Una carta

Casa de representantes, Washington, julio 7 de 1909.

Mr. Cay. Coll Cuchí.

San Juan, Puerto Rico.

Mi querido Señor Cuchí: He leido con el más profundo interés su carta de junio 21, referente á mis palabras en la Casa de Representantes sobre la situación de Puerto Rico, así como su clara exposición de las actuales condiciones de la isla y sus causas originales. Aseguro á usted que es altamente satisfactorio para mí saber, que dado el poco tiempo é información de que disponía cuando pronuncié mi discurso, me haya aproximado tanto á la verdad de los hechos. Lo cierto es, que mi oración TENIA POR BASE UNICAMENTE LOS DOCUMENTOS PUBLICADOS POR LA COMISION, el mensaje del Presidente Taft y el Acta Foraker. A menos que usted añada á este material, esa adivinación instintiva de la verdad que nace de una justa simpatía. Yo siento mucho que el mío haya sido un primer esfuerzo, basado en datos incompletos, dirigido contra un acto, cuya importancia en las cuestiones políticas de Puerto Rico negaban sus defensores, MUCHOS DE LOS CUALES PROFESAN EL MAYOR INTERES POR EL BIENESTAR DE PUERTO RICO Y ESTAN DETERMINADOS A HACERLE JUSTIGIA CUANDO. LA HORA LLEGUE. Y ESA HORA, YO ESTIMO QUE SERA EL PROXIMO INVIERNO, CUANDO SE EMPRENDA LA REVISION DE LA LLAMADA ACTA FORAKER. Si son sinceros en sus protestas, tengo el propósito, con el mayor arsenal de información que entonces poseeré, de ayudarles en una discusión de la situación MUCHO MAS VIGOROSA que á la que usted bondadosamente se refiere.

Desde luego, hay que dar por entendido que yo estoy opuesto á la política colonial últimamente desarrollada por los Estados Unidos. Este es un país inmenso ocupado por sus propios asuntos. El colonismo es un simple incidentes. Pasamos aquí una ley de unas cuantas páginas creando un gobiernn para un pueblo extraño y ENTREGAMOŚ SU ADMINISTRACION A UNA PEQUEÑA “COTERIE” DE POLITICIANS, CUYOS TALENTOS VALEN TAN POCO EN SU TIERRA NATIVA QUE TIENEN QUE MARCHAR A LOS EXTREMOS DEL MUNDO TRAS UN PEQUEÑO SUELDO. Por la propia naturaleza de las cosas, nosotros no podemos dar á Filipinas y á Puerto Rico la consideración que merecen, y tenemos que entregarlas necesariamente A UN PUÑADO DE BUSCONES POLITICOS, que saben darse maña para conseguir sus nombramientos.

En cuanto á la manera en que está formada la Legislatura puertorriqueña, me parece que no estuve ni la mitad de lo fuerte que debía estar. Yo digo que con un Senado y una Cámara americana constituídas en semejante forma, NOSOTROS NO CONSEGUIRIAMOS ACORDAR UN PRESU PUESTO FIJANDO NUESTROS PROPIOS SUELDOS. El gran obstáculo que se opone á la reforma de la Legislatura es la alegación de que los puertorriqueños son incompetentes para una forma americana de gobierno.

SE PREPARAN DISGUSTOS PARA CUBA. Estoy convencido de que existe un elemento poderoso en este país que está decidido á obtener y guardar el control sobre esa isla. El pretexto se descubrirá fácilmente. Nosotros tenemos una serie de dificultades intestinas. No estamos, en manera alguna, al otro lado del río en cuanto á nuestros problemas pero eso no nos privará de aprovechar la primera crisis en Cuba como pretexto para apoderarnos de ella. Sin embargo en el caso de Puerto Rico, yo estoy animado por las NUMEROSAS MANIFESTACIONES DE REPUBLICANOS Y DEMOCRATAS QUE ESTAN DISGUSTADOS CON NUESTRA ACTUAL CONDUCTA Y ACTITUDES. Yo creo que se está desarrollando aquí una tendencia á dar á PUERTO RICO Y FILIPINAS UNA GENUINA AUTONOMIA.

Siento mucho no haber podido utilizar los fuertes argumentos que me da usted en su carta. Pero me satisface la seguridad de guardarlos para usarlos en el futuro. Dije antes que el mayor obstáculo para dar más poderes al pueblo de Puerto Rico sobre su propio gobierno, consistía en la alegación que se hace de que los nativos no son competentes. Debo corregirme. El mayor obstáculo es la creencia de inmensa superioridad que muchos americanos llevan debajo del sombrero. Siendo absolutamente desconsiderados en sus métodos políticos con su propio pueblo ¿qué esperanza puede haber de que obren con justicia al tratar con un pueblo que consideran inferior? Usted debe comprender que el Tío San crece más allá de sus ideales juveniles. Se propaga insidiosamente que la Declaración de Independencia fué un arranque de entusiasmo y que la Constitución es anticuada. Sin embargo, aún existe una buena cantidad de americanos al estilo de Jefferson y Lincoln, y no falta quienes soplen y aviven la flama que ha de acabar con esos reaccionarios.

Verdaderamente suyo,

JOHN A. MARTIN