Tercer semana de la Comisión en Washington

El sábado 3 de Abril leyeron los Comisionados un artículo del New York Herald, donde, refiriéndose á informaciones directas desde Puerto Rico, desnaturalizaba el gran diario neoyorquino todos los sucesos, atribuyendo á la Cámara el propósito de monopolizar la judicatura, de la Isla. Dicho artículo había sido escrito con el manifiesto propósito de presentar á la Cámara de Puerto Rico como un cuerpo apasionado sin aptitudes de gobierno, y de enagenarle, por lo tanto, las simpatías de la opinión pública norte–americana. Era de gran importancia desvirtuar inmediatamente el efecto que pudiera haber producido semejante información, y acordaron los Comisionados que saliera para New York, en el primer tren de la madrugada el señor Muñoz Rivera.

Ese mismo día tuvo lugar la entrevista de la Comisión con el Senador Depew, Presidente del Comité de Islas del Pacífico y Puerto Rico, en el Senado. Acompañaba á los Comisionados el señor Larrínaga. Fueron cortesmente recibidos por el Senador en su casa particular. La conferencia duró una hora larga, El Senador preguntaba minuciosamente y en la misma forma se le contestaba.

De las entrevistas celebradas hasta entonces por los comisionados con políticos y hombres de Gobierno, ninguna fué tan halagüeña como la habida con el Senador por Nueva York, ni que prometiera mayores resultados favorables á la causa de Puerto Rico. Desde el primer momento mostróse Mr. Depew conforme con la actitud asumida por los comisionados, y cuando se le expuso el deseo expresado por los miembros del Consejo Ejecutivo de que se recomendara al Congreso la enmienda del Acta Orgánica en el sentido de la prórroga de los presupuestos, su respuesta, corta y rápida fué : El Corgreso no hará eso nunca.

Mr. Depew despidió á los comisionados citándolos para una nueva entrevista que se celebraría en sus oficinas del Senado y ante el Comité en pleno. La comisión no podía menos que agradecer esa nueva oportunidad de argüir su pleito y aceptó gustosa su invitación.

Telegrafió el señor Muñoz Rivera al señor Collazo en Nueva York, y tomó el tren de la madrugada del domingo.

El lunes el señor Muñoz Rivera celebró en al Hotel S’ville una interview con un redactor del New York Herald explanando por escrito sus puntos de vista y entregándolos bajo la promesa de una publicación íntegra, ó, por lo menos, de un extracto muy extenso.

Los señores Coll Cuchí y Benitez Castaño, se ocuparon de visitar á varios políticos y miembros del Congreso, á fin de avanzar en la propaganda que la Comisión realizaba constantemente.

El martes 6 de Abril concurrieron los comisionados y el señor Larrínaga al Comité de Islas del Pacífico y Puerto Rico. Allí cambiaron impresiones durante largo rato con los Senadores Depew, de New York, y Fletcher, de Florida, no pudiendo tratarse la cuestión de Puerto Rico por falta de quorum, estando todos los miembros de la Legislatura ocupados en la cuestión de tarifas, que venía apasionando los ánimos de un modo extraordinario. Ya en esta entrevista el Senador Depew, tan franco y explícito en la primera que celebró en su casa particular con los comisionados, mostróse reservado y prudente, y se refirió, no pocas veces, en el curso de su conversación, “á los puntos de vista del señor Presidente”, y á “cómo vería el señor Presidente” esta cuestión.

Los comisionados fueron citados allí mismo para comparecer de nuevo ante el Comité el jueves siguiente.

El miércoles publicó el New York Herald la interview con el señor Muñoz Rivera. Y fué como sigue:

El señor Muñoz Rivera trata el conflicto de Puerto Rico.—El leader del partido unionista combate los argumentos del Consejo Ejecutivo.—No es partido intransigente.—Manifiesta que los records demuestran que la Cámara de Delegados estaba dispuesta á continuar su labor legislativa.—Califica al Consejo como una carga.—Dice que su partido tendrá siempre el control.—Aconseja política de transigencia con los insulares.

El señor Luis Muñoz Rivera, leader del partido unionista de Puerto Rico, que tiene el control de la Cámara de Delegados y preside la Comisión que está en Washington para someter al Gobierno de los Estados Unidos el arreglo de las diferencias entre el Consejo Ejecutivo (Senado) y la Cámara de Representantes, combate algunas de las manifestaciones contenidas en la correspondencia especial de San Juan, publicada el 2 de abril, en la cual se dijo que el partido unionista se esforzaba en dominar la judicatura insular. Dijo el señor Rivera ayer en su hotel, en esta ciudad, y con referencia á la información de San Juan:

“Se ha enviado desde Puerto Rico á la prensa de New York, quizá por personas á quienes aprovecha desfigurar la verdad, una información totalmente falsa acerca del conflicto que existe en la isla, y que consiste en la no aprobación del presupuesto para el año económico de 1909–1910.

“Dicho presupuesto no pasó en el Consejo Ejecutivo. Este rehusó admitir las enmiendas de la Cámara y clausuró sus sesiones. De modo que en tal clausura no hay responsabilidad de parte de la Cámara, que se hallaba dispuesta á seguir legislando, al recibir el aviso de que el Consejo no continuaría en sesión. Estos son hechos que constan en el record oficial de ambos cuerpos colegisladores.

“En cuanto á los proyectos que la Cámara sostuvo, y que se refieren á la organización municipal y judicial, tampoco es cierto que las leyes actuales por cuya virtud se eligen los jueces y los concejales, varien en lo más mínimo por las reformas que introduce la Cámara. Hoy todos estos funcionarios son electos por el voto del pueblo. Solo las vacantes que ocurren son cubiertas por el Gobernador á su libre, arbitrio. Y esto último quiso evitar la Cámara de Puerto Rico, proponiendo que se extienda el principio de elección popular, ya establecido en la ley, para todos los casos de vacantes por causa ó por renuncia.

“En los bills de la Cámara no se toca la organización actual de las Cortes Municipales. Como funcionan hoy funcionarían si los bills fuesen leyes. Y hasta ahora, en la práctica, no se encontró ningún peligro en esas Cortes. El único cambio substancial pedido por la Cámara es el de que los jueces de Paz, que hoy existen y son nombrados por el Gobernador, se supriman y les sustituyan Jueces Municipales electos por el pueblo.

“Hay algo más que todo lo dicho en esta cuestión. Como los departamentos de obras públicas, de instrucción y de policía gastaron, sin tener autoridad para ello, mayores cantidades que las consignadas—cosa que ocurre un año tras otro—y como les faltó, dinero para hacer los pagos, presentaron un bill de deficiencias. La Cámara no lo aprobó. Y ahora esos departamentos se apresuran á suprimir la luz en los edificios del Gobierno, á anunciar que cerrarán las escuelas antes del 24 de junio, y á dejar, cesantes á ciento cincuenta guardias ; y publican en la prensa de Puerto Rico, bajo sus firmas, artículos y cartas en que preteden arrojar sobre la Cámara la culpa de que las obras públicas se suspendan y de que los guardias cesen y de que las luces se apaguen.

“Si por cualquiera de estos motivos se perturbara el orden, ó se perjudicase la educación de la infancia, ó se retrasara la marcha de las oficinas, la Cámara no sería responsable, ya que ella: aprobó las cantidades que los mismos Jefes de Departamento calculaban invertir, desde 1 de julio de 1908 hasta 30 de junio de 1909. Serían responsables, de un modo exclusivo, los jefes de la Administración de la isla, que no supieron ajustarse á lo previsto y que procedieren contra la ley gastando más dinero del que la ley permitía gastar.

“Si cada departamento puede seguir maniobrando á su capricho, sin ceñirse al presupuesto, resultaría inútil el trabajo de la Asamblea Legislativa, y serán dueños absolutos del pais los seis caballeros del Ejecutivo.

“Hay algo más serio aún en Puerto Rico. Las cosas han llegado á una situación tan aguda, que al Gobierno Federal le: quedan dos caminos: ó el de una gran expansión liberal ó el de una gran opresión tiránica.

“La mayoría de los electores es unionista y traerá siempre Cámaras unionistas, que no so conforman con el Acta Foraker y que resisten—cueste lo que cueste—al Consejo Ejecutivo, considerándolo como uaa carga insoportable para, el pais. Aunque el Gobierno se oponga, la mayoría eligirá sus hombres, á menos que se acuda al empleo de la fuerza y se establezca un despotismo franco y resuelto.”

( Del New York Herald. Abril 7. )

El señor Muñoz Rivera permaneció en New York hasta el lunes á las doce de la noche, ocupado en sus gestiones á favor del azúcar.

El miércoles 7 de Abril se trató en el Gobierno la cuestión de Puerto Rico y se pidió al Attorney General de los Estados Unidos la opinión sobre la sección 36 de la Ley Foraker. Esto es, que manifestara si el Consejo Ejecutivo estaba ó no autorizado por dicha ley para hacer el presupuesto de la Isla sin intervención de la Cámara de Delegados. La Administración ya no obraba como juez imparcial en el pleito. No se buscaban datos para un fallo justiciero : se afirmaban todos los medios posibles para ayudar al Consejo Ejecutivo. La carta de la Comisión de 27 de Mayo, fué una amarga profecía. Los miembros del Consejo Ejecutivo, no pudiendo presentar buenas y firmes razones para convencer al Poder Ejecutivo Federal, apeló á la solidaridad de americano á americano. ¡ Había que sostener á los aventureros en contra de los hijos del suelo por prestigio nacional! . . . .

La reunión del Gabinete dió la pauta á la prensa oficiosa, que comenzó á publicar todas las impresiones que recibía contra Puerto Rico. Los comisionados, sin embargo no descansaban. En una sola noche, la del miércoles 7, atendieron y explicaron la situación á los siguientes reporters :

Del Boston Herald, del State Journal de Nebraska, del Journal of Commerce de New York, del Post de Washington, del Times de Brooklyn, del Evening Post de New York, del Herald de Washington, del Courrier de Louisville, Ky, del Herald de Boston, del Tribune de New York, del Gazzette de San Jose, Mo, del Post de Boston y del Philadelphia Press de Filadelfia.

La Comisión se multiplicaba, pero atendía á todos. Siempre prevenida trabajaba con varios taquígrafos, y al llegar la prensa nunca le faltaba información clara y precisa.

Ya los Comisionados habían formado opinión correcta sobre la solución que se daría por el Poder legislativo á los conflictos de Puerto Rico. Léase cuidadosamente la carta á la Junta Central de fecha 9 de Abril, que va al final de este capítulo.

El jueves 8 tuvo efecto la segunda conferencia con el “Comité de Islas del Pacífico y Puerto Rico” en el Senado. En el curso de una hora se hizo una vez más relación de lo pasado en ambas sesiones, regular y extraordinaria de la Asamblea Legislativa de Puerto Rico, entregándose á los miembros de dicho Comité copias de los alegatos presentados á la Administración. El Senador Fletcher, de Florida, durante el curso de estos informes alargó al señor Coll Cuchí un número de The Outlook conteniendo, el artículo de Lyman Abott sobre Puerto Rico. Ya los comisionados conocían dicho trabajo, y habiendo tratado largamente sobre él, se hallaban completamente preparados á tratar el asunto sin, temor á una ligereza, de improvisación. Se contestó, pues, el artículo punto por punto, lo mismo en lo político que en lo económico.

El resto de la semana lo pasaron los comisionados en conferenciar con los miembros de ambas Cámaras. La Comisión estaba ya perfectamente segura que si la cuestión iba al Congreso, fuese ó no justa la solución, por lo menos tenía que obrarse con completo conocimiento de causa.

El viernes por la noche, despachado ya el correo para Puerto Rico, recayó en cama el señor Benitez Castaño, que había estado enfermo, y se encontraba aún bastante delicado. Los médicos resolvieron que era de absoluta necesidad para la salud del señor Benitez Castaño abandonar aquellos frios climas del Norte y regresar á los trópicos. Teniendo que vencer una obstinada resistencia, acordaron los señores Muñoz Rivera y Coll Cuchí, en el viaje tal y como los prescribían los facultativos, y con toda clase de precauciones llevaron al enfermo á la estación donde triste y pesaroso tomó éste el primer tren de la madrugada.

Aquella misma semana escribieron los comisionados la siguiente carta á la Junta Central :

Señor Presidente de la Junta Central de la

“Unión de Puerto Rico”, San Juan.

Amigo nuestro y correligionario:

Adjunta encontrará usted una copia de nuestra información á la prensa en la semana que va de correo á correo. Como en ese trabajo no sería oportuno llegar á ciertas apreciaciones políticas, de carácter puramente confidencial, pensamos que el mejor método consiste en ampliarlo para la Junta, á fin de dar á ésta, según es nuestro deber, todo nuestro pensamiento.

En relación al viaje del señor Muñoz Rivera á Nueva York y á su entrevista con el NEW YORK HERALD, conviene que la Junta conozca el hecho de que los periódicos, al principio bastante accesibles, desde nuestra conferencia con el Presidente Taft resultan para nosotros, no todavía unas fortalezas cerradas pero sí ya unos centros casi exclusivistas, en que es preciso entrar después de insistir y en que muchas veces los informes de la Comisión caen en el vacío de la indiferencia, ó se rompen y se desvirtúan en el breñal del egoismo.

¿Estriba ello en que ha perdido interés de actualidad el asunto de Puerto Rico, tras veinte días de fanfarria? ¿Estriba en que hay en los bureaus periodísticos un “mot d’ordre” de la jefatura republicana? No lo sabemos. Más la verdad es que la ASSOCIATED PRESS, THE WASHINGTON POST, THE WASHINGTON HERALD, THE WASHINGTON TIMES y THE EVENING STAR, reciben nuestras notas y las extractan mal ó las rehúsan, mientras acogen y extieden las notas de nuestros contrincantes.

La interview del NEW YORK HERALD costó un esfuerzo. Fué necesario realizar una gestión activa, yendo á la propia redacción, discutiendo, persuadiendo, apelando á la neutralidad que debíamos suponer en el gran órgano de la opinión americana, y obteniendo, al fin, un pedazo de publicidad auténtica y conforme á nuestros deseos y á los origínales de nuestra pluma.

Libramos, señor y amigo nuestro, un combate desigual; nosotros inermes y nuestros enemigos armados con el arsenal de su influencia y sus recursos. Entiéndase que no se refieren estas palabras á enemigos residentes en la colonia, sino á enemigos residentes en la Metrópoli, que con los otros se identifican y que mantienen la solidaridad por los vínculos del común origen y del recíproco interés. Allá y acá, todos unos los “politicians” y todos actuando contra la Cámara de Puerto, Rico y la Comisión, que habla en su nombre con firmeza y dignidad.

No desmayamos por eso. No decae el noble impulso que nos llevó á bordo del CARACAS y nos trae al Capitolio en busca, de justicia. Vamos adelante, remontamos la corriente y nos sentimos seguros de que nuestra labor, que en el presente enfrena al Gobierno y le obliga á buscar subterfugios, en un cercano porvenir resultará decisiva para la reforma del Acta Foraker.

El Presidente tenía delante de sí tres soluciones al conflicto insular :

l — Conseguir que la Cámara se sometiese al Consejo.

2 — Conseguir que el Congreso autorizase la vigencia del presupuesto actual para el ejercicio de 1909 – 1910.

3 — Conseguir que el Attorney General de los Estados Unidos interpretase la sección 36 de la Ley Orgánica y autorizase al Consejo á prescindir de la Cámara.

La primera solución naufragó en nuestra varonil resistencia á cualquier género de indignidades. La segunda era y es difícil por el peligro de que el espíritu de rectitud nacional se rebele al exigírsele un atropello que repugna á los principios democráticos en que se fundan las instituciones de América. Se acude, pues, á la tercera solución. Y en manos del Attorney Winkersham se coloca el pleito del Consejo y de la Cámara. Anoche, jueves, tuvimos noticias de que el Attorney Winkersham acababa de escribir su opinión, Cual sea esta lo ignoramos todavía. La comunicaremos por cable tan pronto como llegue á nosotros.

En el caso de que esa opinión se pronuncie en formas adversas al Ejecutivo, irá inevitablemente el problema al Congreso. Y se nos promete oir á la Comisión, por más que en promesas de tal índole no confía la Comisión, que de labios del Senador Depew, Chairman del Comité “Pacific Island and Porto Rico”, oyó la afirmación neta y clara de que el Congreso no entraría en ese negocio, y de labios del mismo Senador, á las cuarenta y ocho horas, oyó la afirmación precisa y ruda que el Congreso “autorizaría al Tesorero de Puerto Rico para pagar los gastos comprendidos en el presupuesto actual para idénticos servicios en el año venidero.”

Aún puede alimentarse una débil esperanza en que el Congreso, trabajado por tendencias distintas, se niegue á considerar un Mensaje del Presidente. Es cosa que, si se realizara, equivaldría a un milagro de mecánica, como si una fuerza de cien libras derribase una construcción de cien millones de toneladas, Pero en esta remotísima eventualidad, ó en la eventualidad de que el Ejecutivo no se atreva á afrontar las complicaciones del legislativo, quedará la primera solución. Y esa será nuestra victoria, pues entonces será necesario acudir á la Cámara y ceder á los impulsos del país.

Tal es la situación, que la Junta Central juzgará con su alto criterio. No existe la menor duda de que el Gobernador de la isla apoya á sus Secretarios de despacho, ni de que el Gobierno Federal apoya á los Secretarios y al Gobernador. Lo hostilidad que nos rodea, no por sorda y sutil, deja de manifestarse enérgica en el fondo y evidente á nuestra perspicacia, No contamos con la neutralidad de nuestros Jueces.; luchamos con su parcialidad hipócrita. Y hasta tenemos que el Juez Rodey y los Consejeros Willoughby, Hoyt y Ward, luego de injuriar á la Cámara, se encuentren sostenidos en sus puestos, colocándose así las autoridades en franca pugna con el pueblo que escarnecen. Y aunque elementos serios aquí nos aseguran, que á este Juez Rodey se pedirá su renuncia, tampoco ponemos fé en el dato que nos suministran, por mucho que la lógica tienda á confirmarlo.

De todas maneras la Comisión cree que va logrando un éxito superior á todas las esperanzas. Mover como ha movido la prensa; despertar en el público un vivo interés; lograr que el Gobierno so preocupe, que el Gabinete se reuna varias veces, que mande á Puerto Rico al General Wood, que busque una interpretación legal temeraria y despótica del Acta Foraker, que vacile en acudir al Congreso ; hacerse oir de los Comités en el Senado y en le Casa Baja; tener en jaque á una administración tan poderosa, nos parecería un sueño sino lo palpásemos en una realidad tangible y consistente.

Contra nosotros se resolverá de momento el litigio. Habrá un presupuesto, lo cual no nos perjudica. Y en ese presupuesto que se elabore sin el voto del pais, irá envuelta la caida del régimen, que ya solo sabrá sostenerse en pie por la fuerza. Toca al pais mostrarse á la altura de un patriotismo soberano, sin pensar en la más leve abdicación de su derecho. Habrá presupuesto, sí: pero la situación de la Cámara adquirirá el prestigio de una lucha definitiva en la, patria y por la patria. Y si cumplimos todos nuestro deber, Puerto Rico salvará su nombre de la ignominia y sacará á flote su libertad, con lágrimas ó sin lágrimas, con sacrificios ó sin sacrificios. Es este el instante en que la historia nos manda escoger entre un dolor sobrehumano y una vergüenza inflnita. Escogemos el dolor y corremos en busca del destino.

La Comisión de la Cámara envía un abrazo á los patricios de la Junta Central.

Respetuosamente,

(Firmado)
LUIS MUÑOZ RIVERA.
CAY. COLL CUCHÍ.
EUGENIO BENITEZ CASTAÑO.

Washington, D. C., 9 de Abril 1909.