo ha copiado, tomándolo de la ley constitucional del Hawaii y de las Islas Filipinas, aunque no tengo el honor de conocer….
Mr. Olmsted. Esta ley es copiada, palabra por palabra, de una cláusula que existe en la ley de Filipinas, pero no puedo decir quién la formuló en su origen. Las insinuaciones á su adopción por el Congreso se encuentran en el mensaje del Presidente de los Estados Unidos.
Mr. Fitzgerald. ¿Tiene su señoría algún informe acerca de la clase de insinuaciones que haya hecho el Presidente? Porque todos estos documentos muestran que el GOBERNADOR DE PUERTO RICO ha amenazado varias veces á la Cámara de Delegados, con apelar al Congreso, si no se pasa la ley de presupuestos.
Mr. Fitzgerald. ¿ES ESE EL HOMBRE QUE TENÍA INTENCIONES DE ABOLIR PRÁCTICAMEVTE LA CÁMARA DE PUERTO RIOO?
Mr. Olmsted. Nunca he sabido que tuviese tales ideas.
Mr. Fitzgerald. ¿En la documentación trasmitida al Congreso por el Presidente, no han sometido estos mismos funcionarios de Puerto Rico una especie de proyecto de ley, idéntico en esencia á la primera sección de esta enmienda, que está ahora en discusión, formulada por el caballero por Pennsylvania?
Mr. Olmsted. Nunca. En realidad, lo que ellos han presentado es una proposición totalmente distinta.
Mr. Fitzgerald. Si el caballero se sirve examinar el informe……
Mr. Olmsted. Lo he leido.
Mr. Fitzgerald. ( Continuando ). En los documentos trasmitidos por el Presidente encontrará su señoría la primera sección copiada casi literalmente de este Bill, que hoy se presenta como remedio para conjurar la crisis actual.
El Presidente de la Cámara. ¿A quién cede la palabra el caballero por Missouri?.
Mr. Borland. Desde ahora ceso de ceder á nadie la palabra.
El Presidente de la Cámara. El caballero rehusa interrupciones en su discurso.
Mr. Borland. Señor presidente, es tan claro como la luz meridiana para muchos miembros de esta Cámara, algunos de los cuales se sientan en estos escaños con alguna experiencia política, que esta enmienda ha tenido en realidad su origen en la inteligencia de una parte interesada, y que su fin no tiende á solucionar una emergencia, sino á decidir una controversia política. Este es siempre el motivo de todas las demandas que los gobiernos coloniales hacen á sus gobiernos metropolíticos.
Mr. Livingston. Sí, con el fin de contrarrestar la acción de un partido político.
Mr. Borland. Acepto la corrección de su señoría : con el único fin de contrarrestar LA ACCIÓN DEL PUEBLO EN LOS COMICIOS.
Ahora bien ; yo deseo llamar la atención del caballero por Pennsylvania ( Mr. Olmsted ) á la constitución particular de este proyecto de ley. Dice su señoría que esta es una medida transitoria para conjurar una emergencia : que viene á ser algo absolutamente esencial para el sostenimiento del gobierno de Puerto Rico ; para conservar nuestro crédito é impedir que caigamos, ante el mundo civilizado que nos contempla, en el ridículo más oprobioso, por el fracaso de nuestras gestiones como poder colonial.
Si esta enmienda no pasa en el Congreso se nos señalará en toda la tierra como un estupendo fracaso en materias coloniales y, por lo tanto, es nuestro deber aprobarla sin demora. Ahora yo quiero declarar con toda la fuerza de mis convicciones, que no solamente los efectos de esta ley no han de pararse con la solución transitoria de esa emergencia ; que no solamente esta ley trata de decidir los méritos de esas medidas legislativas, que desean los habitantes de Puerto Rico y demanda su Cámara de Delegados ; que no solamente esta ley trata de poner un obstáculo en el modo de considerar esas reformas legislativas, que urge la Cámara baja, á la cual se le quitan con la tal enmienda todos los remedios pacíficos, pero atendibles, de que ha gozado hasta la fecha. No solo esta ley les impone una burocracia irresponsable, investida con una suma sin límites de recursos pecuniarios ; no solo repito, traerá esta ley todas esas consecuencias, sino que tiende á asestar un golpe formidable al pueblo de Puerto Rico, un golpe al cual tendría perfectísimo derecho en responder. Ahora voy á demostrar á los señores representantes de esta Cámara lo que quiero decir con ésto. Supongamos que á los puertorriqueños se les guíe por otros caminos, y deseando hoy más que nunca echar por tierra esas acusaciones de anarquía y deslealtad, y rehusando aún todavía apelar á las armas, como una protesta contra lo que ellos creen que es una injusticia, y dándonos así un gran ejemplo de gobierno propio y de dominio propio, de los cuales tenemos alguna razón para sentirnos orgullosos ; supongamos, pues, que esta Cámara de Delegados se niegue á imponer ninguna clase de tributos. ¿De dónde vendría ese ilimitado fondo de recursos pecuniarios, do que vá á disponer ahora el Consejo Ejecutivo, sino de las rentas que producen las aduanas de la Isla?
Dice la ley Foraker en su sección 38 :
“ Pero todas las contribuciones y tasaciones de la propiedad, los importes de las licencias por franquicias, privilegios ú otras concesiones, que se impusieren con el fin de sostener el gobierno insular ó municipal respectivamente, serán resueltas y determinadas por la Asamblea Legislativa de Puerto Rico. ”
Ahora bien: si nosotros vamos á quitarles la facultad de apropiar el dinero que está en su tesoro y á Puerto Rico solo pertenece, demos un paso más hacia adelante, é invocando igual justicia, quitémosles el poder de imponer contribuciones. Porque, ¿con qué derecho vamos nosotros á exigir que un cuerpo electivo, que representa á todos los ciudadanos de Puerto Rico, equivaliendo al poder político de un país en una elección imparcial, sobre lo que no existe la menor duda ; con qué derecho, repito, vamos nosotros á demandar que se reuna la legislatura é imponga á los habitantes de Puerto Rico una contribución, para sostener una burocracia irresponsable, con un fondo ilimitado de recursos pecuniarios?
Mejor es que el caballero por Pennsylvania, vaya un poco más allá en esa artimaña legislativa y diga si no es preferible quitar á los puertorriqueños la facultad que los otorga la sección 38 de su carta constitucional.
Y aquí estamos delante, señores, de un problema, de una situación crítica en extremo, que requiere inmediatamente solución. Como ya he dicho anteriormente, no me hubiera levantado en este sitio, para ocupar todo el tiempo de esta Cámara, si no intentase hacer algo más que protestar de esa enmienda.
En primer lugar, he de decir que estoy también enterado de esta cuestión de Puerto Rico, como lo estáis todos vosotros, después de haber oido los brillantes discursos de los caballeros que terciaron en el debate. Esos delegados de Puerto Rico quieren implantar un gobierno de condados en su país, y han visto defraudados sus empeños, teniendo como único resultado la centralización absoluta del gobierno, en el cual los municipios dependen exclusivamente del tesoro insular para su sostenimiento. Las carreteras, las escuelas los tribunales de justicia, [la policía, etc., etc., todo, absolutamente todo, depende do esa ley de presupuestos y de la situación del tesoro insular.
Deseo agregar aquí, en cumplimientos laudatorios para el Pueblo de Puerto Rico, que sus naturales han tratado varias veces de corregir, por sí mismos, esa forma arbitraria de gobierno, estableciendo una ley do condados.
Leyendo los informes que de vez en cuando se nos suministran, de los asuntos de Puerto Rico, parece que existe un peligro en este plan de gobierno de condados. Y estriba en que esos pueblos ó aldeas están relacionados politicamento con el territorio agrícola adyacente, formando así su jurisdicción y, por lo tanto, los habitantes que viven en los distritos rurales se hallan en la misma situación que si una gran ciudad estuviera situada en un condado, y todo el dinero que importan las contribuciones se empleara en mejoras dentro del perímetro urbano de la población. Es mi entender que los puertorriqueños trataron después do corregir ese proyecto de ley; pero la suma sapiencia del Consejo Ejecutivo, les ha negado tal derecho. Y, como ahora solicita con tanta insistencia que quitemos á los puertorriqueños la facultad de traer al Consejo Ejecutivo á que concurra en sus buenas ideas ; resulta que estamos tropezando con otra dificultad.
Dicen los comisionados que por razón de la centralización de poderes, estamos delante de una crisis, por virtud de la cual todas las funciones gubernativas cesarán el día 30 de Junio, á menos que el Bill pase favorablemente en el Congreso. Y yo sostengo que ese es un comentario más severo aún sobre nuestra habilidad on gobiernos coloniales, que sobre las facultades que poseen los puertorriqueños para el ejercicio del self-government.
Señores de la Cámara yo no siento ningún orgullo por el estado actual do cosas ; ni tampoco siento orgullo alguno por los argumentos que aducen los miembros de esta Cámara, que sostienen su enmienda en el Congreso, ni siento placer alguno ante el pueblo americano, que después de nueve años de dirigir los destinos de Puerto Rico le deja en una situación tal, que por una desavenencia legislativa, tenga que parar la marcha de la administración de sus intereses procomunales
Pero el caso es que les hemos dejado en esa situación. Y lo más conveniente para nosotros, lo más lógico, lo más cuerdo, es hacer del Bill, que ha presentado aquí el caballero por Pennsylvania, lo que aparenta ser, lo que aparece querer significar : una medida transitoria.
Es indispensable de nuestra parte, ya que hemos asumido la responsabilidad de gobernar á esos pueblos, darles una forma de gobierno que no se interrumpa por accidentes de ningún género. Y yo confío en que un suficiente número de representantes convenga conmigo en estas ideas ; porque creo que existiría una responsabilidad mayor sobre nosotros, si esta crisis volviese á repetirse en Puerto Rico. Nosotros debemos limitar los efectos de la enmienda al preyecto de ley, limitando la acción del Congreso hasta el año que empieza el primero de Julio de 1909. Esto obligará al Congreso á reformar el Acta Foraker en las próximas sesiones ordinarias.
Porque, señores de la Cámara, donde quiera que una crisis gubernativa llega á un estado tal que reclama forzosamente la atención del gobierno metropolítico ; donde quiera que sea posible parar las ruedas de la máquina administrativa, esa crisis, que tal ocasiona, es suficientemente seria para reclamar la atención del Congreso. Y yo sostengo, de una vez para siempre, que si en realidad nosotros vamos á sostener colonias, cuando éstas llegan á la mayor edad en sus asuntos, entonces, y no hasta entonces, es que desearía que viniesen al Congreso, para que aquí se vuelva á examinar de una vez para siempre la condición de su adelanto.
Vosotros alegáis que si esta medida solo alcanzara á un año en sus efectos volverán aquí los puertorriqueños dentro del año próximo. Bien ; y si vinieren dejadlos entrar, pues entiendo que es nuestro deber sentarnos en estos escaños y oirlos. Y si nosotros rehusamos afrontar ese deber, nos negaremos á cumplir una obligación sacratísima ante el mundo que nos contempla, por haber asumido la responsabilidad del gobierno y administración de la Isla do Puerto Rico. Tened entendido que no tenemos ningún derecho para resolver la crisis con una ley de carácter permanente. Si ésta es una ley de artimaña, vamos á confesar y á convenir todos que en realidad es una artimaña, y voy á decir al caballero por Pennsylvania que en ésto podrá contar con toda la ayuda que necesite de este lado de la Cámara.
Ahora deseo entrar á discutir otras frases de la cuestión, porque he notado que el Presidente dice en su mensaje que el Acta Foraker es bastante defectuosa. Naturalmente, que él no usa este lenguaje, pero él dice que indudablemente estará sujeta á ciertas enmiendas, y, además agrega que si los puertorriqueños deseaban una enmienda á la ley Foraker, han debido traer el asunto de un modo ordenado á la atención del Congreso.
Bien ; ¿y qué “medio ordenado”, desde los comienzos inmemoriales de la historia de la humanidad, ha existido hasta lograr despertar la atención de un Gobierno metropolítico? Me parece que he leido una vez un documento titulado “La declaración de la Independencia,” que desde 1856 á 1860 ha sido muy popular en el partido republicano, pero que inmediatamente después ha perdido su popularidad, no habiéndose ya hecho más referencia á sus doctrinas : pues en ese documento se decía que se habia ignorado y negado el derecho popular de petición. Y nosotros hemos oido decir en el recinto de esta Cámara, que la Cámara de Delegados de Puerto Rico, al abrir sus sesiones, después de lo que el Presidente censura como un acto constante de retener la ley de presupuestos para obligar al Consejo Ejecutivo á aprobar sus leyes, después de un sinnúmero de luchas titánicas por conseguir de ese Consejo Ejecutivo una legislación beneficiosa y general para su Isla, esa Cámara de Delegados trató de adoptar una resolución demandando la derogación del Acta Foraker, y, por otro ejemplo admirable do capacidad para el gobierno propio do inimitable dominio de sí mismo, retiró la mano y no hizo tal demanda.
Mr. Larrínaga. ¿Me permite el caballero?
Mr. Borland. Con mucho gusto.
Mr. Larrínaga. Desde la creación del gobierno civil en la Isla, nuestro pueblo ha estado presentando memoriales al Congreso y al Presidente, en todas las aperturas de las sesiones legislativas. Mis primeros trabajos, al llegar al Congreso, consistieron en introducir un proyecto de ley en esta Cámara de Representantes, que fué trasmitido al Comité de Asuntos Insulares, para informe. Y lo digo con toda honradez, no culpo en nada al presidente de ese comité—Mr. Cooper—por no haberlo podido presentar en esta Cámara; porque desde ese tiempo estuvo él luchando, con gran nobleza, por conseguir llevar á la discusión el Bill de la ciudadanía americana para los puertorriqueños, y todavía no lo ha conseguido. Desde hace muchos años estamos enviando comisiones al Congreso y al presidente en solicitud de una reforma á la ley Foraker.
Mr. Borland. Yo deseo hablar con un poco de más extensión acerca de estas “demandas ordenadas” al Congreso…. Podrá sonar esto como una broma pesada en los oidos de los puertorriqueños, podrá también sonar como una burla entre nosotros, pero por lo que respecta á “peticiones ordenadas,” no carece el Congreso de información clara acerca de los deseos que manifiestan los puertorriqueños por una reforma de su acta orgánica. Y quiero agregar, además, que esa misma ley Foraker parece haber sido designada como una ley temporal, pues por la sesión 40 se dispone el nombramiento de una comisión para formular un sistema de gobierno permanente para Puerto Rico. A esa comisión so le advertía que era preciso :
“Estudiar é informar tales medidas legislativas, como fueran necesarias, para establecer un gobierno simple, armónico y económico.”
La armonía era precisamente una de las cosas esenciales que debía tenerse en cuenta al formularse la ley.
“Para hacer todas las reformas que se estimen necesarias para asegurar y extender los beneficios de una forma de gobierno republicano á todos los habitantes de Puerto Rico.”
Esa Comisión se nombró y realizó una gran labor. Desgraciadamente todo fué “trabajo perdido” en muchos casos.
Pero, sin embargo, refiriéndonos á la página 56 del informe que rindió esa Comisión, encuentro que ya se ha llamado la atención hacia tal estado de cosas y se ha profetizado esta misma crísis. Dice el informe :
“Las cláusulas de “Una ley para proveer temporalmente de rentas y de un gobierno civil para Puerto Rico y para otros fines, del 12 de Abril de 1900, hacen del Consejo Ejecutivo, la Cámara alta legislativa. La actual organización de este cuerpo, con una mayoría compuesta de jefes de los Departamentos ejecutivos de gobierno y de una minoría de naturales de Puerto Rico, nombrados por el Presidente, es un absurdo ya en teoría, ya en la práctica. No es admisible en teoría porque la autoridad ejecutiva ejerce funciones legislativas con la consiguiente confusión de poderes gubernatoriales. Ni tampoco es admisible en la práctica, porque despierta la desconfianza en la opinión popular, fomentando la creencia do que las leyes se aprueban por la acción amañada de los funcionarios administrativos y ejecutivos. En el sistema representativo, que es la base del Gobierno en los Estados Unidos, el prestigio y la influencia de la ley arrancan de que la ley no sólo emana, sino que aparece emanar de la voluntad libre y expontánea de los representantes del pueblo, y nunca se podrá conseguir este fin con el actual sistema de gobierno.”
Se vé, pues, que el Congreso ha tenido esto presente desde hace ocho años. Este informe se rindió en el año 1901. Ninguna explicación de la actual dificultad ha podido presentarse más claramente que lo ha hecho la desinteresada y hábil Comisión informadora. Asi es que nosotros tenemos las advertencias é informaciones que necesitamos conocer acerca de esta enmienda al Acta Foraker.
Ahora bien ; podría decirse y yo lo diré aquí, sin ambajes ni rodeos de ninguna especio, que estoy absolutamente identificado con las conclusiones á que llega esta comisión, al pedir una forma de gobierno territorial para Puerto Rico. Ya hemos investido con el poder del VETO al gobernador ; tenemos el VETO también en el Congreso, ¿qué clase de vacío viene á llenar un tercer VETO en manos de los miembros de la Cámara Alta, que representan los departamentos ejecutivos designados por la legislatura?
¿Qué lecciones de self-governmtent estamos enseñando á los puertorriqueños, si continuamos con este sistema de gobierno?
Me parece que el contestar á esta pregunta, diciendo qué esas medidas expuestas por la Cámara de Delegados no son sabias, no quiere indicar que la respuesta encierre algún valor. Se supone que nosotros estemos trabajando en esta Cámara para revisar sus leyes. Si son perjudiciales, se supone que el gobernador les haya interpuesto antes su VETO. Paréceme, pues, bastante pueril sostener que esas leyes sean malas, por que solo el Consejo Ejecutivo se haya negado á sancionarlas con su voto.
Pero vamos á suponer que son hasta perjudiciales, ¿no admiten todas las teorías del self-government, que el pueblo está siempre expuesto á cometer errores? Si nosotros les hemos conferidos la facultad de actuar, también les hemos conferido la libertad de cometer errores, para que ellos mismos vayan sufriendo las consecuencias de sus yerros, y no de otro modo les será posible irse instruyendo en las hermosas lecciones del gobierno propio. Si los funcionarios que ellos elijan traicionan los derechos del pueblo ó no pueden dirigir los asuntos administrativos con la aptitud que sus cargos demandan, ahí está el tribunal de la opinión del país, que ha sufrido por estos desaciertos, y á ese tribunal es que estos funcionarios tienen que recurrir en su defensa.
El Presidente de la Cámara. El tiempo de su señoría ha expirado.
Mr. Slayden, Señor presidente, yo pido que al caballero por Missouri se le conceda terminar su argumentación. Se le ha interrumpido repetidamente, y por períodos de tiempo bastante prolongados.
Mr. Olmsted. Espero que el caballero por Texas determinará algún tiempo definido.
Mr. Slayden. Pido que se le concedan 20 minutoe más señor presidente.
El Presidente de la Cámara. El caballero por Texas solicita el consentimiento unánime de la Cámara, para que el caballero por Missouri ( Mr. Borland ) pueda proseguir en el uso de la palabra, por 20 minutos más.
¿ Hay alguna objeción? No ha habido objeción.
Mr. Borland. Todo lo que puede abarcar este debate me parece que ya se ha tocado con más ó menos extensión ; solamente deseo agregar que los puertorriqueños parecen haber dado á este Gobierno menos molestias, que las que en circunstancias normales ocasiona la adquisición colonial. Y debo hacer constar aquí, para gloria de Puerto Rico, que los nativos no solo recibieron con gusto el advenimiento de los americanos, sino que han tratado de trabajar honradamente en armonía con los americanos, y que el cambio del Gobierno de un Capitán general ó de un Gobernador general, al que se les acostumbró por trescientos años, el alzamiento de esa terribie carga de opresión, bajo la cual laboraban, no ha traído disturbios licenciosos, ni deslealtad, ni anarquía.
Mr. Slayden. ¿Me permite el caballero por Missouri hacer una pregunta?
Mr. Borland. Si señor.
Mr. Slayden. Su señoría hace unas declaraciones que me dejan algo perplejo ; porque yo estaba bajo la impresión de que la Isla de Puerto Rico había sido tratada de un modo algo distinto á las otras posesiones coloniales españolas y yo deseo preguntarle si, de hecho, los puertorriqueños no han gozado de cierta forma de gobierno representativo ; si ellos no han tenido también sus representaciones en las cortes españolas, desde tiempo inmemorial?
Mr. Larrínaga. Le diré á su señoría que al comienzo del siglo pasado nosotros gozábamos de un gobierno representativo Después la política española lo suprimió. Por estos últimos cuarenta años hemos tenido diez y seis representantes en el Congreso español, y todavía muchos de ellos se sientan en los escaños del Parlamento, representando algunos distritos españoles. Y deseo agregar, que muchos de ellos han figurado como los más célebres estadistas en cuestiones de importancia nacional, retemiéndoseles aún en concepto de tales.
Mr. Borland. Entiendo también que en 1897, con el fin de aclarar uh tanto el horizonte político en Cuba, España concedió á Puerto Rico una constitución más liberal, que no pudo, sin embargo, llevarse á la práctica con el tiempo necesario para demostrar su practicabilidad. Pero el hecho queda en pie, según he podido deducir de la historia de Puerto Rico, de que el pueblo insular sufrió en gran manera la opresión política, la miseria y el desorden, ha carecido de gobierno y de instrucción. y ha recibido con gran alegría al ejército americano, ha actuado en cooperación con su goblerno local y no ha dado ninguna clase de molestias al gobierno de los Estados Unidos.
Ahora bien : se dice en el mensaje presidencial que en los ocho ó diez años de ocupación americana, las exportaciones de la Isla se han elevado, de $ 22,000,000 á $56,000,000. Si esto es verdad yo declare que me place muy mucho. A mi me gusta pedir para nuestro país y para nuestro Jefe Ejecutivo, todo el crédito, toda la gloria que puedan derivarse de la situación actual de Puerto Rico ; pero he de manifestar, con toda la franqueza posible que yo no puedo admitir ese dato como un argumento contra la aptitud, contra el derecho que tiene Puerto Rico para gozar del self-government. Yo no admito ese argumento y estoy aquí para negar, en absoluto, que esa prosperidad se deba únicamente á la administración insular. Yo creo que la prosperidad de un país viene directamente de la situación de sus habitantes ; proviene únicamente de la inteligencia, de la industria y de la virtud del pueblo. Si el pueblo de Puerto Rico, con las dificultades ya zanjadas que el cambio de soberanía le trajo, con una forma de gobierno establecida, con elecciones imparciales, ha podido aumentar su prosperidad, se debe, en su mayor parte, á la virtud, á la inteligencia y á la laboriosidad de los puertorriqueños.
Ese argumento no sirve más que para favorecer el desarrollo natural del pueblo de Puerto Rico en sus derechos civiles, para demostrar que puede dar, con seguridad, un paso de avance hacia sus prerrogativas políticas, en vez de retrogradar.
Ahora, bien; supongamos que el Congreso apruebe este bill y quitemos así el derecho de hacer asignaciones de su propio tesoro, cercenándoles sus facultades legislativas, á los puertorriqueños. Supongamos que tenemos que dar el otro paso — ( como irremisiblemente tendremos que darlo, esto se lo aseguro al caballero, con la mayor franqueza ) — y les quitamos absolutamente toda facultad en la imposición de tributos : supongamos que vamos más allá, y les relegamos de su condición civil á la de una forma de gobierno militar, ¿querrá decirme su señoría qué clase de crédito ó de gloria para los Estados Unidos ganaríamos con ese proceder ?
¿No es propio de nosotros dar á ese pueblo de Puerto Rico, que ha sido paciente, que puede haber cometido sus errores y que aún ahora puede no tener razón en sus demandas ; no es propio de nosotros, repito, dar á ese pueblo un ejemplo de cordura, de sensatez, de dominio sobro sí mismo, de paciencia y de interés sincero en sus necesidades, en forma tal, que ganemos su confianza, en vez de levantarlo contra nosotros ?
Sea de un modo ó de otro, nosotros no tenemos ningún derecho para levantarnos aquí á declarar que un pueblo, que ha votado los 35 representantes de su Cámara de Delegados todos de un solo partido político ; que un pueblo así, merece ser tachado de anarquía ó deslealtad. Nosotros no tenemos ningún derecho á abordar la solución de este problema, bajo la implícita suposición de que estamos frente á un pueblo de anarquistas.
Dadles, pues, la ocasión de demostrar que sus funciones de self-government han disminuído en estos ocho años y extended todo nuestro interés, todas nuestras simpatías á sus justas de mandas. He terminado. ( Grandes aplausos ).
DISCURSO DEL HONORABLE TULIO LARRÍNAGA, EL LUNES, 4 DE MAYO, DE 1909.
Señor Presidente : Deseo manifestar con toda sinceridad, que el día más feliz para mí sería aquel en que pudiera levantarme en esta Cámara á expresar los sentimientos que el pueblo de Puerto Rico abriga hacia esta nación, sin tener que añadir alguna protesta sobre algún acto llevado á cabo en Puerto Rico ó algo ocurrido en relación con esa Acta Foraker tan repulsiva á nuestro pueblo. Pero siempre me ha cabido el penoso deber de decir algo desagradable á los miembros de esta Cámara, porque el Comisionado de Puerto Rico tendrá siempre que protestar contra aquella Acta Orgánica. No deseo, señor Presidente, insistir más sobre este punto y paso á ocuparme del asunto sometido á nuestra consideración.
El Bill presentado á esta Cámara por el caballero por Pennsylvania, ( Mr. Olmsted ) propone que se agregue al final de la sección 31 del Acta Foraker el siguiente proveyéndose adicional.
“Proveyéndose además, que si al terminar alguna sesión no hubiesen hecho las consignaciones necesarias para el sostenimiento del gobierno, se considerará como consignada una cantidad igual á la consignada en el último Presupuesto ; y mientras la Legislatura haya obrado en tal sentido, el Tesorero podrá, con la aprobación del Gobernador, hacer los pagos necesarios al objeto antes citado.”
Señor Presidente, voy á dar lectura á una suscinta relación de los hechos ocurridos en relación con las dificultades surgidas en la Legislatura de Puerto Rico.
Desde los primeros tiempos del establecimiento del gobierno civil en Puerto Rico, existió en el Consejo Ejecutivo la tendencia de imponer en la Legislatura del país su exclusivo criterio. La Cámara de Delegados venía, por lo tanto, á ser una colección de figuras decorativas. Uno de los miembros de dicho Consejo tuvo el valor y la sinceridad de decirlo así.
“En los primeros días del mes de Marzo ( 1909 ) el Consejo ( 6 la Alta Cámara ) envió á la Cámara Baja ( Cámara de Delegados ) un Bill de consignaciones para gastos del gobierno. Como el gobernador en su mensaje había asegurado qué existía una baja en las entradas del Tesoro Insular y recomendaba al propio tiempo se hicieron economías en los gastos, la Comisión de Hacienda de la Cámara, quiso rebajar los sueldos de todos los funcionarios y empleados con arreglo á la siguiente escala :
Sueldos de $ 500 á $ 1,000, 5 por. 100.
Sueldos de $ 1,001 $ 2,000, 10 por 100.
Sueldos de 2,001 en adelante, el 15 por 100.
Esta rebaja en los sueldos hacía posible el proseguir las obras públicas y las escuelas sin riesgo de caer en déficit, y el progreso de escuelas y caminos podía continuar en sentido ascendente como en años anteriores había venido teniendo lugar, desde que el partido de la Unión tomó el control del país en 1904 1906, 1908.
El Comité de Hacienda suprimió algunos destinos de la Corte Federal, por ser esta Corte antipática al país á causa de su actitud hacia el pueblo de Puerto Rico ; dichas reducciones no se aplicaban á los cargos de juez, marshal, ni fiscal de distrito, cuyos sueldos están fijados por el acta orgánica y sobre las cuales la Legislatura no tenía poder alguno para alterarlos.
La Cámara aprobó las recomendaciones del Comité de finanzas Enmondando el bill en aquella forma, se remitió de nuevo el bill al Consejo, el cual no admitió las enmiendas. Una tras otra se nombraron tres comisiones y todas fracasaron. Todo esto tenía lugar á última hora, al cerrarse la Legislatura Mientras tanto, el Consejo dejaba sin consideración algunos bills de la Cámara, á saber : un bill organizando una división de la Isla en varios Condados, del mismo modo que existe esta división en New York, New Jersey, etc. ; un bill estableciendo escuelas, industriales ; un bill para fundar un Banco Agrícola y otros bills con tendencia al gobierno propio, tales como la elección de alcaldes, concejales de ayuntamientos y jueces, elegidos por el voto popular, en vez de ser nombrados por [el gobernador ; y otro dando alguna representación á los contribuyentes en las juntas de tasadores, y también en las leyes escolares.
Esta práctica constante del Consejo Ejecutivo de desatender á la Cámara Baja, había venido creando un profundo sentimiento de digusto en esta última, y por consiguiente, una tendencia á resistir.”
Mr. Douglas. ¿Cedería el caballero aquí en este punto?
Mr Larrínaga. Ciertamente.
Mr Douglas. ¿Tendría el caballero la bondad de decirnos qué documento es el que está leyendo?
Mr. Larrínaga. Un alegato que tengo aquí de la Comisión de la Cámara de Delegados.
Mr Douglas. ¿Se ha publicado como documento de aquí?
Mr. Larrínaga. No señor. Pero ha sido impreso, publicado y distribuido á cada miembro de esta Cámara y del Senado.
Mr. Douglas. Doy las gracias al caballero.
Mr. Larrínaga, El caballero lo encontrará entre sus papeles en su oficina, estoy seguro de ello.
“La hora de cerrar la Legislatura se acercaba, mientras tanto el secretario Willoughby y el Attorney General por el Consejo y Mr. Muñoz Rivera y Mr. Soler por la Cámara trataban de llegar á un acuerdo. Convinieron en ir ante el Gobernador, quien accedió á convocar una sesión extraordinaria inmediatamente, de modo que conviniéndose en aceptar algunos bills de cada Cámara respectivamente, fuese posible llegar á formar un bill de consignaciones satisfactorio á todos.
Mr. Willoughby and Mr. Hoyt presentaron algunos bills en que el Consejo estaba interesado y Mr. Muñoz y Mr. Soler los de la Cámara.
La entrevista con el Gobernador dió por resultado el que éste diera una proclama llamando los miembros de la Legislatura á una sesión extraordinaria para el siguiente día, Marzo 12 de 1909. La Cámara estaba dispuesta á retirar sus enmiendas al bill de presupuesto y aceptarlo como lo deseaba el Consejo Ejecutivo, adoptando la misma actitud respecto á los demás bills.
Durante las últimas horas del 13 de Marzo, la Cámara estaba pronta á pasar los Bills del Consejo, pero el Consejo continuaba oponiéndose á los de la Cámara.
El bill de educación quedaba completamente desnaturalizado y truncado reduciéndosele a un simple residuo del bill original. El bill relativo á los alcaldes y concejales quedaba destruido, dejando siempre los nombramientos al Gobernador y no al pueblo. El bill relativo á los tasadores de la propiedad y el que se refería á las reformas en la Policía, eran pospuestos indefinidamente.
Era de todo punto imposible á la Cámara ceder en todos sus proyectos y sostenerse el Consejo en su actitud respecto á todas las medidas. En vista de la situación, como á las nueve de la noche la Cámara decidió retirar sus concesiones respecto al bill de presupuesto en lo relativo á la Corte Federal y á sostener las demás enmiendas declarando al mismo tiempo que se hallaba dispuesta á transar.”
Señor Presidente, las economías que se referían á la Corte Federal habían ya sido retiradas ; la Cámara estaba dispuesta á ello.
La Cámara continuó esperando la acción del Consejo, esperando que el Consejo hiciera algunas de las concesiones que la opinión pública reclamaba, de modo que ésta pudiera obtener alguna satisfacción. El Consejo Ejecutivo continuaba terco y decidido á llevar á cabo sus ideas de todos modos.
El martes, 15 de marzo, á las dos de la mañana la Cámara esperaba pacientemente ; cada delegado estaba en su puesto. De improviso el Consejo Ejecutivo decidió suspender los trabajos y cerró la sesión legislativa. Lo demás es bien sabido aquí. Entonces tomaron el primer vapor y vinieron á Washington.
Han estado aquí unos dos meses. Han sido oidos constantemente por el Presidente y por cada miembro de esta Cámara y del Senado que les ha convenido visitar. Se han pasado aquí dos meses pidiendo se les concedan poderes que serán en perjuicio del pueblo de Puerto Rico. Han tenido levantado sobre nosotros esta amenaza y nos han prodigado toda clase de injurias en la prensa. Este trabajo lo han sostenido todo este tiempo tratando de levantar un sentimiento hostil contra el pueblo de Puerto Rico.
No pueden estos señores, ni por un memento, admitir que el pueblo de Puerto Rico tiene derechos de ningún género. Días pasados comparecieron estos señores ante el Comité del Senado. El. Attorney General opinaba que el bill del Presidente no le servía. Que no cubría los puntos necesarios ni removía la dificultad. Encontraba que el bill era demasiado liberal. Encontraba que el Acta Foraker era mala. El senador por Ohio había fracasado al tratar de vaciar en lenguaje adecuado sus ideas. Había fracasado enteramente al tratar de vaciar en palabras los principios y espíritu de aquella acta.
El otro caballero, Mr. Willoughby, dijo que había venido á pedir al Congreso que se nos retirara el derecho de concurrir en la formación del presupuesto, porque ese derecho era una arma que la Cámara había esgrimido contra el Consejo durante nueve años.
Señor Presidente, no ha habido tal cosa. La única arma que se ha esgrimido es esta espada de Damocles que se ha tenido siempre sostenida sobre nuestras cabezas, y que ahora se nos trae aquí
Desde el primer día han dicho ellos “Sin duda no aceptando cuanto nosotros hagamos iremos ante el Congreso, y el Congreso les quitará á ustedes ese derecho, y tendremos el derecho de consignar las cantidades que queramos.” Eso es todo lo que ellos desean. Como antes he dicho, uno de ellos tuvo la sinceridad de decirnoslo, de decir que la Cámara de Delegados era una mera figura decorativa. Yo ví á uno de aquellos dos caballeros, el Secretario de Puerto Rico, cuando casi temblando dijo al Comité del Senado que deseaba se nos quitase aquel derecho, el poder de concurrir con el Consejo en la formación del presupuesto, porque según decía, nosotros queremos. “Negociar con la legislación.” Yo creo que aquel caballero estaba á punto de desmayarse cuando dichas palabras pasaron por sus labios.
Señor Presidente, con anterioridad á esta dificultad la Cámara de Delegados ha estado siempre cediendo y en realidad no ha hecho otra cosa que lo que el Consejo ha querido. Esta dificultad ha surjido porque la Cámara de Delegados tenía darse cuenta por qué, si aquel cuerpo existía, era posible que no pudiera hacer una ley creando un Banco Agrícola para auxiliar á los pobres agricultores. Después del gran ciclón de 1899, la Cámara de Delegados, que entonoces no la formaban hombres de nuestro partido, sino del partido opuesto, trató de pasar un bill análogo para auxiliar las clases agrícolas, pero el Consejo Ejecutivo no lo permitió, aunque los miembros de la Cámara eran sus amigos políticos. Ellos pidieron un empréstito para auxiliar á los agricultores, pero les fué negado por el Consejo Ejecutivo.
Señor Presidente, día tras día hemos visto venderse en pública subasta las pequeñas fincas del pobre para el pago de diez, siete y quince dollars de contribución y todas estas pequeñas propiedades han pasado á manos de los ricos. Sí, señor Presidente, durante nueve años estas pequeñas fincas, en venta por el Tesoro, han estado llenando las columnas de la prensa. Año tras año ha venido la Cámara introduciendo ese bill y el Consejo ha venido rechazándolo. Nuestro pueblo apenas puede comprender por qué la Cámara dentro de su derecho no puede hacer pasar aquella ley. Quien había de hacerme creer que el Presidente de los Estados Unidos, si hubiese estado debidamente penetrado del asunto, el hombre que ustedes han visto venir al Congreso día tras día, al Comité de Asuntos Insulares, recogiendo toda clase de datos para el Banco Agrícola de Filipinas, hubiera jamás aceptado las razones del Consejo Ejecutivo para negarse á dar su aprobación á este bill.
Que ellos no podían aceptarlo porque las finanzas de la Isla no podían soportarlo señor Presidente, la primera vez que el Tesoro de Puerto Rico ha estado en deuda ha sido en estos últimos años, cuando el Consejo Ejecutivo quiso un empréstito para carreteras y puentes. Cada año venimos destinando centenares de millares de dollars para la construcción de nuevas carreteras.
Mr. Hill. ¿Me permiría el caballero una pregunta?
Mr. Larrínaga. Si señor.
Mr. Hill. ¿Estoy yo en lo cierto al entender que el Banco que se negaba á conceder era un banco para el cual el capital había de ser suministrado por subscripción particular ó era un Banco Agrícola que el gobierno había de establecer y garantizar?
Mr. Larrínaga. El gobierno insular había de dar garantía á los que suministraran el dinero.
Mr. Hill. No era un Banco ordinario en el cual el capital es suministrado por particulares al que se oponían, sino que era á dar la garantía del Gobierno á lo que se negaban?
Mr. Larrínaga. Sí señor. Nosotros tenemos bastante crédito. Siempre nuestro país pudo prestar dinero.
Mr. Hill. Permítame completar mi pregunta con otra más.
¿Cree el caballero que si se concediera una franquicia de Banco sería posible conseguir el dinero sin la garantía del gobierno?
Mr. Larrínaga. Lo creo difícil en un país gobernado como Puerto Rico.
Mr. Hill. Entonces la diferencia de opinión está entre si el banco ha de tener la garantía del Gobierno ó si ha de ser una institución particular.
Mr. Larrínaga. No. No hay tal cosa. Permítame el caballero que le diga que yo creo difícil que ninguna institución Bancaria ó asociación financiera estaría dispuesta á facilitar su dinero en aquellas condiciones en un país que no tiene representación propia, y por consiguiente, como país no tiene responsabilidad. La garantía debe venir del actual gobierno constituido según se halla, porque hoy ésta es la única personalidad que allí existe.
Mr. Hill. ¿Y fué sobre este punto que el bill fracasó?
Mr. Larrínaga. Sí, y ha estado fracasando por nueve años, porque el Consejo Ejecutivo no lo aceptaba.
Mr. Parsons. ¿Era para prestar dinero sobre terrenos de café que se establecía el Banco?
Mr. Larrínaga. Sobre terrenos para cultivos de toda clase.
Mr. Parsons. No estaba destinado exclusivamente á prestar dinero á los pequeños plantadores de café?
Mr. Larrínaga. No señor.
Mr. Hill. Para prestar dinero sobre azúcar ó cualquiera otra cosa?
Mr. Larrínaga. Sobre azúcar, tabaco, café, naranjas, piñas ó cualesquiera otras plantaciones.
Mr. Parsons. ¿No fué la situación de los cafetales quien le indujo á pensar en banco agrícola, de modo que aquellos pudieran hacer empréstitos para reabilitarse de sus terrenos?
Mr. Larrínaga. No señor. Ahora hemos hecho un empréstito para el riego de una parte de nuestra costa Sud, en donde ocurre una gran sequía cada cinco ó seis años. Desde tiempo inmemorial hemos tenido ese proyecto. Contratamos para ello un muy conocido ingeniero inglés de gran reputación en estos trabajos, Mr. Febb, para que estudiase un sistema de irrigación para aquella parte de la Isla. El siguiente año llovió, y por cuatro años sucesivos continuó lloviendo, y se abandonó el proyecto; y es que el pueblo de Puerto Rico se parece á todos los demás pueblos del mundo: cuando no ven el peligro cerca, no toman precaución alguna.
Cuando había otra nueva sequía volvían á trabajar de nuevo, pero como se invertía algún tiempo en la preparación de los trabajos, y volvía á llover, se abandonaba de nuevo, y por cerca de cincuenta años hemos venido haciendo lo mismo. Hace dos años hubo una larga sequía, se perdieron las cosechas y se volvió á considerar de nuevo este proyecto. Ahora estamos decididos á seguirlo adelante llueva ó no llueva.
Mr. Hill. ¿Pero al presente éste no es uno de los puntos de discrepancia?
Mr. Larrínaga. Yo iba á decir al caballero que llevándose este trabajo adelante deberemos entonces cuatro millones, pero este último empréstito debe ser reembolsado. Esto es más bien un negocio productivo, porque las tierras en esa parte de la Isla son muy fértiles, y si los hacendados aseguran sus cosechas, los que usen el agua para sus riegos podrán pagar el capital é intereses con el cánon que hayan de abonar por el uso de las aguas, de modo que en realidad solo deberemos un millón de dollars. Pero aún suponiendo que esos tres millones de dollars fueran perdidos, porque se pudiera obligar á las hacendados á pagar las aguas que usen, lo que es absurdo, el débito total de la Isla sería de cuatro millones de dollars, y yo he de decirles, señores, que esto no sería un gran grávamen para un tesoro como el de Puerto Rico.
Hace unos 36 años nosotros tuvimos que pagar el precio de nuestros esclavos. Durante casi dos años que tuvimos una forma de gobierno republicano, pues España se había constituido en república, hicimos unas elecciones y mandamos á las Cortes españolas 16 representantes á la Cámara y 6 Senadores á la Cámara Alta, con instrucciones de que la primera medida que debía proponerse era la libertad de los esclavos.
Así lo hicieron; y nosotros en Puerto Rico hicimos un empréstito de siete millones de dollars para el pago á los dueños de esclavos, y en pocos años pagamos el capital é intereses. Así, pues, no creemos, como el Consejo Ejecutivo cree, que cuatro millones sean una deuda superior á los recursos del país. Están muy equivocados esos señores. Suponemos que lo estarán de buena fe, pero se ha dicho repetidas veces que la propiedad en Puerto Rico vale hoy mucho más que antes. Por el hecho de estar hoy allí la bandera americana, la propiedad ha aumentado unas tres veces en valor. Hace algunos años se hizo una tasación del valor de toda la propiedad y esta fué valorada en unos $ 69.000,000; de modo que multiplicando esa cantidad por dos ó tres, tendremos el valor actual de la propiedad en Puerto Rico.
Ahora bien, la ley nos autoriza á hacer empréstitos hasta el 7 por 100 de ese valor ó sea hasta 14 millones ; y, sin embargo, esos señores dicen al Presidente que Puerto Rico no puede soportar el establecimiento de un banco agrícola. Pero, en cambio, puede soportar el seguir vendiendo á los ricos las propiedades de los pobres que no pueden pagar cinco millones de dollars de contribución
Puerto Rico puede hacer un empréstito de dos millones de dollars para un banco agrícola con tanta facilidad como los Estados Unidos podría hacerlo por 200 millones para una empresa de interés nacional.
…………………………………………………………………………..
Mr. Douglas. ¿Cedería el caballero para una preguuta?
Mr. Larrínaga. Sí señor.
Mr. Douglas. Desearía saber yo, y para que también se enterase este Comité. Según entiendo habla Vd., de una comisión del Consejo Ejecutivo.
Mr Larrínaga. Sí señor; que vino aquí.
Mr. Douglas; También vino una comisión de la Cámara perteneciente al partido Unionista.
Mr. Larrínaga. Si señor.
Mr. Douglas. ¿Qué entrevistas tuvieron esos comisionados y con quién?
Mr. Larrínaga. Fuimos á ver al Presidente, fuimos á ver al Secretario del Interior. Además, la comisión tuvo una entrevista con el Presidente y el Secretario del Interior.
Mr. Douglas. ¿ Entonces, pues, el Presidente refirió ambas partes al Secretario del Interior?
Mr. Larrínaga. Si señor.
Mr. Douglas. ¿Cuántos días se invertieron en las conferencias?
Mr. Larrínaga. Sólo una sesión que duró varias horas.
Mr. Douglas. ¿ Fueron oidas ambas partes?
Mr. Larrínaga, Así lo creo.
Mr. Douglas. ¿Y ninguna de las partes pidió más tiempo? ¿Cada una de las partes presentó el asunto al Secretario del Interior?
Mr. Larrínaga. Si señor.
Mr. Douglas. ¿Y él hizo un informe al Presidente?
Mr. Larrínaga. Sí señor.
Mr. Douglas. ¿No es cierto, pues, que ambas partes comparecieron ante el Presidente y el Secretario del Interior? Entonces el presidente les dió una oportunidad á ambos para ser oidos.
Mr. Larrínaga. Sí, señor, fueron oidos. La razón que me lleva á hablar á ustedes de la Comisión del Consejo Ejecutivo en su informe ante el comité del Senado, y en cambio no digo nada de la Comisión de la Cámara, os porque siendo estos últimos señores ciudadanos particulares, con sus asuntos particulares que atender, habían tenido que ausentarse cuando el Comité del Senado me citó, sin duda para que los notificase á ellos. También llamó á los otros tres señores del Consejo Ejecutivo.
Una de las cosas que no me parece bien tampoco, es que estos señores estén constantemente en Washinhton en vez de estar atendiendo á sus asuntos oficiales en Puerto Rico. Estos señores llevan aquí dos meses y durante todo ese tiempo no han hecho más que tratar de desprestigiar al pueblo de Puerto Rico, ellos ó sus amigos, que lo mismo dá, publicando en la prensa toda clase de insultos contra nosotros.
Mr. Douglas ¿Quienes son los señores de quienes usted habla, Mr. Ward y Mr. Willoughby?
Mr. Larrínaga. Si señor, y Mr. Hoyt, el Attorney General.
Hr. Douglas. ¿No es cierto que ellos no se propusieron venir á Washington hasta que los Unionistas habían ya elegido una comisión para venir á presentar sus quejas ante el Presidente?
Mr. Larrínaga. Fué todo lo contrario. Ellos manifestaron á los miembros del Comité de Conferencias de la Cámara, que daban por terminada las conferencias, y se prepararon inmediatamente á tomar el primer vaper. Entonces, la Cámara resolvió enviar una Comistón, pero con los propios recursos de sus delegados, y no del Tesoro Público.
Ahora bien, señor Presidente, otras de las razones que dan esos señores para no aceptar los bills de la Cámara……
Mr. Gillespie. ¿Qué tanto por ciento del valor de la propiedad proponen Vds. que sirva de tipo para los préstamos sobre ella?
Mr. Larrínaga. Cuarenta por ciento del valor real. No conozco en sus detalles el último proyecto que se proponía, pero en el que se presentó hace algún tiempo era el cuarenta por ciento.
Mr. Gillespie. Otra pregunta. ¿Proponían Vds. poner un límite al interés del préstamo?
Mr. Larrínaga. Desde luego.
Mr. Gilliespie. ¿Cuál era el límite?
Mr. Larrínaga. En el banco de que se trata ahora?
Mr. Gilliespie: ¿No dijo Vd. que el banco no podía hacer préstamos sino á ciertos tipos de interés, ó no más alto de cierto tipo?
Mr. Larrínaga. Se limitaba al seis por ciento en los anteriores proyectos de banco, y supongo que sería lo mismo en estos.
Mr. Gilliespie. Vd. dice que el promedio del tipo de interés al presente es allí de nuevo por ciento en adelante.
Mr. Larrínaga. Yo he visto muchas escrituras hipotecarias al diez y ocho por ciento anual.
Mr. Douglas. ¿ Era eso en tiempo reciente?
Mr. Larrínaga. Los bancos do Puerto Rico en San Juan hacen hoy préstamos al nueve por ciento.
Mr. Douglas. ¿Hay hoy notas comerciales que sean á más de seis y siete por ciento?
Mr. Larrínaga. El caballero no está en lo cierto.
Señor Presidente, el otro bill á que hacían objección y que fué presentado por la Cámara, era un bill para establecer una escuela industrial. Alegaban ellos que era contra el Acta Foraker. Creo que no lo han demostrado. Si algo estaba en contra del Acta Foraker era en la organización ó funcionamiento de la escuela, y si ellos hubieran estado deseosos de transigir, creo que las condiciones que se opusieran al acta hubieran sido suprimidas. La Cámara deseaba establecer aquella escuela, porque la primera había sido un fracaso, y lo mejor que pudo haber sucedido al edificio, ocurrió sufriendo la misma suerte todo lo que contenía, pues la Providencia Divina lo quemó en una noche. Y no deseo manifestar nada más en relación con este asunto. Yo fuí uno de los miembros nombrados en la comisión para investigar el hecho y prefiero pasarlo por alto.
Mr. Humphreys. (Miss). ¿ Cedería el caballero por un momento?
Mr. Larrínaga. Ciertamente.
Mr. Humphreys. ¿ El caballero dice que si ellos hubieran permanecido allí se hubieran transado las diferencias sobre ese bill ?
Mr. Larrínaga. Sí señor.
Humphreys. ¿ Quiere usted decir el Consejo Ejecutivo ?
Larrínaga. Ellos suspendieron la sesión y se retiraron.
Cuando la sesión ordinaria de la legislatura se cerró, el gobernador citó á una sesión extraordinaria, y la Cámara estaba dispuesta á arreglar las diferencias. Pero no estaban dispuestos á ceder una sola línea los señores del Consejo. Deseaban simplemente hacer lo que siempre han hecho: su santa voluntad, porque ellos sabían que la Cámara baja no deseaba que vinieran á Washington para presentarse ante el Ejecutivo y este Congreso en los términos en que han venido haciéndolo ; y este temor hizo que nos abstuviéramos de ir á un conflicto. Siempre contaron que nosotros cediéramos. Aprovecharon la oportunidad para venir ante el Congreso y hacer que vosotros hiciérais lo que siempre creyeron que haríais.
Mr. Hill. ¿ Me permitirá el caballero que le haga otra pregunta ?
Larrínaga. Ciertamente, con placer.
Mr. Hill. ¿La primera escuela industrial, (Manual Training School) que usted dice se quemó por decreto de la divina Providencia, fué un fracaso : se refiere usted al edificio, ó á la administración de la escuela?
Mr. Larrínaga. El edificio se agrietaba y tenía que ser apuntalado y fué un fracaso completo.
Mr. Hill. ¿Fué un fracaso con respecto al edificio ó á su manejo? ¿cuál fué la causa del fracaso?
Mr. Larrínaga. Yo en verdad no puedo dar al caballero la razón del fracaso. En aquellos primeros tiempos de la administración del país existía una confusión muy grande. Yo supongo que lo mismo habría; do pasar en todo gobierno que se establece por primera vez, poro la verdad es que ni el edificio estaba construido bien, ni la institución estaba bien manejada. Sin embargo, yo deseo manifestar que hoy las cosas marchan más normalmente y que no creo que hoy pasarían del mismo modo.
El otro bill á que hacían objeción era el bill para elegir jueces municipales en vez de jueces de Paz nombrados por el Gobernador.
Mr. Humphreys. Yo creo que se ha dicho por alguien aquí, creo que por un representante del Consej Ejecutivo, que el objeto de la Cámara de Delegados al querer establecer una escuela industrial, era el de quitar todo el sistema escolar de manos de las autoridades constituidas y pasarlo á otras manos. ¿ Es esto exacto?
Mr. Larrínaga. ¿Cómo puede el caballero de Mississipp imaginar que por establecerse una escuela particular, pueda cambiarse todo un sistema escolar?
Mr. Humphreys. ¿Cuál es la opinión del caballero sobro ese dicho, es exacto ó no lo es?
Mr. Larrinaga. No entiendo que sea correcto el decir tal cosa.
Mr. Hill. La primera escuela industrial estaba bajo el control y dirección del gobierno insular. No había sido establecida por nadie.
Mr. Larrínaga. Había sido establecida por el gobierno insular, que es lo mismo que decir por el Consejo Ejecutivo.
Mr. Hill. ¿Entonces no se opusieron. Por qué ahora después do destruída hay diferencia de opiniones?
Mr. Larrínaga. No enseguida. Han transcurrido nueve años.
Mr. Hill. ¿Por qué existe ahora una diferencia de opinión cuando estuvieron acordes antes de la destrucción de la escuela?
Mr. Larrínaga. Porque entonces se lo hacían ellos todo. Nosotros no estuvimos acordes. Ahora es que deseamos tener participación en ello. Eso es todo.
Yo he manifestar al caballero de Connecticut, que si hemos llegado al punto en que sea un crimen para un pueblo desear el manejo de sus propios asuntos, entonces en nombre de mi pueblo habré de declararlo culpable. (Aplausos.)
El otro bill, Señor Presidente, es el de la elección de jueces municipales. No queremos que esos jueces sean nombrados por el gobernador. La razón que se nos opone es justamente la que tenemos para que sean elejidos por el pueblo. Dicen ellos que esos jueces así elejidos, serán un arma en manos de un partido político.
Entonces ellos confiesan que todo el país pertenece á nuestro partido y que esos jueces representan la voluntad del pueblo.
…………………………………………………………………………………….
……………………………………………………………………………………..
Mr. Larrínaga. Señor Presidente, solo tengo algunas frases más que añadir, pues deseo terminar estas observaciones.
Si yo tratase de presentar en detalle todos los puntos de esta controversia, tomaría mucho tiempo. Hablaba antes de la opinión de aquellos señores con respecto al pueblo de Puerto Rico, y decía á Vds. que yo no quería que aceptasen Vds. la opinión de nuestra gente ni la de los europeos. Pero sí deseo presentarles la opinión de dos de los comisionados de Educación que estuvieron en Puerto Rico. También deseo presentar á Vds. la opinión del Presidente Mc Kinley, cuando dijo á nuestra Delegación “Caballeros, no se preocupen : nosotros vamos á hacer de Puerto Rico la envidia de los países latino-americanos Vamos á hacer cumplida justicia á sus aspiraciones.” Acepten Vds. la opinión, del Presidente Roosevelt, cuando dijo á otra comisión de puertorriqueños, “que habían pocos pueblos que tuvieran las excelentes condiciones de Puerto Rico, sociales, políticas y económicas.” Ne tomen Vds. mi opinión, tomen la del gobernador Winthrop en este mensaje. Podría leerles varios párrafos, pero sólo les leeré las últimas líneas de su mensaje.
“Motivo es de gran satisfacción el poder manifestar, que á pesar del gran interés manifestado en las elecciones y las dificultades naturales á la implantación de una ley nueva, la campaña ha estado completamente libre de incidentes desagradables. El dominio de sí mismo y el respeto á la ley observado en los comicios, debe ser objeto de orgullo y congratulaciones para todos los puertorriqueños.”
Señor Presidente, ni siguiera deseo que se acepten sólo declaraciones hechas hace dos años atrás. Aún está reciente en la Mansión Ejecutiva el informs del general Wood, llegado de Puerto Rico en estos últimos días, en el que, según se expresa, nuestros soldados no pueden ser mejores. Vosotros los habeis visto aquí en Washington á esos hombres á quienes se ha llegado á llamar cobardes en algunos periódicos. Aquellos tres señores que no se atreverían ponorse delante de ningún miembro de la Cámara de Delegados, y decirle en la cara lo que han estado diciendo en la prensa de este país, no pueden tampoco injuriar á un país cuyos soldados, señor Presidente, son los descendientes de hombres que durante los últimos siglos han combatido por nuestra patria y han rechazado á ingleses, franceses y holandeses, á un país cuyos soldados son los hombres que un día tendrán que luchar juntos con vuestros propios soldados por el honor de esa bandera. (Aplausos)
Bien me consta, señores, que vosotros váis á aprobar ese bill.
Tendremos que someternos. Pero en la controversia entre esos hombres, que solo representan un sistema repulsivo á nuestro pueblo, y aquellos treinta y cuatro caballeros que representan la riqueza y la inteligencia de mi país, que Dios poderoso en el cielo y el pueblo americano en esta tierra de hombres libres, sean nuestros jueces. ( Aplausos. )
DISCURSO DEL HON. TULIO LARRÍNAGA, EN LA CÁMARA DE REPRESENTANTES, EL LUNES 7 DE JUNIO DE 1909.
Mr. Larrínaga. Señor Presidente : Mientras escuchaba yo las observaciones del caballero de Wisconsin (Mr. Cooper), ví que podía presentar á la Cámara algunas ideas sobro el tema que trataba el caballero, de que Puerto Rico había sido tornado como parte de esta nación, por la conveniencia que reportaba á América el poseer aquella Isla en el Océano Atlántico, como tiene al Hawaii en el Pacífico.
Creo que ésto ha de desviarme algún tanto del punto que yo me proponía tratar, sobre todo cuando tengo tan poco tiempo á mi disposiciόn.
Mr. Cooper ( de Wisconsin ). Me permitiría el caballero que le interrumpiera?
Mr. Larrínaga. Ciertamente.
Mr. Cooper. Deseo decir algo que omití, y esto es, que la única enmienda que yo apoyaría, sería la enmienda presentada por el caballero de Texas (Sleiden), que se nombre una comisión que vaya allí. En este momento yo no votaría enmienda alguna para dar la ciudadanía americana ó para limitar este derecho por un año, ó por algún otro objeto. Votaré por este Bill con la esperanza de que se le hará justicia en la próxima sesión del Congreso.
Mr. Larrínaga. Con respecto á conservar á Puerto Rico permanentemente como parte de la Nación, deseo manifestar, que el Presidente tiene razón al asegurar en su mensaje, que Puerto Rico fué ocupado con el consentimiento del pueblo. Es cierto. El caballero de Kansas, (Mr. Scott) dijo que no había encontrado allí una sola persona que no creyese que Puerto Rico no debía formar parte de los Estados Unidos. También creo que tenía razón. Aquí estoy yo elegido por más de cien mil votos, y mis opiniones y sentimientos eran conocidos en el país por más de 30 años antes de que desembarcasen allí los americanos. Esto demuestra, señor Presidente, que el pueblo de Puerto Rico está deseoso de formar parte de esta gran nación, pero aquel pueblo también está unánime en declarar que el Acta Foraker es una injusticia que se le ha hecho, y que él merece na mayor cantidad de gobierno propio.
Sr. Presidente, cada vez que alguien se levanta aquí para defender ese bill, que se halla al presente ante esta Cámara, defiende un proyecto del Consejo Ejecutivo de Puerto Rico, un bill que ha vivido en la imaginación de los funcionarios de la Isla desde el principio del gobierno civil; es decir, un proyecto para obtener por medio de una ley lo que hasta ahora sόlo han obtenido por medio de amenazas. Siempre consiguieron que la Cámara pasase sus bills, no aceptando ellos los de la Cámara. Siempre hicieron que la Cámara aprobase los presupuestos, bajo la constante amenaza de que el Congreso quitaría á la Cámara el derecho de concurrir en su formación. Eso, señor Presidente, es lo que han hecho siempre. El deseo de la Cámara inferior de demostrar á este pueblo, que eran hombres de orden, buenos ciudadanos, se ha convertido hoy en un argumento contra ellos. Justamente por la razón de que lo hemos venido sufriendo durante 9 años, para que no se tuviese aquí la impresión de que éramos ingobernables, de que no éramos dignos del gobierno propio, es que hoy se nos acusa de haber caído en las redes de los politicians y de desear derribar el gobierno, y de que nuestros procedimientos son revolucionarios y de que nuestra actitud es anarquista.
No hay tal cosa, señor Presidente. En relación con el acta Foraker, tan repulsiva á nuestro pueblo, he de decir al caballero de Wisconsin (Mr. Cooper) que el pueblo americano no sabe aún y creo que muy pocos miembros de la. Cámara, hasta donde ha llegado el acta Foraker á desvirtuar la utilidad de Puerto Rico, como medio de defensa en el Atlántico y á perjudicar la seguridad de esta nación. Permítame decir que si Saint Thomas no enarbola hoy la bandera americana, se debe al acta Foraker. Aquel hombre de estado, el Presidente Mac Kinley, y el secretario Root, vieron que Puerto Rico sería inútil en manos de los Estados Unidos si Saint Thomas permanecía en manos de una potencia débil. Saint Thomas es el punto avanzado en el Archipiélago de las antillas y es la verdadera llave. del Mar Caribe, del Golfo de Mejico y del canal de Panamá.
Existe allí una pequeña Isla con una hermosa bahía, diques de arena, y una hermosa población, bien defendida un pueblo entusiasta por la nación americana y que habla el idioma inglés, pues los daneses allí hablan tan bien el inglés como su propio idioma. En todo tiempo fueron los santomeños los más pro–americanos de todas las antillas. Su gran idea fué siempre el formar parte de la Unión Americana, pero cuando llegó el momento oportuno rehusaron dar su consentimiento al trato propuesto por el Presidente Mac Kinley. Dinamarca sabía la amistosa propensión de sus distantes súbditos hacia los Estados Unidos, y, por consiguiente, aceptó desde luego el tratado, pero habiendo el pueblo de la Isla hecho una representación al Rey en contra de la venta, el Rey ordenó se hiciera un plebiscito para que ellos. Mismos decidieran el caso. El resultado fué que el pueblo de San Thomas rehusó formar parte de los Estados Unidos.
El trato se hallaba cerrado ya entre el Presidente Mc Kinley y el Rey de Dinamarca, y estaba ya convenido que San Thomas pasaría á ser una posesión americana, mediante el pago de cuatro millones de dollars, ¿Qué había, pues, ocurrido? Había ocurrido, Mr. Chairman, que los santomeños, que siempre habían sido ardientes pro-americanos, habían venido observando el resultado del Acta Foraker durante los primeros años en Puerto Rico. Habían visto lo ocurrido en nuestra Isla. Solo deseo afirmar, por ahora, ante esta Cámara, que el mayor daño que esta nación ha recibido desde la guerra con España, fué el fracaso en adquirir la posesión de la Isla de San Thomas, y que ésta continúe en manos de una nación débil, que un momento dado no podría defenderla, y entonces Puerto Rico será impotente é inútil para los Estados Unidos ante el dominio en San Thomas de una potencia fuerte.
Yo podría continuar y tratar el asunto del Hawaii en el Pacífico, pero me faltaría el tiempo.
Siento mucho observar que siempre que alguien se levanta á defender el bill presentado por el caballero por Pensylvania, empieza por sacar este librito, la Constitución de Puerto Rico, para probar que no vale nada; que no contiene nada que pueda llamarse gobierno propio. Yo no desearía entrar á tratar asuntos de los tiempos pasados del régimen español. Desearia pasar todo por alto, pero creo un deber para con mi pueblo el recojer estos argumentos que siempre se presentan: á saber; que el Gobernador de la Isla lo era todo, que el Rey podía anular aquella constitución, llamada la constitución autonómica de Puerto Rico. Desearia que cada miembro de esta Cámara se dirijiera al Departamento de la Guerra y obtuviese una copia de este documento y lo estudiase detenidamente. Voy á leer solamente tres artículos del libro, que marqué esta mañana cuando el caballero por Pennsylvania lo leía, y los cuales demostrarán claramente que el caballero de Pennsylvania no está en lo firme. Tomemos, pues. la página 12 en que se trata de la constitución de la Legislatura. Según el Acta Foraker, de los once miembros (todos de nombramiento) seis son al mismo tiempo los jefes de los departamentos. Siendo todos de nombramiento, tienen además el poder de hacer las leyes; de modo que todo el poder, así legislativo como ejecutivo, está en las manos de esos seis hombres.
Mr. Scott. Me permitiría el caballero hacerle una pregunta?
Mr. Larrínaga. Ciertamente y con el mayor placer.
Mr. Scott. Me parece que se podría deducir de las palabras del caballero, que sobre todas las cuestiones de importancia hay siempre una división por la línea de razas dentro de los miembros de la Alta Cámara.
Mr. Larrínaga. De ningún modo.
Mr. Scott. Desearía preguntar al caballero, sino es cierto que, por el contrario, había pocas veces, si es que ha habido algunas, divisiones de ese género.
Mr. Larrínaga. No señor. Los puertorriqueños muy amenudo votan con los americanos. No existe semejante cosa, que pueda llamarse división de raza, pero el hecho es también cierto, que los puertorriqueños, por regla general, en las cuestiones políticas desean leyes más liberales que los seis americanos, quienes en tales casos votan juntos; pero en general, repito, la división no se hace con arreglo á semejantes líneas. Muchas veces bills de la Cámara Baja han sido derrotados en el Consejo por el voto de los miembros puertorriqueños, y alguna que otra vez varios americanos han votado con los puertorriqueños. Esto es un hecho.
Ahora, comparando la Cámara alta nombrada según el Acta Foraker con la Cámara alta elegida según la Constitución autonómica, Artículo 5, Título III de la Constitución Autonómica, veremos que el Consejo estaba compuesto de 15 miembros, do los cuales 8 eran elejidos según se prescribe por la ley electoral y 7 nombrados por el Gobernador General.
Mr. Olmsted. ¿ En dónde halla eso el caballero ?
Mr. Larrínaga. En la página 12.
Mr. Olmsted. En la página 12 del panfleto que yo tengo, dice que el Consejo se compondrá de 35 miembros.
Mr. Larrínaga. Esa es la Constitution para Cuba. Las Constituciones de Cuba y Puerto Rico diferían en el número de miembros solamente.
Mr. Olmsted. Pero esta se aplica á las islas de Cuba y Puerto Rico.
Mr. Larrínaga. Sí señor. Pero siendo Puerto Rico menor, el número de miembros fué reducido. Esa es la úuica diferencia entre las dos Constituciones.
Se vé, pues, señor Presidente, que todo el poder legislativo quedaba en manos de los puertorriqueños.
Con respecto á los poderes del Gobernador, he de llamar la atención del caballero por Pennsylvania, á la página 19, artículo 44 que dice: “Ninguna disposición ejecutiva del Gobernador General, obrando como representante y jefe de la Colonia, tendrá efecto alguno, á menos de ir firmada por un Secretario del Gabinete quien por este simple acto quedará responsable por el mismo.”
Yo creo, señor Presidente, que si hoy tuviésemos siquiera una sombra de semejante poder para controlar al gobenador….
Mr. Olmsted. ¿Quién nombraba á este gabinete? ¿Nombraba el gobernador á su gabinete?
Mr. Larrínaga. Con la presentación de candidatos por el jefe del partido que había ganado las elecciones.
Mr. Slayden. ¿Cedería el caballero para hacerle una pregunta?
- R. Canales.
Mr. Larrínaga. Ciertamente.
Mr. Slayden. ¿Díce el caballero que el nombramiento recaía sobre los propuestos por el jefe que había ganado las elecciones?
Mr Larrínaga. Si señor, el jefe presentaba sus candidatos.
Mr. Slayden. ¿Tenían Vds. entonces un gabinete que correspondía con el resultado de las elecciones y que salían si era luego derrotados?
Mr. Larrínaga. Si señor. Era un parlamento.
Ahora bien, en relación con otra observación que se ha hecho en la prensa y en otros documentos…..
El Presidente. El tiempo del caballero por Puerto. Rico ha expirado.
Mr. Clark (Missouri.) Mr. Chairman. Yo cederé 6 minutos de mi tiempo al caballero por Puerto Rico.
Mr. Larrínaga. Gracias. Este es un punto muy importante, señor Presidente, á saber: “Que el rey podía anular el acta orgánica en cualesquiera época, según se ha venido repitiendo. El rey de España desde la época de la constitución de Cádiz en 1812, no puede hacer semejantes cosas. El rey está obligado á cumplir y promulgar las leyes del Congreso, llamado allí Cortes.
En la página 23, el caballero por Pennsylvania encontrará las garantías que existían de la permanencia de aquel gobierno. El artículo 2 de los adicionales dice así: “Una vez aprobada la presente Constitución para las islas de Cuba y Puerto Rico no será enmendada, sino en virtud de una ley especial y á petición del Parlamento Insular” de modo que según esta Constitución esta bill de Vds. no habría podido ser tomado en consideración por el Congreso de los Estados Unidos, á no haber procedido la petición de nuestra Legislatura.
Sr. Presidente, siento no disponer del tiempo suficiente. He tenido que desviarme en estas digresiones á fin de contestar á las observaciones de estos caballeros que me han precedido.
El punto que yo deseaba tocar es el relativo al Banco Agrícola, cuyo establecimiento se negó á aceptar el Consejo, dando como razón que la isla no podía soportar su establecimiento. Yo supongo que aquella afirmación se hace de buena fé.
Nustro pueblo esperaba que el Congreso de los Estados Unidos habría tomado los bills, los habría estudiado y llegado á formar un juicio sobre ellos, y que habiendo tomado en consideración ambas fases del asunto, si llegaba á convencerse de que los bills de la Cámara Baja no merecían el que la Cámara Alta los hubiese tomado en consideración, que entonces los hubiera desechado; pero que en el caso de que aquellos bills ó alguno de ellos hubiese sido bueno, justo y razonable, que en ese caso nos hubiera hecho justicia y los hubiera aprobado. Solamente me propongo hacer aquí el exámen de uno de aquellos bills. Como ya antes he dicho, el bill para establecer un banco agrícola había sido presentado por la Cámara republicana. Yo no desearía traer aquí, repito, estas cuestiones locales, pero nosotros sostenemos que al partido republicano se le dió el poder por el Consejo Ejecutivo. Esta sería una historia muy larga de contar, pero ello es que aquella Cámara, era una Cámara republicana, afecta al Consejo y por gratitud obligada á él.
Señor Presidente, el único bill á que el Gobernador de Puerto Rico ha puesto su veto fué á un bill de aquella Cámara encaminando á dar más derechos á las municipalidades. Aquella Cámara de Delegados, aunque republicana, deseaba dar mayor amplitud á las municipalidades. Que hubiesen los republicanos ganado el control de la Cámara por buenos ó malos medios, ellos deseaban, sin embargo, hacer justicia á los deseos del pueblo y fortalecerse en la opinión pública; pero el Consejo Ejecutivo no se lo permitió; y si los republicanos han sido barridos en las tres últimas elecciones, de modo que no les es posible elegir un solo miembro de la Cámara, es debido en gran parte á la obstinación del Consejo Ejecutivo, que pretende regir arbitrariamente los destinos de la Isla, ya sea la Cámara republicana, unionista ó cualesquiera otra cosa. Esta es toda la verdad del caso.
El Presidente. El tiempo del caballero ha expirado.
El señor Larrínaga. Pido el consetimiento unánime de poner mis observaciones en el Record.
No hubo objecciόn.
Señor Presidente, voy á probar por las mismas manifestaciones de uno de los miembros del Consejo Ejecutivo, (el tesorero de Puerto Rico,) que el bill del Banco Agrícola era un bill justo y que las razones dadas por el Consejo Ejecutivo para rechazarlo, de que la Isla no podía soportar aquella carga, no eran en manera alguna aceptables. También probaré que ellos no podían creerlo así. En primer lugar, las condiciones económicas de la Isla son solventes y sólidas. Leed en la página 47 del informe del Gobernador de Puerto Rico, lo que dice el Tesorero en el último párrofo: “Los ingresos del pasado año, solo han servido para confirmar la fuerte posición financiera de la Isla.”
En la página 48. línea décima, desde la parte superior de la página, refiriéndose al pánico en los Estados Unidos, dice el tesorero: “La depresión financiera no causó paralización alguna de los negocios en Puerto Rico, como lo hizo en los Estados Unidos.”
En la página 52 hacia mitad de la página, confiesan ellos la necesidad del Banco. Dice allí el tesorero: “Todos los países nuevos en la industria tienen una gran necesidad de capital. Esto es especialmente cierto respecto á los trópicos.”
Pretenden ellos, según creo, que puesto que la Isla tiene hecho un préstamo de un millón de dollars para mejoras hace dos años y se propono hacer un empréstito de tres millones para un proyecto de riego en la parte Sud de la Isla, que el país ha tocado ya el límite de su capacidad financiera para empréstitos. Examinemos este argumento. En primer lugar, los tres millones del último empréstito se destinan á la construcción de las obras necesarias para el regadío de ciertas tierras en la parte Sud de la Isla. Los hacendados son los que han de pagar este empréstito con el canon que han de abonar por las aguas que han de tomar para regar sus terrenos. El Tesoro insular sólo va á prestar, por decirlo así, la garantía moral. Este empréstito es simplemente un negocio remunerativo. Aquellas tierras de cañas son de las más fértiles del mundo. Una cosecha cada cuatro ó cinco años se pierde por falta de riego apropiado. Una vez que se haya asegurado las cosechas, no existirá la más remota probabilidad de que los hacendados no puedan pagar sus canons para cubrir el capital é intereses del dinero tomado á préstamo. Pero aún admitiendo, por un momento, que ese empréstito constituya un gravámen sobre el tesoro de la Isla, es por ventura la cifra de 4 millones de dollars el límite de la potencia financiera de la isla?
Si ustedes leen en la página 54 en la línea sexta comenzando al pie de la página, en este informe verán ustedes que la propiedad taxable de la Isla es más de cien millones; y por consiguiente el 7 por ciento de aquella cifra es el límite que autoriza la ley. Si á esto se agrega, como antes hemos dicho, la sólida condición ó estado financiero de la Isla, según confiesa el Tesorero, y la necesidad de semejante institución, como también lo declara aquel caballero, tendremos por fuerza que llegar á la conclusión de que lo que realmente ellos desean es que el pobre estanciero no pueda encontrar dinero en préstamos á largos plazos para el pago del capital y á un interés bajo, y que de este modo pueda escapar de las garras de la usura.
Si del bill para el establecimiento de un banco agrícola pasamos á examinar los demás bills rechazados por el Consejo encontraremos que son razonables y de ningún modo opuestos á la ley fundamental del país; y toda persona de criterio imparcial, después de haber estudiado detenidamente los diferentes puntos do esta controversia, tendrá seguramente que llegar á la conclusión do que la sola, mira del Consejo Ejecutivo era el provocar la presente dificultad, escando seguro, como siempre lo ha estado, que vosotros pasaríais eso bill, poniendo en sus manos el último vestigio de los derechos del pueblo de Puerto Rico. Pero ya antes lo he dicho, es preferible de que ellos estén autorizados á hacerlo por la ley, á que lleven á cabo ese mismo objeto cada año por la amenaza. El pueblo americano no estará por más tiempo engañado sobre la clase de gobierno colonial que tenemos en Puerto Rico.
DISCURSO DEL HON. CHARLES F. SCOTT, DE KANSAS, EN LA CÁMARA DE REPRESENTANTES, JUEVES, MAYO 27, 1909.
Estando la Cámara en Comisión Total y teniendo, en consideración el proyecto para enmendar la ley titulada “Ley para proveer temporalmente, de rentas y un gobierno civil á Puerto Rico, y para otros fines.”
Mr. Scott. Señor Presidente: Acabo de regresar de Puerto Rico, donde fuí en la excelente compañía del caballero por Colorado (Mr. Rucker), para ver la Isla; para notar el progreso ó falta de progreso que se había hecho allí bajo el dominio americano; para conocer, en lo que pudiéramos, el caracter, las costumbres y el modo de pensar del pueblo; para examinar las condiciones económicas é inquirir sobre ellas; y, á ser posible, para obtener informes sobre los cuales basar un juicio acertado respecto á la situación política existente en aquella Isla. La experiencia común es que el único modo, por lo menos el modo mejor, de obtener un conocimiento satisfactorio de las condiciones de un país lejano, especialmente si ese país está poblado por una raza extranjera, es visitándolo y estudiando los problemas que se presentan sobre el terreno en donde surgieron. Yo sería el último en pretender que por razón de la breve visita á Puerto Rico, pueda yo hablar con más autoridad sobre las condiciones que allí existen, que lo que hacerse pudiera por otros señores de la Comisión. Sin embargo, sí creo que mi colega y yo obtuvimos informes y absorvimos por decirlo así, la atmósfera de la situación, lo que no puede menos de valernos mucho para llegar á una conclusión más satisfactoria en nuestras propias mentes, que aquella á que de otro modo hubiéramos podido llegar. Indudablemente, si no obtuvimos esos informes, no fué por falta de las facilidades que á nuestra disposición se pusieron.
El distinguido Comisionado de Puerto Rico me dió cartas de presentación para sus amigos políticos, las que tuve el gran placer de presentar. Otros señores favoreciéronme con cartas para comerciantes de representación y arraigo en diferentes partes de la Isla. El habil y cumplido gobernador de la Isla, Hon. Regis H. Post, y sus asociados en el Consejo Ejecutivo, mostráronse incansables en ayudarnos á obtener contestaciones amplias y exactas á todas nuestras indagaciones Creemos, por consiguiente, — y uso el verbo en plural, porque estoy seguro que mi amigo demócrata (Mr. Rucker) regresó esencialmente con las mismas impresiones, — creemos, por consiguiente, que hemos conocido algunas cosas y llegado á algunas conclusiones que tal vez vengan á justificar la participación que tomamos en este debate.
Estoy seguro de haber ido á Puerto Rico con criterio abierto. Soy celoso, como lo es todo ciudadano americano, del buen nombre de mi país. Estoy desmesuradamente ansioso de que en todo país sobre el cual flote nuestra bandera represente ésta el símbolo de la libertad y justicia, de la felicidad, prosperidad y seguridad de todo el pueblo de ese país. Nunca recuerde, sin sentir una emoción de orgullo, la manifestación que según informes, se hizo por el Consul británico en Manila, la noche del día que las fuerzas americanas por vez primera tomaron posesión de aquella ciudad.
Una mujer europea había llegado poseida de terror al consulado implorando protección durante la noche.
Seguramente—el cónsul la dijo—podéis guardaros aquí si lo deseáis; pero, señora, deseo aseguraros que la vida y la propiedad y el honor del sexo femenino están más seguros en Manila esta noche de lo que han estado por trescientos años. (Aplausos)
El por qué deseo que ese sea el verdadero sentimiento donde quiera que prevalezca al dominio americano que yo resentiría, como injuria personal, la mala conducta de los Estados Unidos en cualquiera de nuestras posesiones insulares. Por consiguiente estoy seguro de haber ido á Puerto Rico con un criterio abierto — más, con un criterio dispuesto á criticar, las equivocaciones que hubieran podido cometerse en la administración de justicia en aquella Isla, y creo que de haber pruebas de mal gobierno allá, si hubiera habido siquiera indicación de que las leyes decretadas para el gobierno de la Isla son injustas para el pueblo, de naturaleza tal que le imposibilitaran prosperar y disfrutar los derechos que al pueblo corresponden, me parece que lo habríamos descubierto, y estoy snguro que no hubiésemos vacilado en traer los hechos ante la atención del pueblo y del Congreso de los Estados. Unidos y localizar la culpa en donde correspondiere.
Pero no encontramos esas condiciones. Como ha manifestado el Presidente en su mensaje es ocioso sostener que las condiciones existentes en la actualidad en Puerto Rico puedan compararse en sentido alguno, social, político ó económicamente con las condiciones que existieron bajo el dominio de España. Con frecuencia se ha hecho referencia al “gobierno autonómico” así llamado, que fué otorgado por España en 1897
Es bien entendido que este sistema, la tal llamada “constitución”, fué concedida bajo la presión de condiciones existentes en Cuba y pava evitar que sobrevinieran sucesos análogos en Puerto Rico Y es bien entendido también que, como bien diciel Presidente con firmeza tanta:
“Fué un arreglo experimental, revocable á conveniencia de la Corona y en sus disposiciones facultaba al Gobernador General para suspender todas las leyes de la Legislatura de las Islas hasta que fueran aprobadas ó desaprobadas por la nación, y para suspender libremente todas las garantías constitucionales de la vida, libertad y de la propiedad, que se suponen ser al fundamento de la libertad civil y de las instituciones libres. La legislatura insular no estaba facultada para decretar nuevas le yes, ni para modificar las leyes por las cuales se rigen los derechos de propiedad ó la vida y libertad del pueblo. El poder decretar éstas quedaba en manos de las Cortes nacionales é incluía la multitud de leyes codificadas que gobiernan la herencia, distribución y transferencia de propiedad y contratos, leyes notariales, ley hipotecaria, leyes de aguas y minas, código penal, enjunciamiento civil y criminal y administrativo, leyes orgánicas de municipios, leyes electorales, el código de comercio etc.
Comparar un plan de gobierno como ese con las instituciones que hemos llevado á Puerto Rico es peor que ocioso. Es prepόstero y absurdo.
En contraste con esto — siguiendo citando las mismas frases del Presidente —
“En contraste con esto, de acuerdo con la forma actual de gobierno, la legislatura insular posee prácticamente todas las facultades de una comunidad americana, y las garantías constitucionales de sus habitantes, en vez de estar sujetas á suspensión ó voluntad del ejecutivo, están absolutamente garantizadas por la ley del Congreso. El gran cuerpo de leyes sustantivas, vigentes actualmente en la Isla, — Código político, civil y penal, enjuiciamiento civil y criminal, las leyes de rentas, municipal, electoral, franquicias, escolar, policía y de obras públicas, y otras por el estilo, se han decretado por el pueblo de la Isla por sí mismo, puesto que no puede figurar en los libros estatutarios, ninguna ley que no haya recibido la aprobación de la Cámara baja de representantes de la legislatura.
Insistir, como se ha insistido en esta Cámara, que un cuerpo de leyes tan grande como el que se recapitula por el Presidente pudiera pasarse por consentimiento unánime, sin arreglos y concesiones entre las dos cámaras de la legislatura, es, desde luego, ir en contra de toda experiencia legislativa. El mero hecho de haberse decretado un cuerpo de leyes de tanta magnitud es, por sí solo, prueba terminante de que el cargo — que se ha hecho en otra parte, si es que no se ha hecho aquí — de que el Consejo Ejecutivo no ha puesto de su parte nada para complacer los deseos y el criterio de la Cámara baja de la legislatura, carece en absoluto de base cierta.
Pero, antes de pasar á la discusión de los méritos de este proyecto y de la situación política que dió lugar á que surgiera la emergencia que lo ha hecho necesario, se me ha ocurrido que quizás no deje de tener interés poner ante la Cámara algunos de los hechos que me han llevado á la opinión, que me propongo expresar más tarde, para informar brevemente sobre las condiciones económicas y agrícolas, así como sociales y políticas, que ahora existen en Puerto Rico.
Con frecuencia so ha descrito la belleza de la Isla, pero ninguna descripción, por entusiasta que sea, puede exagerarla. El litoral do la Isla consiste en gran parte de terrenos bajos de aluvión, los arrastres de siglos, echando al mar un poco hacia atrás de las faldas de las montañas. Pero, en su mayor parte, el país on montañoso, y el ex-Presidente Roosevelt aptamente describid el interior como la Suiza de las Antillas. Las montañas han quedado prácticamente sin forestas, excepción hecha de las regiones más remotas é inaccesibles, pero, gracias al clima cálido y á una lluvia abundante, la vegetación existe en todas partes y siempre verde, de manera que las faldas ó laderas no se ven arrasadas ó desoladas. El suelo también parece ser muy tenaz, puesto que vimos laderas de montes, que no podían tener un ángulo de menos de 60 grados, que estaban cultivadas y al parecer produciendo buenas cosechas.
La agricultura, desde luego, constituye casi la única industria de La Isla, y la encontramos en muy floreciente condición. Difícilmente podría ser de otro modo, y proporcionar el sustento á la densa población. El distrito que yo tengo el honor de representar tiene unas 50 millas de ancho por 120 millas de largo, y aunque está comprendida en él una ciudad de 100,000 habitantes, y nueve condados en la parte más poblada de Kansas, la población total solo alcanza á 265,000. Puerto Rico solo tiene 35 millas de ancho por 104 millas de largo y sin embargo sostiene á una población de cerca de 1,000,000 de almas. La principal cosecha de la Isla es el azúcar que se produce en los terrenos bajos do aluvión cerca de la costa. El producto que le sigue en importancia el café, al cual se adopta todo el interior de la Isla y después viene el tabaco y las frutas. Como prueba del progreso espléndido que se ha hecho en el fomento de estas industrias durante la ocupación americana, confío que la Cámara tendrá paciencia mientras leo unos cuantos números tornados del informe anual del gobernador.
En 1901 el número total de toneladas de azúcar exportadas alcanzó á. 68,909; en 1908, 234,606. Expresado en dollars, esto quiere decir que on 1901, el valor fué $ 4.700,000, mientras que el año pasado su valor alcanzó á $18,000,000. Expresado en area de terreno, hace diez años teníamos poco más de 100.000 cuerdas dedicadas á azúcar, mientras que hoy hay más de 195,000 cuerdas. En valor, el tabaco cosechado en 1901 alcanzó á $ 681, 642; el año pasado, — y estoy hablando siempre de años económicos —fué de $ 5.401,195. El valor de la cosecha de café de 1901, fué $ 12.157,240; el año pasado, $ 35,245,480. El valor de todas las pastas exportadas en 1001, fué de $ 93,000; el año pasado había subido á la preciosa suma de $ 1.159,420. Recapitulando todas las exportaciones é importaciones tenemos que en 1901, el comercio total de Puerto Rico, fué $ 17.951,190, mientras que el año pasado alcanzó à $ 56.470.151. Yo sostengo, señor Presidente, que un record como ese no hubiera sido posible hacerlo en un país de un area tan limitado, y bajo condiciones de gobierno, que no fuesen, por lo menos, razonablemente satisfactorias.
Mr. Humphreys, de Mississipi, Sr. Presidente. Me permitiría el caballero que le hiciera una pregunta?
Mr. Scott. Con gusto.
Mr. Humphreis, de Mississipi ¿Qué hay con respecto á la propiedad de las haciendas do azúcar? ¿En general pertenecen á Puertorriqueños, ó á Americanos, ó pertenecen á unas pocas compañías? ¿Qué hay de eso?
Mr. Scott. La ley orgánica, segun la recuerdo, limita la cantidad de terreno que puede poseer una corporación á 500 acres. Es obvio, que eso es demasiado poco para justificar la inversión de un gran capital en el negocio de azúcar, y, por consiguiente, las grandes compañías que han ido á la. Isla para dedicarse á ese, negocio, están extendiendo el área on virtud de contratos con los terratenientes locales. El título de propiedad del terreno permanece en poder do los Puerto Riqueños, quienes sencillamente contratan el producto con la corporación que explota la factoría de azúcar.
Mr. Humphreys, de Mississipi. Ahora respecto á las fincas de tabaco. ¿ Es aplicable la misma regla?
Mr. Scott. Prevalece la misma regla en lo que concierne á la propiedad, y la misma práctica en cuanto á contratos. Mi información es que la producción de tabaco del país está monopolizada en gran parte por la American Tabacco Company. Por lo menos, se nos dijo al pasar nosotros por el distrito del Plata, el más fertil y rico de los distritos tabacaleros de la Isla, que la mayor parte de la producción total la compraba la American Tobacco Company.
Mr. Douglas. Si me permite su señoría, yo puedo informar sobre el azúcar y tabaco como resultado de una investigación especial practicada por mi mismo. La mayor parte de la producción de azúcar pertenece á americanos y con seguridad casi la mitad pertenece á Puertorriqueños. Algunas de las haciendas ó centrales de azúcar de las mayores en Puerto Rico, pertenecen en absoluto á Puertorriqueños, y son enteramente independientes del “trust “. En lo que respecta al tabaco, la proporción mayor pertenece á la American Tobacco Company, pero tanto en Arecibo, como en Caguas y Cayey, y en otros centros donde se produce el tabaco, hay grandes productores independientes y grandes fábricas independientes.
Mr. Scott. Yo puedo hablar con conocimiento de consideración de los hechos respecto á una factoría de azúcar que nosotros visitamos, llamada “Guánica Central”. Pertenece y se explota por capital americano. La corporación solo posee. 500 cuerdas de terreno, pero manufactura el producido de 1,600 cuerdas de terreno y produce 45,000 toneladas de azúcar anualmente, con valor de $ 3.000,000, é interesaría á la Cámara si yo me tomase el tiempo necesario para describir el magnífico desarrollo de aquel distrito en virtud del establecimiento de aquella institución. Fué un ejemplo espléndido de los benéficos resultados que se han alcanzado debido á la energía é industrie americanas y al honrado comercio.
Mr. Humphreys (de Mississippi). El fin de mi pregunta era averiguar si había la tendencia por parte de los Puertorriqueños á dedicarse de la producción de azúcar y tabaco.
Mr. Scott. Oh, en verdad, la hay. Deseo asegurar al caballero de Mississippi que hay muchos puertorriqueños nativos que son hombres de negocios listos y de éxito en sus empresas. Puedo también agregar que tuve ocasión de hablar personalmente con muchos de ellos, y se expresaron enfática y unánimente en el sentido de que, tanto política como comercialmente, las condiciones actuales eran incomparables con las que existieron bajo el régimen español. Los hombres que en Puerto Rico ganan el dinero en negocios y no en la política están abundantemente satisfechos con el estado actual de cosas, y no tienen quejas que hacer de “tiranía” y “opresión” americana.
No solo ha tenido lugar allí este progreso espléndido en la, agricultura, como se demuestra por los números que he leido, sinó que se ha verificado un adelanto equivalente en el establecimiento do escuelas y en la construcción de carreteras. Es suficiente decir que bajo el régimen español no habían casas escuelas construídas con tal objeto, mientras que ahora tenemos màs de 160 construídas á un costo de más de medio millón do dollars.
Bajo el dominio español la Isla tenía 551 tituladas “escuelas” con asistencia de 21,000 alumnos. Hoy existen más de 2,400, según el mensaje del Presidente, con asistencia de 114,367 alumnos, Durante el último año de la dominación española gastóse en escuelas $ 35,000. Durante el corriente año las apropiaciones alcanzan á $ 1,146,610. Cuando fuimos allá habían 172 millas de carreteras afirmadas. Hoy se tienen 524 millas.
En 10 años hemos construído cuatro veces la cantidad de millas de carreteras que los españoles construyeron en 400.
He presentado todos estos hechos porque me parece vienen á justificar mi aserto de que nuestro régimen ha sido beneficioso para la Isla de Puerto Rico, y á vindicar de un todo el sistema de gobierno qua allí hemos establecido. El más radical de Los agitadores políticos de allá no negará que las condiciones económicas son mejores hoy que nunca antes en la historia de la Isla, y no encontré uno sólo, ni oí á nadie que, on conversación particular y diciendo la verdad, creyese que la Isla debe ser independiente; una república bajo su propia bandera.
Podéis, por consiguiente, preguntar: si eso es verdad, ¿por qué es que existe ese sentimiento anti-americano de tanto alcance? Contesto con una palabra—política. Al dar esta contestación, y en todo lo que habré de decir en adelante referente á la situación política en Puerto Rico, no deseo que me considere expresar no tener sentimiento alguno que no sea de simpatía y buena voluntad hacía el pueblo puertorriqueño. En nuestro propio país tenemos la política, Entre nosotros hay hombres que una vez que otra adoptan una actitud extrema en algún asunto público, porque creen que puede traerles popularidad y ascenso en cargos públicos. De vez, en cuando tenemos entre nosotros, desgraciadamente, un hombre que merece el epíteto de “demagogo ;” pero en este buen país de nosotros, la carrera de ese hombre sí, en verdad su vida pública dura el tiempo suficiente para que pueda dignificarse como tal, es por lo general breve, porque hay una opinión pública inteligente en asuntos públicos, y las falsedades que hace el demagogo pronto se descubren y refutan.
Pero en Puerto Rico la situación es muy diferente. Cuando el demagogo en Puerto Rico vá á la tribuna-política, encuentra ante él un 90 por ciento de hombres que no saben leer ni escribir, hombres emocionales, excitables, poseídos de intense, orgullo de raza: hombres que han estado acostumbrados todas sus vidas, como lo estuvieron sus padres y abuelos y antecesores por miles de generaciones, á la dominación y dictadura de un hombre.
Dado ese estado de cosas, dado un pueblo con esas costumbres, tradicionales y características, ¿no se hace patente que la palabra de un demagogo valga allí, si es la palabra popular, si apela al prejuicio, á la pasión y al orgullo de los hombres á quienes se dirije?
Es esta diferencia, esta diferencia diametral é inmensurable entre el pueblo de Puerto Rico y el pueblo de los Estados Unidos, en instrucción, en temperamento en carácter, en tradicciones, en las instituciones á que han estado acostumbrados á la cual deseo dar énfasis y hacer clara si puedo, ante los señores de la, Cámara. Si estuviésemos tratando de una comunidad americana ό de un pueblo anglo–sajón, entonces no podría contestarse absolutamente la crítica que aquí se ha hecho contra el sistema de gobierno que hemos instituído en Puerto Rico. Pero no tratamos de tal comunidad ó de tal pueblo. Tratamos de una comunidad y de un pueblo tan completamente diferente del nuestro, como lo es el Este del Oeste; ningún argumento que deje de tomar esta diferencia en consideración es digno de seria consideración, ni siquiera por un solo instante. Debemos recordar siempre que estamos discutiendo un sistema de gobierno no para el pueblo más generalmente educado del orbe, con mil años de práctica en el gobierno propio tras él. sino para un pueblo cuyas nueve décimas partes son completamente analfabetas, entre quienes, por la propia naturaleza de las cosas, no puede haber opinión pública sana y conocedora, quienes sustancialmente no han tenido experiencia on gobernarse á sí mismo cuyos sentidos de pública responsabilidad no han sido cultivados, cuyo temperamento social y cuyas tradiciones y costumbres los dificulta entender siquiera cual es el significativo de la palabra “democracia”.
Ruego á vosotros, señores, tengaís estas cosas presentes, por ser verdad. Y porque lo son, es lógico que lo que sería aslomático, si se aplicase á los Estados Unidos continentales, resulta casi grotescamente ilógico y extraviado cuando se aplica á Puerto Rico, ¿Qué mejor prueba podemos tener de la verdad de todo lo que he estado diciendo, que la emergencia misma que ha hecho necesario el proyecto que estamos considerando en estos momentos? Cuan falsa concepción de los privilegios y responsabilidades de las instituciones libres, la que ha llevado á hombres á destruir su gobierno, sencillamente por no ser de su gusto en todos sus detalles; y, sin embargo, recordando los hechos, de raza é historia, cuan característica es esa concepción!
Pero es esta una fase del asunto que no es mi ánimo discutir extensamente ahora. Me he referido á ella solamente porque parecíame que algunos señores de la Comisión estaban en peligro de formar un juicio, asumiendo que lo que ha sido bueno para los Estados Unidos sería igualmente bueno para Puerto Rico, y deseaba dar la voz de alerta contra un error tan fatal. También hice referencia á ello porque, á mi juicio, explica el por qué, á pesar de todos los beneficios que el régimen americano ha reportado á Puerto Rico, el sentimiento que prevalece es indudablemente anti-americano. No es que el pueblo comun, si se dejara á sí sólo, tuviera este sentimiento, porque no pueden menos que comprender que la Isla está hoy más próspera, que los jornales son mayores, que las inversiones de capital reportan mayor utilidad, y que los derechos personales están más garantizados que nunca. Sino que en virtud de ser un pueblo sin instrucción, sin conocimiento propio para combatir el error, y haber estado acostumbrado á una dictadura política, hombres astutos y sin escrúpulos han de hacerle creer que no le tratamos con justicia.
Mr. Foster, de Vermont. ¿Este sentimiento anti-americano, llega, al extremo de criticar la administración americana allí, ó se limita á la forma de Gobierno que les damos?
Mr. Scott. Hacer uso de la palabra “criticar”, en conecsión con los acontecimientos que se realizan contra el Gobierno americano en Puerto Pico y contra los hombres que administran aquel Gobierno, sería emplear una palabra impropia, Se me ha dicho que al principio de la ocupación americana los directores de Periódicos, el director de un periódico en particular, que desde el principio había sido violentamente anti-americano, comenzó haciendo meras alusiones á desacuerdos respecto á algunos de los actos de la administración; que el siguiente día ó el día después, sus artículos fueron algo más fuertes, al otro día más fuertes todavía, evidentemente sorteando el camino para ver hasta donde podía ir sin caer en un desliz, pero cuando se vió que “se había quitado la, tapa”, cuando se vió que nosotros verdaderamente permitíamos una. Prensa libre en la Isla de Puerto Rico, toda restricción desapareció y las denuncias del régimen americano, del gobernador y auxiliares en la administración, han sido tan violentas y sin límites, como injustificadas y falsas.
Esto se demuestra además por el hecho, que tal vez vosotros habreis notado en despachos recientes de la prensa, de que el director de uno de los periódicos ilustrados de la Isla ha sido arrestado, acusado de enviar material indecente por el correo La acusación se basa en la publicación de una caricature muy obscena y oprobiosa del Presidente de los Estados Unidos, caricatura que yo he visto, pero que, en presencia de los Señores de esta Cámara y de las Señoras en el corredor, no me atrevería describir.
Es política. Deseo manifestar nuevamente que no quiero que se me entienda como si lo criticara con dureza. Es muy natural bajo las, condiciones existentes allá qué se publiquen esas cosas, y que se pronuncien los discursos á que he hecho, referencia. No sería razonable esperar otra cosa. Nosotros, Anglo–Sajones, por el derramamiento de sangre y lágrimas solamente, y después de mil años de conflicto, es que hemos podido establecer la medida de gobierno propio de que somos hoy capaces. Cómo podemos esperar que una raza que nunca, en ninguna parte del mundo, ha podido desarrollar un sistema satisfactorio de gobierno propio pueda, de la noche al día, en un pestañeo, cambiar de modo tal su naturaleza ó modo de ser que sepa dominarse y adoptar siempre una política conservadora? No deseo hablar con dureza, permitidme repetirlo; deseo únicamente hacer constar los hechos, de modo que podaís tener un conocimiento claro de las condiciones que han motivado la emergencia que ahora tiene lugar en la Isla y que se trata de resolver por este proyecto.
Mr. Gillespie: Creo que segun la ley de allá ninguna corporación puede poseer mas de 500 acres de terreno.
Mr. Scott. Eso es lo que yo entiendo.
Mr. Gillespie. Pero es un hecho que el “trust” del azúcar en virtud de una clase de contrato con los terratenientes de ella posee ó domina 16,000 acres de terreno.
Mr. Scott, ! Oh ! Ruego á su Señoría me perdone. No fué mi intención decir eso y creo me ha entendido mal. Entiendo que la Guánica Central, á la cual me he referido, no tiene conecsión alguna con el “trust” azucarero.
Mr. Gillespie. Bien, dejando á un lado el trust azucarero, esta factoría segun la ley solo puede poseer 500 acres de terreno.
Mr. Scott. Sí.
Mr. Gillespie. Y, sin embargo, es un hecho que tiene una clase de contrato con terratenientes en virtud del cual domina 16000 cuerdas. ¿ Su Señoria ha visto algun contrato de esos?
Mr. Scott. Tengo uno de esos contratos y desearía poder mostrarlo á su Señoria. Está impreso en español é inglés, y es uno de los contratos más justos que, en mi opinión, puede redactarse. Su Señoria comprenderá que este contrato so refiere únicamente á la cosecha que se produce en el terreno, y que en ninguna manera afecta al título de propiedad del terreno mismo.
Mr. Gillespe. ¿ Cual es su duración?
Mr. Scott. Tres años, me parece, es el tiempo por el cual se hace el contrato, Según las condiciones de este contrato al hombre que es el dueño del terreno y cultiva la caña se le paga por ésta, en la misma forma que se paga al hombre que trae la leche á la fábrica de mantequilla. En el caso de la leche se paga por la grasa que contiene. En el caso de la caña se paga al vendedor por la materia sacarina de la caña. Se toman precauciones especiales para que se pague á cada uno al producto de su propia caña, y el peso se toma con absoluta honradez.
Mr. Gillespe. El Comisionado de la Isla (Mr. Larrínaga) he oido varias veces, al dirijirse á esta Cámara, que ha manifestado que los dueños de terrenos allá, especialmente los pequeños terratenientes, ni siquiera podían pagar las contribuciones y veían que la tierra se les iba de las manos de los nativos á poder de los compradores, y que debido á ese estado de cosas fué que surgió la demanda de que se estableciera un banco agrícola, para tratar de salvar los terrenos de la Isla para el pueblo de la misma y para que esta gente no los perdiera. Deseo saber si Su Señoría vió allí algo que justifique eso.
Mr. Scott. Contestando categóricamente diría que no lo ví. Por el contrario, el estado de cosas que encontré parece justificar distinta conclusión. Es indudablemente cierto que en Puerto Rico, lo mismo que en cualquier otro país, suele venderse algún predio de terreno para el pago de las contribuciones, y, sin embargo, los hechos parecen establecer que son muy pocas las quejas ó muy pocos los fundamentos de quejas de que se haga injusticia en la tasación y cobro de las contribuciones.
Tengo ante mí una relación tomada de los archivos oficiales que demuestra que, según los padrones de contribuciones, había en la Isla 90,000 fincas de diferentes dueños. La ley de rentas, desde luego, provee lo necesario para una junta de revisión, á la cual puede apelarse contra tasaciones injustas. En nuestro país llamamos á esas clases de juntas, “juntas de igualamiento.” El año pasado sólo 314 casos fueron apelados para ante esa junta para su revisión. Dá eso idea de que se hiciera mucha injusticia en la tasación de terrenos ¿Estos 314 casos, comprendían bienes con un valor total ó tasado on principio en $2,116,366, y la junta en consideración de todos los hechos presentados, redujo la tasación á $ 2,073,996, ó sea prácticamente una reducción de un 2%.
Pero, notad este hecho muy significativo en relación con las cantidades que acabo de leer. Hubieron 314 quejas en 90,000 casos, y sin embargo al valor total que aquellas comprendían, alcanzaban á $ 2,000,000. ¿Qué significa eso? Significa que son los ricos los que se quejan; que el valor en promedio de esas fincas alcanzaba á más de $ 7,000.
Mr. Fitzgerald. Me permitiría Su Señoría.
Mr. Scott. Con gusto.
Mr. Pitzgerald. ¿No resulta de eso lo que pasa en todo el mundo: que aun cuando no hayan grandes quejas contra las tasaciones, solamente son los ricos los que pueden apelar y que no viene á probar nada sobre si los terratenientes ordinarios están ó nó satisfechos.
Mr. Scott. Creo que la conclusión á que su señoría parece llegar no está justificada, por la razón de que se dan todas las facilidades posibles á los contribuyentes quejosos para apelar á esta junta de igualamiento.
Mr. Rucker, de Colorado. Y no cuesta nada apelar,
Mr. Scott. Y como dice el caballero de Colorado, no cuesta nada apelar.
Mr. Hinshaw. Su señoría permitiría una pregunta?
Mr. Scott. Seguramente.
Mr. Hinshaw. A donde es que se hacen esas apelaciones contra las tasaciones. Hay algún centro en la localidad al cual puedan llevarse?
Mr. Scott. El tesorero de la Isla nombra tasadores locales quienes tasan la propiedad en primera instancia. La apelación existo contra esa tasación para ante la junta de igualamiento la cual se compone, según recuerdo ahora, de tres americanos y dos puertorriqueños.
Mr. Hinshaw. ¿ En la Capital ?
Mr. Scott. En la Capital.
Mr. Humphreys, de Mississipi. ¿Cual es el tipo de la contribución ?
Mr. Scott. El tipo de la contribución es muy bajo, y según recuerdo ahora es como la mitad de uno por ciento del valor real de la propiedad.
Mr. Humphreys, de Mississipi. ¿El tipo de la contribución es igual en toda la Isla, ó distinto en algunos puntos?
Mr. Scott. El tipo es igual en toda la Isla. De acuerdo con la ley, el gobierno insular no solo hace la tasación sino que cobra también las contribuciones municipales, cargando á los municipios meramente un 10 por ciento por el costo de la cobranza, ingresando el resto en arcas municipales.
Mr. Humphreys, de Mississipi. Además de lo que nosotros llamamos” contribuciones del Estado”, ó contribuciones impuestas por el Gobierno Insular, ¿ los municipios imponen alguna contribución ?
Mr. Scott. No; excepción hecha, tal vez, de pequeñas patentes de comercio ú otras cosas pequeñas como esas.
Mr. Foster, de Vermont. Oyó alguna queja el caballero de Kansas respecto , á tipos usurarios de intereses en la Isla ?
Mr. Scott, No oí ninguna; desde luego, esto no quiere decir que no existan esas quejas; pero en relación con esto quizás sería conveniente que la Comisión sepa que la Compañía azucarera americana, á la cual hice referencia, presta grandes sumas de dinero á aquellos con quienes contrata. Siempre tiene prestado de $200,000 á $400,000, y hace sus préstamos del ocho al diez por ciento, lo que me parece muy razonable de acuerdo con las condiciones allá existentes. Como resultado de esta política liberal, muchos individuos que estaban en absoluta pobreza hace cinco años están ahora en afluencia. Se me dijo que un caballero, á quien solo le quedaban setenta de un patrimonio de 900 cuerdas de terreno, en virtud de estas facilidades suministradas por la Compañía azucarera ha podido durante los últimos cinco años recuperar su patrimonio original, y sus ganancias extras el año pasado alcanzaron á más de $ 14.000.
El valor del terreno en aquella localidad ha aumentado de $ 35 á $350 por cuerda en los últimos cinco años. Un oficial del ejército, retirado, me dijo que por el terreno que al principio de la ocupación americana se le ofreció á $9 por cuerda en las cercanías de San Juan, se pedía hoy $160 por cuerda, é informes como esos se oyen por todas partes. Como el caballero de Puerto Rico ha manifestado, se ha triplicado el valor de la propiedad en la Isla durante los últimos diez años.
Y viniendo ahora á considerar las cuestiones políticas que dieron lugar á los acontecimientos que precipitaron la crisis que nosotros estamos tratando de resolver. El proyecto de ley que tenemos pendiente está redactado de modo tal que no es posible convertirlo en aprobación ó desaprobación de cualquiera de las partes en esta desgraciada contravesia. Pero yo sería falso á todo instinto de justicia, conociendo los hombres y la situación como creo conocerlos, si permitiera pasar desapercibida la crítica acerba que del Gobernador americano y de sus asociados americanos se ha hecho en el curso de esta discusión. No puede haber nada más lejos de la verdad, que decir que estos hombres pertenecen á la clase que por lo general pueden encontrarse matando el tiempo en los centros políticos. La verdad es que no se debió á consideración políticas, en lo más mínimo, el nombramiento siquiera fuese de uno solo de ellos.
Regis H. Post era un abogado de Newyork cuando, en 1903, fué enviado de Auditor á Puerto Rico. Un año después se le nombró Secretario, y después de haber servido tres años en esta capacidad bajo el Gobernador Winthrop, fué nombrado Gobernador. Ganó el ascenso en justicia despues de largos años de servicios fieles y altamente eficientes.
W. F. Willoughby, Secretario y presidente, ex-oficio, del Consejo Ejecutivo, fue vocal de la Comisión de los Estados Unidos á la Exposición de París en 1900 y el Gobierno Francés le concedió la Cruz de la Legión de Honor. Mas tarde dió conferencias sobre economía política en las universidades de de John Hopkins y Harvard, y varias veces ha representado al Departamento de Comercio y Trabajo en congresos internacionales y en investigaciones sobre el estado del bracero en Europa Es autor de varios libros importantes en asuntos de economía social y política. Fué á Puerto Rico primeramente de Tesorero en Noviembre de 1901, y el cargo que hoy desempeña es sólo el reconocimiento merecido por servicios prestados á conciencia y con habilidad.
S. D. Gromer, tesorero, tiene diplomas de las universidades de Missouri, Haward, Columbia y Chicago, y pertenecía á la facultad de la Universidad del Estado de Missouri cuando se le nombró para el puesto que hoy ocupa.
George C. Ward, Auditor, era abogado en ejercicio en New York.
E. G. Dexter, Comisionado de Instrucción, era profesor en la Universidad de Illinois.
Henry M. Hoyt, Attorney General, ha sido un abogado en ejercicio de su profesión desde 1885, y por tres años fué Fiscal de los Estados Unidos en Alaska, y representó al Departamento del Interior, como fiscal especial, en el proceso de los casos por fraudes de terrenos en el Estado de Washington.
L. G. Graham, Comisionado del Interior, se dedicaba á trabajos periodísticos en el estado de New York y había hecho un estudio especial de aquellos asuntos que están bajo su dirección en Puerto Rico.
Todos estos señores se han llevado sus familias y han estado formando allí su hogar, han adquirido el idioma español y se han identificado de un todo con los intereses de Puerto Rico. Yo pregunté específicamente á los ledears más radicales del sentimiento anti-americano y cada uno de ellos expresó confianza absoluta en la integridad personal de cada uno de estos caballeros, y no dieron voz siquiera fuese á la sospecha de que alguno de ellos actuara guiado por motivos que no fuesen los más altos. Deseo hacer constar especialmente que no existe mancha de “inmoralidad” (graft) en la administración americana en Puerto Rico, ni acusación de uso arbitrario de autoridad, En verdad la única acusación que oí contra los miembros americanos del Consejo Ejecutivo fué que habían ido demasiado lejos haciendo concesiones y transacciones, más bien que de haberse quedado cortos.
Saliendo de esto, quisiera discutir en detalle los varios proyectos, los cuales, según los señores de la Cámara alegan el hecho de no haber sido aprobados por el Consejo Ejecutivo viene á justificar que ellos se negarán á aprobar el presupuesto. Sin embargo, se ha hecho esto tan bien por el caballero de Ohio y otros, y el asunto se expone con tanta extensión en el mensaje del Presidente, que me contentaré con hacer breves comentarios sobre algunas de las más importantes de estas medidas.
La exposición presentada por la delegación de la Cámara contiene amargas quejas porque el Consejo se negó á pasar el proyecto número 35, que proveía lo necesario para creación de escuelas de artes y oficios en la Isla die Puerto Rico, ¿Qué fundamento existe para esta queja, en vista del hecho que este este proyecto tiene por propósito poner todas las escuelas en virtud del mismo creadas bajo la dirección del departamento de sanidad, beneficencia y correcciones, cuando la ley Foraker expresamente dispone que el “Comisionado de Instrucción tendrá la alta inspección de la instrucción pública en todo Puerto Rico, y que todo desembolso que para esta se hiciere, deberá ser aprobada por él.”
En lo que yo pudiera averiguar no se dió otra razón para esta intentada infracción de la ley orgánica sino la de que el departamento de sanidad, beneficencia y correcciones está presidido por un puertorriqueño nativo, y que los desembolsos nacidos de estos establecimientos estarían en manos puertorriqueñas y no americanas. Y como cuestión de hecho se me informó que el Consejo estaba enteramente dispuesto á pasar el proyecto con los cambios necesarios para ponerlo en harmonía con la ley Foraker, de modo que en lo que concierne á los méritos del proyecto pudo haberse aprobado.
Referentemente al proyecto para reorganizar la judicatura de la Isla, debe recordarse que según la ley actual, prevalece el siguiente sistema: Hay un Tribunal Supremo de 5 jueces, nombrados por el Presidente; 26 jueces municipales elegidos por el pueblo; y 44 jueces de paz nombrados por el Gobernador. El proyecto proponía abolir todos los jueces de paz y aumentar el número de jueces municipales á 66, aún cuando en muchos casos el distrito municipal era tan pequeño que absolutamente no había necesidad de una corte municipal por separado. El proyecto de ley disponía, desde luego, que estos jueces fuesen elegidos y que, hasta la próxima elección, el gobernador nombrase los funcionarios de las cortes de nueva creación. Notad, no obstante, las condiciones en que había de ejercerse la facultad de hacer los nombramientos. Tomo del proyecto lo que sigue :
“El nombramiento recaerá en persona que pertenezca al partido político que hubiese obtenido una mayoría de votos en sus respectivos municipios en las ultimas elecciones celebradas el 3 de noviembre de 1008. El Gobernador nombrará el candidato que para el cargo le indicara la comisión superior directiva del partido político.”
El proyecto disponía, además que los marshals y secretarios serían tambien por elección, y cuando el Gobernador tuviera que cubrir alguna vacante estaría obligado á seguir la misma regla que consta anteriormente para cubrir la vacante de juez. Este fué uno de los proyectos en que insistió la Cámara que el Consejo pasara, prácticamente en la forma aprobada por la Cámara, como condición previa para la aprobación del presupuesto por la Cámara. Era puramente una medida política, que tenía por fin la eliminación de las Cortes presididas por personas de nombramientos hechos por el Gobernador, y sustituir en lugar de aquellas Cortes presididas por funcionarios electivos, ó caso de ser por nombramiento, que lo fuesen por dictado de los leaders de partido. El proyecto creaba cortes innecesarias, hacía gastos innecesarios, disponía la substitución de un mal sistema do selección de jueces por un buen sistema, y que todos los funcionarios judiciales á que se refería el proyecto estuviesen sujetos á influencias políticas. El haberlo pasado hubiera sido destruir el trabajo de diez años en virtud del cual so ha desarrollado en la isla una judicatura fuerte é independiente por el Gobierno actual, en substitución del corrupto sistema que anteriormente existió, bajo el cual estuvo en todo su apogeo la influencia política y otras clases de influencias, y se compraba y vendía la justicia en toda la Isla. Y, sin embargo, el caballero de Tennessee (Mr. Garrett) dice que él podría votar por esa medida.
Mr. Garret. Sí; creo que por esa clase de elección.
Mr. Scott. ¿Cuál clase?
Mr. Garret. Una clase bien justa. Elije un Alcalde substituto.
Mr. Scott. Su Señoría, como miembro de la Cámara de Representantes del Congreso de los Estados Unidos, estaría dispuesto á pasar por autor, ó siquiera remota y distantemente apoyar una proposición en esta Cámara imponiendo al Gobernador de algún estado, ó al Presidente de los Estados Unidos, la necesidad de aceptar la recomendación de determinado comité político para el nombramiento de jueces?
Mr. Garret, Sin embargo, no entiendo yo que eso sea lo que dice.
Mr. Scott. Pero así es:
“El Gobernador nombrará el candidato que para el cargo le indicara la comisión superior directiva del partido político.”
Mr. Garret. Yo he entendido que esa ley, con todas esas condiciones, significa que el segundo candidato debe ser nombrado, el hombre que ocupaba el segundo lugar.
Mr. Scott. En su origen la proposición en el proyecto, según se me informa, era: Que se eligirían tres jueces, y en caso de inhabilidad ó destitución del primero, entonces al segundo debía ocupar el cargo. Pero no se insistió en esto, y la disposición que acabo de leer, seguramente significa mucho más de lo que Su Señoría cree ser su significado. Como por ejemplo: recientemente ocurrió una vacante en el cargo de Alcalde de Caguas, según creo. El Gobernador de Puerto Rico siempre ha reconocido que es propio consultar al partido dominante al hacer sus nombramientos, y puedo decir de paso que en la Isla se le reconoce haber sido extremadamente amigo de los Unionistas, el partido dominante al presente, y ha sido criticado debido á su parcialidad hacia aquella organización.
También se consideraba propio consultar á los representantes del partido dominante cuando hubiere de cubrirse una vacante, y así fué que al ocurrir esta vacante en Caguas, pidió al Comité del partido, que le enviase una terna para su consideración. Así se hizo, y después de haber obtenido todos los hechos relativos á los tres candidatos que él pudo conseguir decidió nombrar al segundo do la terna. Inmediatamente hubo un gran escándalo y denuncia fiera porque no había tornado al primero á quien el Comité daba la preferencia,
Mr. Bartlett de Georgia. Desde luego que su señoría no considera buena esa manera de nombrar funcionarios.
Mr. Scott. No creo conduzca al buen gobierno de Puerto Rico.
Mr. Bartlett de Georgia. Su señoría sabe que en gran número de Estados en la Unión se han nombrado jueces y administradores de correo y todo funcionario federal por recomendación de dos ó tres miembros en cada Estado, de determinado partido político.
Mr. Scott. Su señoría tendrá, que admitir que no se hace en virtud de ley alguna.
Mr. Bartlett de Georgia. No.
Mr. Scott. Nadie hubiese tenido la audacia de poner una ley como esa en los libros estatutorios.
Mr. Bartlett de Georgia. Pero se hace en virtud de un sistema muy corrupto que por muchos años existe en el partido republicano.
Mr. Scott. ¿Alguna vez existió en otro partido?
Mr. Batlett de Georgia. Nunca tuve conocimiento de ello.
Mr. Olmsted. Pero nunca se aplicó á jueces.
Mr. Bartlett de Georgia. Me parece que sí, si su señoría se sirve investigar.
Mr. Scott. Yo preguntaría al representante de Georgia, si el votaría en favor de esa ley para el pueblo de los Estados Unidos hoy día?
Mr. Bartlett de Georgia. No señor: no lo haría.
El Presidente. Su señoría cede la palabra al Comisionado de Puerto Rico.
Mr. Scott. Un momento con perdón del Comisionado de Puerto Rico.
Mr. Bartlett de Georgia. Es un sistema muy corrupto.
Mr. Scott. Sabemos las cosas que han ocurrido, sin emplear adjetivos, en el Estado representado por el caballero que ahora está al frente mío (Mr. Bartlett) y en el que representa el caballero de Tennessee (Mr. Garrett), relativo al sistema á que se alude ; y me pareció peculiarmente extraño que el caballero de Tennesee estuviese á favor de que se decretase en ley un sistema similar para Puerto Rico.
Mr. Garrett, Si su señoría me permite.
Mr. Fitzgerald. Señor Presidente.
Mr. Scott. Como se ha hecho alusión al caballero de Tennessee, le cedo la palabra.
Mr. Garrett. El tal llamado “sistema de referencia” nunca se ha aplicado en Tennessee, en lo que respecta á nombramientos federales, en la misma forma en que se ha aplicado en otros Estados del Sud.
Mr. Scott. He ahí por qué me parecería difícilmente podría estar en favor de que se dictase una ley poniéndolo en vigor en Tennessee.
Mr. Garrett. Bien, no; no creo que estaría á favor de eso. (Risas). Pero su señoría entiende que en Tennessee hay un partido republicano grande y fuerte.
Mr. Scott. Tenemos abundante prueba de eso en este lado de la Cámara. Y el caballero de Tennessee, estoy seguro no sería de opinión que á ninguno de los otros Estados debería aplicarse se sistema para nombrar la judicatura.
Mr. Garrett. Estoy seguro que su señoría convendrá conmigo en que éste proyecto contiene otras disposiciones viciosas
Mr. Larrínaga. Señor President quiero decir con respecto á este punto y en explicación de la costumbre en Puerto Rico que el partido político que ha ganado las elecciones en determinado pueblo siempre se le ha concedido el derecho de presentar candidatos; pero no era al partido dominante en la Isla, sino al partido que ha salido triunfante on el municipio. Al partido dominante en el municipio se le concede el privilegio de presentar candidatos. Se presenta el nombre del candidato, no como el candidato del partido dominante en toda la Isla, sino del partido dominante en el municipio mismo.
Ahora bien; se presentó ese proyecto con objeto de corregir un abuso y honradamente he de manifestar que ese abuso no ha existido en tanta extensión durante los últimos años. So presentó el proyecto para corregir un abuso cometido durante los primeros cuatro años del gobierno civil allá, cuando el gobernador nombró los jueces de paz y fueron el arma política de que se valía el gobernador cuando quería elegir una Cámara baja compuesta do sus amigos políticos. Es precisamente para corregir aquella injusticia, que los gobernadores pudieran valerse de esa fuerza para elegir á sus amigos y darnos la misma clase de tratamiento que se nos dió por los gobernadores Allen y Hunt.
Mr. Scott. Su Señoría no se colocaría on la actitud de pedir que se diera por la ley ese poder á un comité político.
Mr. Fitzgerald. Entiendo que el caballero de Kansas dice que la ley que la Cámara de Delegados deseaba era para que se permitiera á un comité del partido dominante seleccionar los funcionarios, lo que obligaría al Gobernador, al hacer el nombramiento, á hacerlo del candidato que le indicara el comité central del partido dominante ? Permítame el caballero de Kansas que llame su atención á una comunicación del Secretario del Interior al Presidente de los Estados Unidos, trasmitida al Congreso por el Presidente con su mensaje.
Mr. Scott. En que página lee Su Señoría ?
Mr. Fitzgerald. Leo en la página 7, en la cual el Secretario del Interior dice que el proyecto era para que los alcaldes y jueces fuesen por elección del pueblo, en vez de nombramiento por el gobernador:
“Lo que la Cámara de Delegados deseaba era que las vacantes se cubrieran por voto popular y quitarle al Gobernador la facultad de hacer nombramientos : no poner en manos de un comité político el “control” do los destinos y: que el Gobernador actuara nuevamente como figura decorativa.”
Mr. Scott. Señor Presidente: el caballero está hablando de una cosa y yo he estado discutiendo otra. El caballero está haciendo referencia á un proyecto para cubrir vacantes que ocurrieren en el cargo de alcalde, mientras que yo estoy tratando del nombramiento de jueces.
Mr. Fitzgerald. Su Señoría puso por ejemplo el caso de una terna presentada para el cargo de Alcalde de un pueblo, y que ocurrió un gran escándalo porque se nombró al que ocupaba el segundo lugar en vez del primero. Llamo su atención al hecho de que la queja de esta gente no es que no se le permitiera indicar al individuo que el Gobernador deba nombrar, sino que sus quejas son que no se les permita que sus funcionarios sean elejidos por el voto del pueblo, en vez de por el Gobernador, en cualquiera forma. Yo acepto la manifestación hecha por el Secretario del Interior en este informe al Presidente, porque el Presidente le comisionó para esclarecer los hechos.
Mr. Scott. Durante este diálogo no me ocupado de ver cuales son las palabras del informe, pero estoy seguro de que no existe contradición substancial entre la exposición hecha por el Secretario del Interior y los asertos que he estado haciendo. Es verdad que la Cámara baja quería que las vacantes de alcaldes se cubrieran por designación hecha por el Concejo Municipal. En la actualidad los Alcaldes de todos los pueblos son elegidos por el pueblo, y de acuerdo con la ley si ocurre una vacante se cubre por el Gobernador. La Cámara baja pretendía que se modificara esa ley de modo que se permitiera al Concejo Municipal designar el sucesor del Alcalde. El Consejo estaba dispuesto á transar este asunto hasta el punto de permitir que el Concejo Municipal designara el sucesor del Alcalde en todos los casos, menos cuando fuese destituido el Alcalde por causa justificada ; pero en este último caso creía que la ley debía disponer que el nombramiento se hiciera por el Gobernador, de manera que no pudiera haber un pequeño “clique” en un municipio, que se distribuyera los destinos entre ellos mismos, sin tener en cuenta la manera de cumplir con los deberes del cargo. Creo sea esa la exposición á que Su Señoría hace referencia, citando de la carta del Secretario del Interior, pero el proyecto de ley que estoy discutiendo se refiere al nombramiento de jueces.
Mr. Fitzgerald. En este documento al cual me he referido dice “alcaldes, concejales y jueces”. Dice que ellos deseaban que fuesen elegidos “los alcaldes, concejales y jueces” por voto popular, en vez de por nombramiento hecho por el gobernador.
Mr. Scott. El Secretario debió haber estado escribiendo muy de prisa, porque los alcaldes y concejales son elejidos en la actualidad.
Mr. Fitzgerald. ¡Oh! difícilmente deseo yo acusar al Secretario del Interior de un descuido como ese en un informe al Presidente sobre un asunto de tanta importancia. Es una acusación demasiado seria para hacerla contra este nuevo Secretario del Interior.
Mr. Scott. No hago acusación alguna contra el Secretario. Sería cosa facil para cualquiera, que no preste atención especial á la situación de allá, cometer esa equivocación.
Mr, Fitzgerald. Pero no fué el comisionado por el Presidente para que se avístase con los representates del Consejo y de la Cámara de Delegados para esclarecer los hechos y presentarle su informe, y que es éste su informe al Presidente?
Mr. Scott. Tengo que negarme á seguir una controversia sobre un asunto que no es esencial de ningún modo al punto en discusión.
Mr Fitzgerald. Solo tengo una cosa más que decir y es que el Presidente nos ha transmitido esto para nuestro informe, para que nos sirva de guía, y me parece que estamos justificados en confiar en esos informes que se nos han enviado en esa forma, y no ponerlos en tela de juicio.
Mr. Scott. Me parece haber demostrado á satisfacción de los señores de la Comisión, exceptuando al caballero de New York, que no existe contradicción sustancial entre la exposición hecha en la carta del Secretario del Interior y la relación que yo mismo acabo de hacer : pero aún cuando hubiera una diferencia tan amplia como el firmamento, no afectaría en nada al fondo del asunto en cuestión, Es perfectamente obvio para cualquiera que conozca los hechos, que esté al corriente de la situación, que el fin, el único fin, que la Cámara de Delegados tenía presente al introducir este proyecto era con seguir dominar un número mayor de destinos políticos. Virtualmente ellos lo admiten, cuando hacen referencia al proyecto diciendo que “era un movimiento en dirección de una autonomía mayor,” por ser eso lo que ellos significan con el uso de aquella frase.
Mr. Fitzgerald. ¿No fué ese el cargo que se hizo contra el Congreso de los Estados Unidos en la última sesión por el Presidente de los Estados Unidos en relación con cierto proyecto?
Mr. Scott. No recuerdo que lo fuera.
- Fitzgerald. Oh ! Llamo la atención de su señoría al veto del proyecto de ley del censo. Creo que enfáticamente es en ese mismo sentido.
Mr. Scott. Aunque lo fuera; no puede considerarse como justificación de la falta que una persona cometa, el citar similar delincuencia por parte de otra persona.
El Presidente. El tiempo de su señoría ha terminado.
Mr. Clark de Missouri. Pido el consentimiento unánime para que se permita al caballero continuar por quince minutos más.
El Presidente. Se hace objección?
No hubo objección.
Mr. Scott. Señor Presidente : Agradezco mucho la cortesía de la Comisión y trataré de terminar dentro del tiempo que se me ha concedido.
………………………………………………………………………………………
Mr. Scott. Señor Presidente : Me gustaría, si el tiempo me lo permitiera, discutir algunos de los otros proyectos que han estado en, controversia entre las dos cámaras legislativas de Puerto Rico, pero verdaderamente no es propio del proyecto que tenemos ante nosotros, puesto que no se nos exige que nos dedeclaramos en favor de una ú otra parte. Estoy del todo en desacuerdo con mi amigo de Colorado (M. Martín) cuando dice que estamos decidiendo méritos da esta controversia, en virtud del voto que hemos de dar sobre esta proyecto. Por el contrario, lo que precisamente estamos haciendo es no resolver los méritos de la controversia. Sencillamente estamos tomando una resolución que se hace necesaria por una condición que existe y que llevaría al cáos si se permitiese que continuara. El caballero de Tennessee (Mr. Garrett) hablando con premura, estoy seguro, contestando á una interrupcíón y expresando un sentimiento en el cual, al reflexionar con madurez, estaría muy distante de insistir, dijo que su remedio para el estado actual de cosas sería no pasar este proyecto, dejar que el gobernador convocara á sesión extraordinaria, y confiar en que el Consejo Ejecutivo hiciera algunas concesiones.
En primer lugar, solo queda poco más de treinta días antes del 30 de Junio, cuando por prescripción expiran las apropiaciones actuales. Su Señoría sabe perfectamente bien que sería imposible llevar á cabo ese programa — esperar que el Senado adopte igual medida, á que se transmita esa resolución por cable á Puerto Rico, á que se convoque la Legislatura á sesión extraordinaria, á que se llegue á un acuerdo, todo esto antes del primero de Julio ; y, en segundo lugar, él censura muy sériamente, en mi opinión, la dignidad y sinceridad de los Señores que componen el Consejo Ejecutivo, cuando supone que estarían dispuestos ahora á hacer concesiones que no estaban dispuestos á hacer en las seiones ordinaria y extraordinaria de la legislatura. Verdaderamente, serían indignos da desempeñar los puestos de responsabilidad que ahora ocupan, si estuviesen dispuestos á permitir que se creara un estado de cosas como el que en la actualidad existe, por ningún motivo que no fuese un sentido del deber y de la obligación, el más solemne é inexorable. Pero admitiendo que hubiera tiempo para ello, y admitiendo que el Consejo Ejecutivo estuviese dispuesto á pasar por estúpido, el curso que Su Señoría indica dar á esta cuestión sería un error craso inexcusable.
Sería, en efecto, una sentencia, á favor de la Cámara de Delegados que hacía la posesión del Consejo intolerable y traería consigo el caos político en la Isla y pondría en menosprecio el régimen americano. Lo único que podemos hacer es pasar este proyecto.
Antes de terminar, existe otro hecho el cual no se ha mencionado, ya por el Comisionado en su discurso ante esta Cámara, ó bien por la Comisión de Rivera en su alegato, y que yo deseo traer ante esta Cámara, porque le considero más significativo que ninguna de las expresiones contenidas en cualquiera de los dos documentos.
La Legislatura de Puerto Rico se reunió el 17 de Enero último. La misma noche de aquel mismo día, antes que la Cámara hubiese tenido la más mínima razón para suponer que el Consejo Ejecutivo fuera á hacer nada más que dedicar todos sus esfuerzos para trabajar en armonía con la Cámara, se reunió ésta en sesión secreta con la Junta Central del Partido Unionista — espero notaréis el contacto íntimo y combinación entre estos dos cuerpos — para formular la política que la Cámara debería seguir en la sesión que acababa de principiar. En dicha reunión se presentó la siguiente resolución :
“Que la Cámara se abstenga de presentar proyectos y que posponga indefinidamente todo proyecto del Consejo, declarando, si necesario fuese, que adopta esta actitud porque considera que la Ley Foraker es un yugo tiránico impuesto á Puerto Rico, y que la Cámara es una figura decorativa, cuyas leyes ni siquiera se cumplen y en la práctica no tienen valor y son inútiles.”
Nueve de los Delegados de la Cámara votaron en favor de esta resolución. Sin embargo, resultó evidente de la discusión, que verdaderamente sintetizaba el sentimiento de la mayoría, pero los leaders más considerados la tuvieron por improcedente, entonces. Por consiguiente, como substitutas se adoptaron las siguientes resoluciones :
“1. — Que es á todo costo necesario actuar enérgicamente contra la subsistencia de la Ley Foraker, que destruye la personalidad de Puerto Rico, y contra la forma on que se aplica por los centros oficiales.
2. — Que sin embargo no debe recurrirse á ningún acto de oposición sistemática, debiendo entenderse solamente que la Cámara adopta una actitud de irrevocable independencia.
3. — Que la Cámara de Delegados debe votar y apoyar leyes de carácter autonómico para toda la vida del país, hacer una crítica severa de la administración en sus distintos servicios, y Valerse de los medios políticos de que disponga, al fin de que se aprueben esas leyes y se corrija la administración de un modo afectivo.
Siguiendo esta norma de conducta, la Junta central y la Camara harán lo que las circunstancias requieran, y, siempre dentro de medios legales, haciendo todos los sacrificios posibles.
Era, por consiguiente, evidente que desde un principio fué la intención de los leaders de la Cámara de Delegados asumir una actitud inflexible, con el deliberado fin é intención de obligar á una ruptura con el Consejo Ejecutivo. El hecho de que el Consejo dejara de pasar los proyectos de la Cámara, que se ha presentado per la Comisión de Rivera como razón y en justificación del curso seguido por la Cámara, es claramente un pretexto, y nó, en verdad, una razón. Por cierto, que uno de los leaders de la Cámara, miembro de la Comisión que recientemente visitó á los Estados Unidos, personalmente así lo admitió. Dijo con franqueza que durante nueve años la Cámara de Delegados había esperado pacientemente, que se hicieran enmiendas á la ley Foraker, que dieran al Pueblo de Puerto Rico participación mayor en el Gobierno, pero que finalmente había llegado á la conclusión de que la única forma para obtener ese fin era dando lugar á que sobreviniera una crisis política que llamara la atención del pueblo y Congreso de los Estados Unidos.
Los méritos ó deméritos, por lo tanto, de los proyectos que aquí se han discutido, como cuestión de hecho, nada tienen que ver en el asunto. El peso de todo el particular recae sobre la cuestión : ¿Se concederá a Puerto Rico mayor participación en el Gobierno de la Isla de la que se le concede por la Ley Foraker? No es esa la cuestión á resolver inmediatamente, pero sí es el fondo de la controversia que ha hecho necesario al proyecto que estamos considerando.
Si tuviese más tiempo desearía considerar este lado del asunto, pero ya en lo avanzado de la hora, no creo deba yo agotar la paciencia de la Cámara. Lo que acabo de manifestar viene á puntualizar, en mi opinión, que desde el principio hubo la intención de parte de los leaders de la Cámara Puertorriqueña de obligar á un estado de cosas que hiciera la ruptura inevitable, que hiciera imposible una transacción. En verdad, en conversación particular, ellos no vacilan en afirmar que era este el fin que se proponían. Interrogué á un miembro de la Comisión que vino aquí hace dos meses en representación de la Cámara de Delegados específicamente respecto á este particular. Le pregunté qué esperaba ganar por este procedimiento. Yo le dije :
“Alimentó Ud. la idea de que el pueblo de los Estados Unidos, que el Congreso de los Estados Unidos se quedarían estupefactos y llenos de consternación cuando supieran que la Legislatura de Puerto Rico había dejado de pasar los proyectos de presupuestos, y que se apresurarían á conceder cualesquiera demandas que Uds. hicieran? Concediendo que sean necesarias reformas, se figuró Ud. que podría coaccionarse al Congreso para que las concediera? Era su opinión que un procedimiento como éste tendría el resultado de convencer al pueblo de los Estados. Unidos de que Uds. tienen derecho á una medida mayor de gobierno propio de la que ahora tienen? ”
Y su única contestación fué que habían estado esperando pacientemente por nuevo años, pero sin resultado, y por consiguiente pensaron que la única forma en que sus demandas obtendrían consideración sería precipitando una crisis. Quizás no pueda culpárseles por haber alimentado esa idea. Es la inmensurable desgracia de ellos, que en toda su experiencia como súdditos españoles nunca pudieron obtener ninguna reforma del gobierno, á menos que fuera por la revolución ó por amenazas de revolución. Pero, con seguridad. ningun miembro de esta Cámara creerá que era prudente aquella forma, ó que debe alentarse á los que siguieron aquel método, permitiéndoles alcanzar el éxito. La primera lección que debe enseñarse á los nuevos pueblos que se han traido bajo nuestra bandera es que el Gobierno por la revolución no es el método de los Estados Unidos. Tiene que enseñarseles que sólo por la demostración paciente de su capacidad para ejercer prudentemente los privilagios políticos ya concedídoles es que pueden esperar la extensión de esos privilegios. Por la aprobación de esta ley tenemos la oportunidad de dar una lección al pueblo de Puerto Rico, no en sentido do réprensión ni de severa acusación, sino con completa sinceridad y buena volumtad, la cual seguramente no se perderá entre ellos. A su debido tiempo en el futuro el Congreso indudablemente, considerá hasta qué grado, si en alguno, deba extenderse á ellos los privilegios de la ciudadanía americanas. Pero la cuestión que tenemos inmediatamente ante nosotros es ¿ Debemos nosotros proveer lo necesario para la administración ordenada del Gobierno de Puerto Rico, ó permitiremos que el cáos reaparezca en la Isla? Me parece…..
El Presidente. El tiempo do Su Señoría ha expirado nuevamente.
Mr. Scott. Si se me puede conceder un minuto más…….
Mr. Pavne. Señor Presidente : pido el consentimiento unánime para que se conceda al caballero einco minutos más.
El Presidente. El caballero por New York pide unánime conseutimiento para conceder al caballero por Kansas cinco minutos más. ¿Hay objección que hacer? (Después de una pausa) La presidencia no oye ninguna.
Mr. Scott. Me parece, “Señor President”, que la aprobación de este proyecto ante esta Cámara, es la única manera lógica, razonable y natural de salvar la dificultad.
Y debe pasarse exactamente en su forma actual. El variarlo con las enmiendas que se han sujerido por varios señores sería muy deplorable debido á la interpretación que inevitablemente se daría á ese acto en la Isla. Se declara que en virtud de la aprobación de este proyecto estamos inclinándonos á favor del Consejo Ejecutivo. ¿Cómo puede sostenerse esa declaración en vista del hecho de que si toda esta emergencia hubiera hecho necesario el mismo proyecto ? Pero supongamos que á este proyecto se le ponga un “jinete”, prometiendo, en efecto, ocuparnos de que se concedan las demandas de una de las partes. Esto sería, en verdad, abanderarse ; y yo no puedo creer que un número considerable de los miembros de esta Cámara esten dispuestos á causar embarazos á su partria en el cumplimiento de la obra asaz difícil y delicada que tiene que hacer en Puerto Rico, favoreciendo esa proposición. Concediendo que haya Señores en el otro lado de esta Cámara que no estén de acuerdo con la política en virtud de la cual adquirimos á Puerto Rico, y que no aprueben el sistema de gobierno que alli hemos instalado, sin embargo, sostengo que votar en contra de este proyecto ú obligar á que cavalguen “jinetes” sobre el mismo, no es posible que conduzca á cambiar aquella política ó á alterar el sistema de gobierno. Cualquiera que sea el futuro que esté reservado para nuestras otras posesiones insulares, ningún miembro de esta Cámara desea ó espera que nosotros jamás hemos de salir do Puerto Rico. Por qué, entonces, no hemos de permanecer como una sola unidad en insistir en que el Gobierno de allá siga adelante on forma ordenada, y que si existen quejas, se presenten á esta Cámara por resolución y no por revolución? Apelo á los Señores de la Comisión, por consiguiente, para que consideren bien el voto que van á dar en este asunto y que ese voto represente, no su esperanza de ventajas para su partido sino su deseo patriótico de mantener la dignidad y conservar el buen nombre de su patria.
Quedo muy agradecido á la Comisión por la paciencia con que ha oido lo que he tenido que decir ( Aplausos. )
Sería imposible traducir y publicar en este libro todos los discursos pronunciados en la Cámara de Representantes sobre la cuestión de Puerto Rico, pues llenaría el interesante debate varios volúmenes; pero hemos escogido los principales discursos en pro y en contra del bill Olmsted : El discurso del diputado Scott, lleno de falsedades y argumentos absurdos á primera vista para todos los conocedores de nuestra situación y las magníficas oraciones de nuestro ilustre Comisionado señor Larrínaga, y de los representantes Martín y Borland, que se cubrieron de gloria defendiendo un país para ellos extraño. Muchos fueron los que tomaron la palabra en defensa de Puerto Rico. Merecen consignarse aquí los nombres de Hobson, el héroe de la bahía de Santiago, Slayden, Clark, y tantos otros que de una manera brillante, y en no pocas ocasiones conmovedora, y, sobre todo, desinteresada y altruista, ocuparon la atención del Congreso con sus defensas sobre nuestra patria. Nuestra más eterna gratitud queda consignada en estas páginas.
NOTA
Hemos sacrificado en la traducción de estos discursos toda forma literaria con el fin de presentarlos lo mas literalmente posible. La traducción se debe al Sr. Pedro de Castro, Intérprete oficial del Consejo Ejecutivo.