El regreso de la Comisión
A las 5 y 30 de la mañana del 6 de Mayo entró en el puerto de San Juan el vapor Coamo. A su bordo venían los señores Muñoz Rivera y Cayetano Coll Cuchí, miembros de la Comisión de la Cámara de Representantes de Puerto Rico.
Una comisión de la Cámara y la Junta Central en pleno, se encontraban en el muelle, el que desde muy temprano se hallaba ocupado por gran número de unionistas de todas las clases sociales de San Juan y muchos de los pueblos y ciudades de la Isla, que vinieron á recibir á la patriótica comisión.
Acompañados por todos dirigiéronse los señores Muñoz Rivera y Coll Cuchí, á los salones de la Junta Central.
Allí fueron saludados los dignos compatriotas; y el señor Muñoz Rivera en breves y cultas frases, expresó los sentimientos de gratitud hacia todos los que les daban en aquel momento el saludo de bienvenida á la patria.
Expuso someramente y en síntesis los trabajos hechos, las grandes esperanzas que alienta y lo oportuno que ha sido el acto enérgico y patriótico de la Cámara, que adelanta en uno ó dos años la necesaria reforma del status del país.
Mostrose optimista, teniendo absoluta fe en que mucho habrá de obtener el país, manteniéndose frente al Gobierno, no en actitud de desafío y provocación, sino en el de dignidad y de protesta.
Dijo que no es posible que vuelvan tiempos como los pasados, ni que los republicanos vuelvan al poder con el apoyo del Gobierno: pues cincuenta mil votos de mayoría que tiene la Unión no se hacen desaparecer ni se anulan tan facilmente. Que la Unión de Puerto Rico ganará las próximas elecciones de 1910 y las de 1912, para tener una Cámara que, como la actual, mantenga la protesta enérgica y viril de la dignidad de Puerto Rico.
Que anticipa como una buena noticia que el mayor enemigo de Puerto Rico, el que le hace más daño que los republicanos y que el Consejo, el Acta Foraker, está ya casi muerta ó por lo menos en su período de agonía, toda vez que ha de ser reformada, pero no en sentido restrictivo.
Que esto no significa que cesemos de trabajar y de luchar: pues ambas cosas son necesarias; y que la Unión, luchará y trabajará sin descanso hasta obtener la reivindicación de los derechos del país.
Contestole el señor Herminio Diaz Navarro en nombre de la concurrencia y de todos los correligionarios, expresando á los miembros de la Comisión los sentimientos de gratitud del país y del partido, por la brillante campaña que libraran en la Metrópoli.
Dijo que había hecho algo más que arrebatar de manos del Consejo Ejecutivo el látigo que esgrimía sobre el país, algo más que sacudirlo frente á sus ojos, pues lo había hecho pedazos y lo había arrojado á los pies del Gobierno de la Nación. Que de la misma manera arrebatará de las manos de la policía el roten y lo arrojará á los pies del país, si con él se pretendiera forzar al país en unas elecciones.
Que todos los puertorriqueños estarán al lado de la Cámara y de su Comisión para mantener los prestigios y los derechos del país.
Y terminó dándoles la bienvenida en nombre de todos.
Aquella misma noche publicó la prensa la siguiente manifestación de los comisionados:
A bordo del Coamo Mayo 5, 1909.
La Comisión, embarcando hace cincuenta días en condiciones muy difíciles, quiso informar é informó, no ya sólo á los electores unionistas, sino también al pueblo entero de Puerto Rico, semana, por semana, con absoluta franqueza, sobre el curso de sus trabajos, sin omitir ninguna circunstancia importante.
El público, que leyó sus notas hebdomadarias, conoce sus esfuerzos y de igual modo los esfuerzos de sus enemigos. Ante la ruptura entre los dos cuerpos legislativos, que no quiso impedir el Consejo y que no pudo impedir la Cámara, esta necesitó defenderse y destacó tres representantes suyos que explicaran en Washington los orígenes del choque y declinaran las responsabilidades del conflicto.
No iban aquellos tres ciudadanos á la conquista de una victoria: iban al cumplimiento de un deber. Reunido el Congreso en sesión especial para la discusión de tarifas aduaneras, á nadie se ocultaba la imposibilidad de que se consagrase á la discusión del Acta Foraker. No existía, pues ni la más remota esperanza de un éxito inmediato en lo que se refiere á nuestro problema fundamental; á nuestra ley constitucional,
Todo el mundo sentía, sin embargo, que este problema sencillo y esta ley absurda eran el único gérmen de la discordia en la Asamblea legislativa, entre los delegados del pueblo y los delegados del Gobierno. Imponíase la urgencia de asestar duros golpes á nuestro régimen político; tanto más, cuanto el Consejo, celoso de su poder y ganoso de aumentarlo, llevaba su instransigencia hasta los lindes del agravio y pretendía concentrar en sí propio una autoridad risible en el propósito, sino fuese, en el hecho, tiránica y depresiva.
La Comisión tenía que esgrimir sus armas contra los malos americanos que desde el Consejo Ejecutivo deshonran á los Estados Unidos, y contra el sistema que se declaró temporal en abril de 1900 y que, con perfecta justicia, temporal es en abril de 1909, temporal generador de mayores desdichas que los temporales de San Narciso, San Felipe y San Ciriaco en otras épocas de triste remembranza.
Así las esgrimió, al informar de palabra y por escrito ante el Secretario Ballinger, ante el Presidente Taft y ante los miembros del Senado y de la Casa baja en el Capitolio. De los “malos americanos” puede decir y dice que están caídos en la conciencia de sus jefes y de sus compatriotas y que si no bajan ya de los puestos que su incapacidad usurpa, es por la simple razón del prurito administrativo, que manda en la América del Norte sostener á un burócrata, aunque su inepcia y su testarudez se comprueben, en tanto que sus impugnadores le hostilizan. Los tres individuos del Consejo que bajo su firma ofendieron á la Cámara de Puerto Rico, son incompatibles con el honor puertorriqueño, y vivirán aquí, en este año 1909, sus últimos meses de sueldo pingüe y de casa gratuita á costa del pais á quien insultan.
En lo que al Acta Foraker toca, la Comisión puede anunciar y anuncia que está herida de muerte, no por la firme conducta de la Comisión, sino por la viril conducta de la Cámara, que puso un límite al estancamiento de nuestra vida y lanzó al espacio las corrientes de nuestra indignación patriótica. Puestos en el caso de decidirse por la expansión ó por la opresión, los Estados Unidos no vacilarán en la respuesta que deben á la historia de su democracia, á los principios de su república. Y si los buenos hijos de la isla, resistiendo con energía, demuestran que el Acta Foraker no es un útil instrumento para el gobierno liberal, ese instrumento se romperá en pedazos y otro vendrá á sustituirle que no constituya una vergüenza para los americanos, ni para los puertorriqueños un dolor y un vilipendio.
La Comisión juzgó y juzga que su obra consistía en establecer la protesta de Puerto Rico contra un régimen que crea tributos sin representación de los contribuyentes y gobierno sin consentimiento de los habitantes. La estableció y consiguió que resonare desde Nueva York á California, desde Illinois á New México, en millares de periódicos leídos por millones de americanos y extranjeros.
Teniendo fe en el triunfo de las ideas por la publicidad, confía en la eficacia de su empeño propagandista. Y de tal manera ha menester Puerto Rico que se le aluda y se le nombre en su misma metrópoli, que aún los ataques sufridos por la Comisión y por la Cámara aprovecharán á la causa del país y centribuirán á que se disipen las sombras que nos envuelven y los miasmas que nos asfixian.
No iban los comisionados á impedir que se autorice un presupuesto. Sobre ser el presupuesto una necesidad imperiosa, tampoco se considera cuestión de vida ó muerte que pase con estas ó aquellas modificaciones, con estas ó aquellas economías: la cuestión de vida ó muerte es la que afecta á nuestro derecho y á nuestro decoro: es á saber: si se nos trata como á siervos adscritos al terruño y con el terruño vendidos y traspasados al conquistador, ó si se nos trata como á hombres libres en una tierra libre, bajo la soberanía de un Estado que no acepta los métodos de San Petersburgo y Constantinopla para oprimir á los débiles y explotarlos á mansalva.
Obtuvo la gestión insular en Washington resultados superiores á sus esperanzas, Y en lucha con obstáculos formidables, logró hacerse oir siempre con respeto y en muchas ocasiones con no disfrazada simpatía. En los centros más altos de la administración mantuvo Puerto Rico su dignidad, definió resueltamente su actitud y probó que, si le faltan fuerzas para apoyar su demanda, no han de faltarle nunca ni inteligencia para plantearla, ni independencia para ocupar el sitio que le corresponde.
Los Comisionados regresan satisfechos. Cualquier medida del Congreso – ya sea la de declarar vigentes en el año próximo los presupuestos del actual, ya la de enmendar el Acta Foraker declarando que los presupuestos regirán mientras no apruebe otros la Asamblea Legislativa — resultará preferible á la sumisión y al silencio en que una sociedad admite y sanciona su injusta servidumbre. Y, de todas maneras, si nuestra sociedad pugna por romper sus ligaduras, el Congreso no persistirá en estrecharlas y remacharlas, porque ello equivaldría á la abdicación ó á la violación de los ideales históricos de la Unión Americana.
Nosotros entendemos que el paso de ahora no es el último, sino el primero de una serie de avances hacia la libertad. Solo retrocediendo perderíamos la batalla. Y retroceder es imposible: la Cámara quemó sus naves el 16 de marzo y no cabe que el país vuelva los ojos hacia atrás, sino que vaya adelante, cueste lo que cueste.
José, de Jesús Tizol
Nuestra labor no ha de confundirse con los cálculos egoistas de un interés partidario. Es más grande y más noble. Es una labor generosa, qus se inspira en un noble patriotismo y tiende á ensanchar el campo de acción, el mezquino campo en que se agita nuestra pobre existencia de colonia esclava.
El pueblo nos juzgará.
LUIS MUÑOZ RIVERA, CAY. COLL CUCHI.
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Identificado con este informe que tiene mi más amplia solidaridad.
San Juan, Mayo 6 de 1909.
E. BENITEZ CASTAÑO.
Aquella misma noche bajo la presidencia del doctor Zeno Gandía, se reunieron los señores de la Junta Central y de la, Cámara; asistiendo, José G. Torres; José de Diego; Enrique Amy; C. H. Blondet; M. Ledesma; A. Bou de la Torre; C. M. Soler ; Eduardo Giorgetti; Luis M. Rivera; Ramón H. Delgado; Pedro Elzaburu; Herminio Diaz ; José de Elzaburu; José Coll Cuchí; Eduardo Acuña; Celestino Dominguez; Eugenio Benítez Castaño; José P. Aponte; Enrique Acosta; Ramón Aboy Benitez; Francisco Coira; Celso Caballero; Valeriano Virella; Cayetano Coll Cuchí; José J. Tizol; Carmelo Mercader; Juan García Ducós; Félix Santoni; José Francisco Lluveras; Rafael Arrillaga Urrutia; Antonio de Aldrey.
Además, se recibieron telegramas de los señores Oppenheimer y Trelles excusando su asistencia por causas justificadas, felicitando á la Comisión y adhiriéndose en absolute á los acuerdos que se tomen. Y en cartas se expresan de igual modo los señores Ernesto López Díaz y Lino Rosario Rosado.
Los concurrentes, no delegados, eran los señores Francisco de P. Acuña: Simón Moret Gallart; Tomás Céspedes; Modesto Aponte; José Ramos Anaya; Dr. Tomás Vazquez; Dr. Gustavo Muñoz; Dr. José Barreras; Luis Hernaiz; Jaime Anexy; Miguel Guerra; Luis Benítez Castaño; Dr. Fernando González; Manuel Palacios Salazar; Ricardo Gómez: Vicente Font Camuñas; José Rivera Miranda y José Vázquez Colón.
Abierta la sesión hablaron, durante quince minutos cada uno, los señores. Coll y. Benitez Castaño. Los dos, en palabras elocuentes y sinceras, sintetizaban el trabajo de la Comisión y anunciaban que el señor Muñoz Rivera daría á conocer dicho trabajo en sus más íntimos pormenores.
En efecto, el señor Muñoz Rivera, habló dos horas seguidas, entremezclando en su discurso los temas claros y sencillos de la conferencia y los vibrantes tonos de la oratoria tribunicia.
Dijo que la Comisión fué á Washington para defender á la Cámara de las responsabilidades que pretendía echar sobre ella el poder público por la ruptura con el Ejecutivo y por el fracaso del presupuesto.
Afirmó que en el fondo, la cuestión era meramente de gobierno propio, y antes un problema patriótico que un problema político, pues al fin un partido, el unionista, suspende sus relaciones con el Gobierno para, defender los grandes intereses de la patria.
Describió punto por punto la labor de los comisiona dos en su propaganda de prensa.
Hizo también la reseña de las conferencias con el Secretario del Interior, con el Presidente Taft, con los presidentes de los comités de Puerto Rico en el Senado, Mr. Depew, y con el de la Casa Baja Mr. Cooper.
Se refirió á las entrevistas con muchos senadores y representantes y por último, con el ex-gobernador Winthrop.
Explicó el regreso de la Comisión, sin omitir ni una sola de las causas que lo determinaron.
Dió sus impresiones optimistas sobre el triunfo de la buena causa del país, que considera indiscutible.
Hizo una síntesis de la situación actual y terminó estableciendo la necesidad de una lucha tenaz por la reforma del Acta Foraker que, según sus cálculos, se hará en el próximo Congreso; pero que, aun tardando más, solo tardaría el tiempo que sea preciso para demostrar con hechos que el Acta Foraker es su mal instrumento de administración y un gérmen perpetuo de graves conflictos.
El señor de Diego presentó dos proposiciones. Una fué el siguiente voto de reconocimiento, que fué aprobado por unanimidad.
La Junta Central de la Unión de Puerto Rico y los Delegados á la Cámara, unánimemente acuerdan rendir un voto de solidaridad y gratitud á sus compañeros señores Luis Muñoz Rivera, Cayetano Coll y Cuchí y Eugenio Benitez Castaño, al enaltecer sus meritísimos trabajos ante el Pueblo y el Gobierno de los Estados Unidos en el desempeño de la Comisión que se les confiara, después de haber estallado el conflicto entre la Cámara de Delegados y el Consejo Ejecutivo.
José de Diego,
La segunda proposición del señor de Diego, que triunfó después de discutirse, por unanimidad, fué:
“Larrínaga, para Congreso y Presidente.
Washington.
“Los Delegados de la Cámara acuerdan unánimemente expresar su estrecha solidaridad con todos los actos y manifestaciones de sus compañeros los Comisionados de la Cámara en el conflicto pendiente.
Piden los delegados al Presidente y al Congreso de los Estados Unidos, la sustitución del Acta Foraker por un régimen liberal digno de la justicia y democracia de los Estados Unidos y de la dignidad y capacidad de Puerto Rico. — Comuníquelo prensa.”
La Comisión recibió plácemes calurosos de todos los señores de la Cámara y de la Junta Central, á las cuales anima un alto espíritu de solidaridad en el combate por los derechos de Puerto Rico.
Todos son uno y todos van á todas partes.